EL FARAÓN SIN TIERRAS

                                                              (Cuna de civilizaciones, 4)

En tierra de nadie.

Nuweiba se encuentra situada en la península del Sinaí, a dos tercios de camino entre Sharm el Sheikh y la ciudades de Eilot (Israel) y Acaba (Jordania).

La primera impresión que tenemos de ella, después de dejar atrás las intrincadas vueltas y revueltas que da la carretera que une Santa Catalina con las transparentes, claras y esmeraldas aguas del Mar Rojo, es decepcionante.

El Sinaí (FILEminimizer)
El Sinaí

Es Nuweiba una ciudad situada, sociologicamente hablando, en tierra de nadie. No posee ni el exotismo o intriga de un poblado beduino, ni el dinamismo y la vitalidad  que caracteriza a los pueblos o ciudades árabes. Compuesta por algunos destartalados edificios. No viejos en el tiempo, pero sí en el aspecto, entre los que se encuentran un par de bancos, uno de ellos cerrado. Alguna que otra factoría dedicada a la industria del pescado, así como algunos comercios que hacen la función de tienda, almacén, bar etc.  Los mismos se encuentran esparcidos anárquicamente  por una pequeña llanura, seca y árida, atenazados entre el mar y la montaña.

Paseando (FILEminimizer)
Paseando

Lo que destaca en ella, obviamente, es el puerto en el que se encuentra atracado un carguero de  mediano tonelaje, que resultó ser el encargado de transportar personas y mercancías entre Nuwaiba y Ácaba, ya en tierras jordánas y meta de nuestro próximo destino.

Un joven fuerte y de aspecto reposado, adornado con chislaba negra, blanco turbante  y pobladisima  larga barba negra que le dan aspecto, mas de talibán afgano que de comerciante egipcio, me da a entender con sus gestos, que pregunte a otro señor que se encuentra cerca de él, ya que él no entiende lo que le pregunto.

El segundo interpelado me informa, en un inglés bastante bueno, donde están las oficinas para comprar los pasajes del transbordador encargado de llevarnos a Ácaba.

«Una vez más triunfa en el hombre lo fácil, ante el miedo a lo desconocido»

En la ventanilla el encargado de vender los pasajes, un egipcio alegre y hablador, me aclara que hay dos formas de hacer el viaje;  «Con el barco de toda la vida»,  cuya travesía dura de 3 a 6 horas, según la dirección e intensidad del viento, o con el moderno hovercraft cuyo viaje dura solo una hora y media.

El autor con emigrante irakí en Ácaba (FILEminimizer)
El autor con emigrante irakí en Jordania

Ambos tienen la salida prevista para la una del mediodía. Ante la posibilidad de llegar de noche a una ciudad, portuaria y fronteriza, en un país totalmente desconocido, si tomamos el viejo barco. Nos decantamos por la segunda alternativa, a pesar de ser mas cara y posiblemente mas interesante.

¡Una vez más triunfa en el hombre lo fácil ante el miedo a lo desconocido!

Rico en grasas, pobre en materia gris.

Después de superar los correspondientes tramites de aduana, sin ningún tipo de contratiempo, entramos en una inmensa nave, que cumple las funciones de sala de espera. En la misma se hacina una multitud de jóvenes egipcios, todos hombres, que van a trabajar a Jordania, -según supimos después-, algunos occidentales y dos chicas japonesas.

Nuweiba-Ácaba 1.5 horas (FILEminimizer)
Nuweiba-Ácaba 1.5 horas

La salida de nuestro barco se retrasa hasta las tres de la tarde, el otro aún seguía atracado cuando nosotros zarpamos.

Durante estas tres horas de espera vivimos las escenas mas desagradables y tercermundistas que hallamos vivido en los últimos tiempos, en este u otro viaje. Dichos hechos trajeron a mi memoria escenas de nuestro pasado, cuando nuestras condiciones de vida eran similares a las que hoy padecen estos jóvenes. En estas escenas intervenían, a partes iguales; la brutalidad, incultura y falta de sensibilidad de un sargento de la policía egipcia -como constaba en el brazalete rojo que portaba en su brazo izquierdo- y la desmedida masificacion  de los cientos de jóvenes emigrantes que esperaban para embarcar.

Periódicamente, el antes citado sargento, -idéntico en aspecto y ferocidad al siniestro personaje que interpreta al funcionario de prisiones turco en la película «El expreso de Medianoche»- se plantaba en la puerta de la inmensa nave que daba al muelle y, rodeado de soldados armados con metralletas, comenzaba a vociferar con voz bronca y desagradable, mas parecida al berrido de un camello que a cualquier sonido surgido de garganta humana.

En respuesta a tales llamadas la muchedumbre se lanzaba, sin orden ni concierto, hacia el lugar dónde él se encontraba empujándose unos a otros, pugnando entre ellos por conquistar los primeros puestos de aquella masa anónima. De allí los iba  arrancando nuestro hombre a empellones, manotazos y patadas para cargarlos en una plataforma que, tirada de un tractor, los transportaba al barco que, atracado en el muelle, iba engullendo una oleada tras otra.

Al fin, cuando éste tiránico faraón sin tierras -rico en grasas y pobre en materia gris, de toscos modales y ninguna sensibilidad,- vació la nave, nos tocó el turno al pequeño grupo que, arrinconados, esperábamos nuestro turno. Avergonzados unos, temerosos otros, fuimos llevado a la moderna motonave que, llena de lujos y comodidades, nos depositó en el puerto de Ácaba, seguramente antes de que ellos partieran de Nuwaiba.

Playa del Mar Rojo (FILEminimizer)
Playa del Mar Rojo

Aquí, en este apartado rincón del mundo, las claras aguas, verde esmeralda, del Mar Rojo, lamen por igual las arenas de las playas de la península del Sinaí, Eliot y Ácaba, sin establecer diferencias entre las tierras hebreas o islámicas. Acariciando los morenos cuerpos de hombres y mujeres, sin discriminar a nadie por  razones de razas, nacionalidades o credos religiosos.

¡Una vez más, la Naturaleza da muestras de ser mas inteligente que los hombres!.

Paco Vidal

Calle de Ácaba (FILEminimizer)
Calle de Ácaba
Golfo de Ácaba (FILEminimizer)
golfo de Ácaba

SAID Y EL CAMELLO DE ALÍ

 

                                                    (Cuna de civilizaciones, 3)

El hombre propone y las circunstancias disponen

La estación de ferrocarriles Ramsé II de El Cairo, a la que llegamos a las dos de la tarde -procedentes de la lluviosa Alejandría-, es una de esas estaciones que escogería cualquier director de cine, para escenificar situaciones donde el papel del tren -y su mundo- tuviesen que jugar un fuerte impacto en el espíritu del espectador.

Es un edificio grande y destartalado, de paredes grises, rematadas por una bóveda de cristal y hierro.

Por sus andenes, abarrotados por un gentío de los mas variados personajes, destacan los negros caftanes que visten las señoras de mas edad, en contraste con la indumentaria mas alegre y moderna de las mas jóvenes. Del cuello de todas ellas cuelgan macizas cadenas de oro, que tanto les gusta lucir a las mujeres egipcias.

Se ven campesinos, hombres de negocios, vendedores, mendigos y militares, que suben y bajan de los comboyes que llegan y parten hacia los diferentes destinos del país.

Estación Ramse II (FILEminimizer)
Estación Ramse II (El Cairo)

Sentados en los bancos de esta gran nave se pueden pasar horas y horas, viendo transcurrir el Gran Teatro del Mundo, representado inconscientemente por estos miles de actores anónimos.

En la Oficina de Información que existe en la propia estación, nos informan, previa solicitud nuestra, de la imposibilidad de viajar por las aguas del Canal de Suez para viajeros independientes. Hasta el día de hoy no existe ningún barco de pasaje que cubra el trayecto Port Said – Suez. Como quiera que hacer este trayecto era una de las metas de este viaje, la información nos deja un tanto frustrados. No obstante asumimos -que remedio- que estas cosas forman parte del viaje. Ya que, cuando se viaja por libre,: El hombre propone y las circunstancias disponen.

La ciudad mas joven del milenario Egipto

Ante tal imprevisto y sabedores de que, tanto Suez como Port Said no son ciudades que tengan mucho que ofrecer a los ojos del viajero, decidimos salir en autobús hacia Ismailía.

Ismailía (FILEminimizer)
Ismailía

Esta ciudad, fundada por Ferdinand Lessep en la década de los cincuenta del siglo XIX, se encuentra a unos 50 Kilómetros al norte de Suez a orillas del Canal, junto al lago Tinsah. El nombre de la misma es en honor del Jedive Ismael, amigo personal de Lessep.

La misma nació y creció con el canal, ya que su origen no fue otra cosa que el lugar donde residieron, tanto Lessep como todo el equipo técnico que dirigió las obras del canal que separaría África de Asia  y uniría el Mar Rojo con el Mediterráneo. Acortando en miles de millas marinas la navegación entre Europa y Asia.

La ciudad mas joven del milenario Egipto, es un lugar; agradable, tranquilo, limpio y con bastantes parques. En ella contactamos con Faruk, propietario de un viejo Lada, del que se siente muy orgulloso.

Después del correspondiente tira y afloja que caracteriza todo trato en el mundo árabe, llegamos a un acuerdo, a través del cual -ademas de mostrarnos la ciudad- nos llevará en su coche hasta Nuweiba a orillas del mar Rojo, después de pernoctar en la aldea que hay junto al Monasterio de Santa Catalina, a los pies del Monte Sinaí, en pleno desierto del mismo nombre.

Casa de Lessep (FILEminimizer)
Casa de Lessep en Ismailía

Después de visitar la casa que habitó Lessep mientras dirigía las faraónicas obras del canal – casa convertida hoy en museo- nos dirigimos hacia el sur. El viejo Lada se desliza cansínamente por la carretera que discurre cercana a la orilla derecha del canal. A derecha e izquierda de la misma desfilan enormes plantaciones de mangos, regadas por las aguas dulces del lago Tinsah.

El desierto del éxodo

Entrada tunel (FILEminimizer)
Entrada al tunel

Unos diez o quince kilómetros antes de llegar a la ciudad de Suéz, giramos a la izquierda y pasamos a la península del Sinaí por el túnel que construyeron los egipcios por debajo del canal después de los acuerdos de Camp David, con el fin terminar con el aislamiento de la península del resto del país.

Tunel bajo el canal (FILEminimizer)
Tunel bajo el Canal de Suez

A partir de ahora empezamos a movernos por los «Caminos mas viejos del Mundo», como nos dice Faruk. Por ellos, según el Antiguo Testamento, deambuló Moisés durante 40 años en busca de la Tierra Prometida al pueblo de Israel.

Es el Sinaí, como indica su propio nombre, el desierto del odio. (Según El viejo Testamento los hebreos serian odiados por todos los pueblos de la Tierra desde el momento que Javéh los eligió como pueblo, al entregar a Moisés  Los Diez Mandamientos en la cima del Monte Sinaí). Odio que los llevaría a vagar por él en un interminable éxodo huyendo del poder faraónico, a través de las agrestes montañas e inhóspitos  valles que forman esta desolada tierra.

Hoy en día, a pesar de que muchos de sus caminos están asfaltados, y rotuladas sus intersecciones. El Sinaí sigue conservando la grandeza de todos los desiertos del mundo.

Intruso en los caminos (FILEminimizer)
¿Quien es el intruso, él o nosotros?

Nosotros, después de superar incontables controles militares, (Solo comparables, en número, a los que padecí años atrás, en el Estado de Chiapas cuando viajaba por carretera, como en esta ocasión) llegamos a los pies del Monte Sinaí  al atardecer. Después de habernos embriagados, durante el camino, con una apasionante sinfonía de colores. Según la hora del día y la orientación del sol, los tonos que forman sus rayos al revolcarse por estas áridas tierras, pasan del azul zafiro al negro azabache, del violeta al rojo encendido. Formando en ocasiones una mezcla de todos ellos como si nos encontrásemos inmersos en la paleta del más subrrealísta de los pintores que haya dado la Humanidad.

Montañas dede el M.S. (FILEminimizer)
El Sinaí

¿Como es posible que esta tierra haya servido tantas veces de campo de batalla, y que sus estériles valles sirvan de tumba a jóvenes vidas, segadas, la mayoría de las veces, sin saber por qué ni para qué?.

Un largo camino hacia la muerte

Monasterio Santa Catalina (FILEminimizer)
Monasterio Santa Catalina

Con las primeras sombras del anochecer cayendo sobre este hermoso valle, indagamos en la aldea beduina que da calor humano a este paraje, la posibilidad de encontrar algún guía que nos conduzca a la cima del monte donde, según la leyenda, Javéh entregó a Moisés las  Tablas de la Ley por las que debería regirse en el futuro su pueblo.

Por fin, después de las pertinentes pesquisas, encontramos a Said y Alí, los cuales nos harán; el primero de guía y el segundo facilitará el camello que necesitamos para la larga y dura marcha de tres horas  que dura la ascensión a los 2.285 metros de altura que tiene la montaña.

A la 1.30 de la madrugada pasan a recogernos Said y el camello de Alí

Con un intenso frío, y una clara noche de luna, dirigimos nuestros pasos por la sinuosa senda que conduce a la cumbre de la mas sagrada de las montañas del mundo cristiano y musulmán.

Una hora mas tarde,Said detiene el camello, a lomos del cual cabalga mi mujer y tomándome del brazo, me acerca a una roca de unos 2.50 metros de altura por 2.00 metros de ancha, en la que se observan algunas irregularidades, y con la frágil vara que lleva para hostigar al camello, golpea la piedra y dice: «Esta es la roca de la que brotó el agua al ser golpeada por Moisés»

Se puede ser cristiano o musulmán, creyente o ateo, pero oír la anterior afirmación de los labios de un joven beduino, a estas horas de la noche, en semejante lugar, con una luz y un silencio sepulcrales, es algo que impacta fuertemente en el ánimo de cualquiera.

Continuamos nuestro nocturno camino hasta el anfiteatro conocido con el nombre de «Los sesenta ancianos de Israel», donde se encuentra la ermita de San Esteban. Aquí se quedan Said y el camello de Alí. Nosotros seguimos ascendiendo por los 750 peldaños que nos restan hasta llegar a la cima. Los escalones han sido tallados, en el suelo rocoso, por los monjes del Monasterio de Santa Catalina .

Said y el camello de Alí 014 (FILEminimizer)
Amanecer en el Sinaí

Junto a los muros de la restaurada capilla de la Santísima Trinidad, (Mandada construir por Justiniano en el 530 de nuestra era), acariciados por un gélido viento que azota nuestros ateridos cuerpos, vemos despuntar los primeros rayos del padre Rá, por las lejanas cumbres que forman frontera con el vecino estado de Israel.

Junto a nosotros, un grupo de cristianos nigeriános, desplazados a este -para ellos- sagrado lugar, entonan cánticos de alabanzas al Señor.

Bajando del Monte Sinaí (FILEminimizer)
Volviendo al valle

Nosotros, después de machacarnos las rodillas bajando los 750 peldaños que separan la ermita de San Esteban de la capilla de La Santisima Trinidad, nos encontramos con Said. Con él saboreamos un sabroso té que nos supo a gloria, después del frío pasado en la cima del Sinaí.

Mientras  tomábamos el té intercambiamos una chislaba por un viejo móvil  que no funcionaba.

Supongo que él haría con el móvil lo que yo con la chislaba; tirarlo.

Pero para los habitantes del desierto, sean, tuaregs, bereberes o beduinos La Sal de la Vida  es el intercambio. Sin trueque, sin «trapicheo» la vida solo es: «Un largo camino hacia la muerte».

Poco después, iniciamos el descenso hacia el fondo del valle, donde nos espera Faruk con su viejo Lada, para proseguir nuestro viaje hacia el Golfo de Acaba.

Paco Vidal

EL ESPLENDOR PERDIDO

                                                                    (Cuna de civilizaciones 2)

Una isla hay en el mar profundo

Hace muchos, muchos años – más de medio siglo- se despertó en mí la ilusión y el deseo de conocer alguna vez la ciudad de Alejandría.

Por aquel entonces dedicaba muchas de mis pocas horas libres, a leer biografías de personajes célebres, ya fuesen hombres o mujeres, científicos, literatos o guerreros: Aníbal, Marie Curie, Julio César,Juana de Arco, Ciro o Alejandro Magno.

Había una anécdota en la biografía de este último en la que constaba que cuando su padre – al cumplir los diez y seis año- le regaló un indómito potro y ver con que facilidad el joven hacía de él  lo que hombres más maduros no habían conseguido: Reducirlo a dócil corcel, aquel le dijo: «Alejándro, Macedonia es demasiado pequeña para ti, sal y conquista el mundo» .

¡Conquistar el mundo! Conquistar el mundo no significa necesariamente que sea desde el punto de vista militar. Los escritores lo hacen con su pluma, los pintores con sus pinceles, en el escenario las actrices y con su fortaleza física los atletas.

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Llegar a cada rincón del planeta

Se puede conquistar el mundo pacíficamente, vagabundeando por él, llegando a cada rincón de nuestro planeta, mezclándose con la gente de otros pueblos. Conociendo otras culturas y civilizaciones, conviviendo con ellas, gozando y sufriendo con las alegrías y las penas de los demás. ¡Viajar es conquistar el mundo!

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otras culturas

En su relato de la fundación de Alejandría, Plutarco cuenta que Alejándro Magno conoció el emplazamiento de la ciudad por medio de Homero, quien se le apareció una noche en sueños y pronunció los siguientes versos:

«Una isla  hay   en   el    mar  profundo,   enfrente    el   Egipto   fecundo. Que    por      el    nombre   de    faro     es    conocida»

Así que debido a  éste sueño del más joven general de todos los tiempos, se funda en 331 antes de Cristo, la que más tarde llegaría a ser una de las ciudades más importantes del Imperio Romano.

Proyecto de la ciudad

Fue el arquitecto Dinócrates el encargado del proyecto de la ciudad, que se emplazaría en el lugar que ocupó la antigua ciudad egipcia de Ahakatis. Justo en los límites del desierto líbico y el fértil valle que forma el Delta del Nilo al desembocar en el Mediterráneo.

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Estación de El Cairo

El expreso que nos lleva desde El Cairo a Alejandría, cubre la distancia de 270 Kms. – que separa ambas ciudades- en dos horas y cuarto. El precio del billete es de 30 libras ( unos 20. €) en primera clase. La confortabilidad de los coches son equiparables a los de los Talgos 200.

En el convoy existe un vagón-restaurante que apenas está concurrido Posiblemente debido a la poca duración del viaje. Tanto la salida como la llegada (pendular cada hora) se realizan con puntualidad de AVE.

El tren se desliza veloz, pero placenteramente, por la inmensa llanura que ha formado el padre de todos los ríos africanos al ir depositando sus sedimentos en el milenario delta.

El Cairo, Port Said y Alejandría son los tres vértices de éste basto triángulo, en cuya base -a un cuarto de la distancia que separa Alejandría de Port Said- se encuentra Rosseta. Ciudad donde se encontró la famosa piedra del mismo nombre, que sirvió de base para que el francés Pompillón pudiera descifrar la escritura geroglífica del antiguo Egipto. Descubrimiento que abrió las puertas al entendimiento y estudio de la civilización faraónica, poniendo al descubierto uno de los enigmas mejor guardado de todos los tiempos.

Las mismas artes y formas

A izquierda y derecha de nuestras ventanillas desfilan infinitos campos cultivados, formando perfectas figuras geométricas, dentro de las que trabajan afanósamente, encorvados sobre sus espaldas, los campesinos egipcios.

Aran, siembran, siegan, plantan o recolectan; alfalfa, maíz, coles, lechugas, habas u otras hortalizas o cereales. Mientras otros labriegos, a lomos de sus pequeños borriquíllos -o simplemente a pié- se desplazan solícitamente por los caminos que discurren al borde de los innumerables canales que surcan las anegadas tierras.

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Niños del Delta del Nilo

Los niños, inmersos en sus graciosas chislabas, corretean o ayudan a sus padres, mientras las mujeres lavan la ropa en las orillas de los canales o riachuelos con las mismas artes y formas que lo hacían hace 3.000 ó 4.000 años. Observando este mosaico humano se siente la sensación de que el reloj se ha quedado parado hace mucho tiempo en esta zona del planeta.

 Abul Abbas Al-Mursí

Centenares, miles de palmeras lo invaden todo, formando un paisaje idílico y soñoliento, cuyo verde inmaculado solo es  salvájemente roto por los sucios pueblos y mugrientas aldeas de estrechas y fangosas callejuelas situadas a ambos lados del ferrocarril. Las mismas parecen indicarnos, con su esperpéntica presencia, que ellas son la frontera entre lo onírico y lo real.

Los barrios que nos anuncian la proximidad de Alejandría, al igual que los dejados atrás al abandonar El Cairo, están terriblemente sucios. Sus casas, cuyos balcones nadie se preocupó de adornar con la más raquítica de las plantas, están sucias y descuidadas, dando la sensación de estar inacabadas. Sus estructuras de ladrillos grisáceos, enmarcados por pilares y forjados de hormigón, nadie se preocupó de enfoscar y/o pintar.*

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barrios de Alejandría

Cuando después de abandonar la estación, nos adentramos en el área donde estaba enclavada la vieja Alejandría, nada nos indica el más mínimo signo de la fastuosidad de su glorioso pasado.

Lo poco destacado que posee hoy Alejadría es – entre otras cosas- la mezquita Abul Abbás Al-Mursí que, con su forma octogonal y sus 3.000 m/2, hacen de ella una obra poco frecuente en la arquitectura religiosa musulmana.

Esta mezquita es la principal de la ciudad y debe su nombre al santo andaluz; Sidi Abul Abbas Al-Murcis que vivió en el siglo XIII de nuestra era. Cuando decimos andaluz debe entenderse español, ya que Al Mursi -como su nombre indica- nació en Murcia y no en lo que hoy es Andalucía.

Zocos

Los zocos son otros de los atractivos que podemos apreciar en la magna ciudad.

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Zoco

Entre ellos se encuentran el Suk Libia y el Suk Al- Magharba -o zoco de los magrebies- con sus famosos puestos de hierbas aromáticas y medicinales.

No existe su legendario faro, imán y guía de almirantes, piratas y mercaderes. Ni las agujas de Cleopatra (Ya en su día, se encargaron los expoliadores del mundo de arrancarlas de su sitio y llevárselas a Londres y Nueva York respectivamente), ni sus famosos aljibes, orgullo urbanístico y arquitectónico de su tiempo. Ni la Puerta de Rosseta, que daba entrada al barrio griego. Nada queda de su mundialmente famosa biblioteca.

Pocas, poquísimas cosas quedan para destacar de la fastuosa Alejandría con que soñó Alejandro y cantaron los poetas helenos.

¡Oh Alejandría…….poco has sabido agradecer a aquel que te dio vida, la fe que en ti puso!.

Has vejado el nombre del cual tú lo heredastes entregándote a sucesivos y anónimos salteadores que, solo fueron dejando en ti, la vulgaridad de la que eran portadores. Arrancándote cada uno de ellos, piedra a piedra, mosaico a mosaico, obelisco a obelisco, lo mejor de tu cuerpo, como sucede con las prostitutas de lujo, cuyos cuerpos en nada se diferencian de los de las vulgares rameras, al final de sus tristes vidas.

                                                                                                                           Paco Vidal

* Después supimos que las dejan premeditadamente «sin terminar» Ya que al no estar terminadas, no deben registrarlas, con lo cual no pagan impuestos.

LOS CAMELLOS DE GUIZA

Comienza aquí un trabajo que denominamos «cuna de civilizaciones», en honor a las tierras por las que viajamos, que consta de nueve partes. Cada una de ellas puede leerse por separado, aunque quizás sería mas acertado seguir un orden, sobre todo en el plano geográfico. Con tal fin las hemos clasificados de forma cardinal.

                                 (Cuna de civilizaciones, 1)

¡Todos a Egipto!

 En la década de los ochenta, cuando España empezó a despertar del dilatado letargo político y social que había vivido, el deseo de viajar y vivir in situ  otros mundos y otras culturas, prendió en amplios sectores de la sociedad. Viajar estaba al alcance de las clases medias (por ciertos muy numerosas en aquella época) y hacerlo daba un cierto prestigio social.

Los, «emprendedores» (entonces se llamaban de otra manera) se dieron cuenta del fenómeno y las agencias de viajes surgieron como hongos en pueblos y ciudades.

Por motivos obvios, Egipto figuraba en todos los escaparates y folletos de dichas agencias como destino turístico preferente.

Por motivos obvios, Egipto figuraba en todos los escaparates y folletos de dichas agencias como destino turístico preferente. Como consecuencia, los vientres de los vuelos chárter comenzaron a lanzar oleadas de turistas, sobre suelo egipcio.

Mapa

Todo el que volvía del «País de los Faraones» contaba y no acababa. Sus templos, su civilización, su historia, su mitología. Todo en Egipto parecía que tuviera que ser bueno. Y sabido es que las alabanzas continuadas, llegan a producir rechazo. Si a esto sumamos el factor de que Egipto parecía estar hecho solo para egiptólogos, periodistas y agencias de viajes, quizás sean motivos suficientes para justificar, o al menos entender, que décadas más tarde, el país de los Faraones, aún  no formara parte del contenido de nuestra «Mochila de Viajes».

Cuna de civilizaciones Los colosos (FILEminimizer)
Los colosos de Memnon.

Los que sigan mi Blog ya se habrán dado cuenta que no soy ni lo primero ni lo segundo, y los viajes organizados nos gustan tan poco que, normalmente, nuestros viajes los vamos «organizando» según avanzamos en el mismo.

Pero he aquí que, un día de febrero de la primera década del siglo XXI me encuentro en la habitación de un hotelito de un pequeño pueblo de la Alta Galilea, no lejos de la frontera libanesa, tratando de poner en orden mis apuntes y mis pensamientos, acerca del viaje tantas veces postergados y por fin realizado. Hoy, después de haberlo hecho, pienso que había bastante razón en las dudas planteadas  al principio de este escrito. Ese escondido temor a que Egipto no calase en mí, se ha hecho realidad.

Egipto, sobre todo el de los folletines, los cruceros por el Nilo y los circuitos programados  -a riesgo de ser tildado de paleto, excéntrico o patán-  no me gusta.

Cuna de civilizaciones Leones (FILEminimizer)
Avenida de las esfinges, templo de Amón

Hay que reconocer que la civilización y la  cultura faraónica, con sus templos, palacios y tumbas, son fascinantes. De todos es conocido el grado de perfeccionamiento alcanzado por sus sabios en el control y dominio de las matemáticas, la astronomía, la arquitectura, la ciencia y las artes en general. Sin embargo, justo es considerar que paralelo a este esplendor,  existía una sociedad que subsistía en la más absoluta miseria,tanto física como espiritual, tiranizada, humillada y engañada por la realeza, los escribas y el clero.

Generalmente en los catálogos y folletines que nos hablan de Egipto, lo que nos ofrecen son hermosas fotografías y magnificas perspectivas de sus monumentos. Los mismos existen. Pero, además de tenerlos, las autoridades competentes deberían cuidarlos, cosa que solo hacen de manera muy limitada.

¡Oh España!, Barcelona, Madrid, Al-Ándalus…..

A pesar de jugar un papel preponderante en el mundo árabe, aunque cada día menos. Egipto tiene uno de los niveles de vida más bajos del mundo islámico, si exceptuamos, claro está, aquellos que se encuentran envueltos en conflictos bélicos.

De todos es conocido a la presión que es sometido continuamente el turista en cualquier país árabe, con una oferta de productos y mercancías, la mayoría de las veces engañosa y enmascarada en la por ellos denominada «hospitalidad árabe». Si en general es así, en Egipto llega a ser realmente insoportable. Mucho más que en Marruecos, Túnez o Jordania. En esta última apenas existe.

Cuna de civilizaciones El nilo dos chalupas (FILEminimizer)
Falucas, surcando el Nilo.

La «hospitalidad» consiste en invitarte a tomar un te, y entre sorbo y sorbo tratar de venderte un producto por ocho o diez veces el importe que pagaría por él cualquier nativo. Consiste en llegar a una ciudad, y al ir a tomar un taxi, tratar de sacarte 20 € por un recorrido que no vale ni 3 euros. Consiste en dirigirse a ti por la calle con el clásico  Where come do You from?  Y cuando contestas, de España, exclamar:  ¡Oh de España!, Barcelona, Madrid, Al Andalus, hermano, y acto seguido tratar de convencerte para que le compres, desde la más insignificante de las baratijas hasta el autobús que va pasando por la calle en aquel momento.

¡Joder con los amigos, los hermanos y la hospitalidad!. Aquí espabilas o terminas cargado de escarabajos de bronce  -en realidad son de yeso-  tan refinadamente falsificados que solo te das cuenta del timo cuando los golpeas con un martillo y los dichosos «escarabajítos de la suerte» se convierten en polvo blanco, y los bolsillos vacíos. Lo peor de todo este «patrañeo», es que en el mismo está metido, salvo honrosas excepciones, desde el guía oficial, hasta el personal del hotel dónde te hospedas.

Si a este continuo «estar en guardia» le sumamos  el estado de suciedad y abandono en el que se encuentran la mayoría de los edificios y ruinas, la «experiencia» puede llegar a ser bastante fastidiosa.

Con especial desagrado recordamos la visita al templo Kom Ombo donde se venera al dios Sobek, al que conducen unas calles que, más parecen llevarnos a un vertedero, que a uno de los máximos exponentes de la milenaria civilización egipcia. Una vez en el templo comprobamos que lo visto en las calles solo era el preludio de lo que nos esperaba en la morada de los dioses. ¡Montones de basura y escombros por doquier!.

Cuna de civilizaciones Valle de los reyes (FILEminimizer)
Valle de los Reyes.

 

Francamente, creemos que las autoridades egipcias deberían prestar más atención a la «gallina de los huevos de oro». De no hacerlo, quizás hubiese sido mejor, dejar estas magnificas obras bajo las arenas del desierto. De esta manera, al menos, no se deteriorarían.

Cuna de civilizaciones Policía turistica (FILEminimizer)
Policía turística expulsándonos del recinto de las Pirámides.

El colmo de lo incomprensible nos sucedió visitando las Pirámides de Guiza  y la Gran Esfinge de Jafra (Kefren). Cuando en una visita programada a las mismas, con autobús y entradas incluidas. A las 5 de la tarde la policía turística, encargada de la seguridad del turismo y los monumentos, nos expulsó del recinto de forma violenta, cargando, tanto a pie como con camellos, sobre el grupo de turistas que nos encontrábamos allí.

Cuna de civilizaciones El Cairo (FILEminimizer)
El Cairo, fascinante y caotico.

 

El Cairo es una ciudad, fascinante y caótica al mismo tiempo, sucia y polvorienta, sobre todo si se tiene la mala suerte de llegar a ella en medio de una espantosa tormenta de arena. El viento que soplaba de una manera endiablada, venía preñado de una arena fina y densa, cuyos granos se masticaban en la comida y se bebía con el te y el café, dejando una capa de polvo que impregnaba las paredes de los edificios, las aceras y el asfalto de las calles, las retinas de los ojos y hasta las mismas vísceras de nuestros cuerpos.

 

Dicen los expertos que el que haya conducido en Tailandia, Indonesia, o la India, es capaz de hacerlo en cualquier otra parte del mundo. El que suscribe lo ha hecho en las dos primeras. Sin embargo, no está seguro de ser capaz de hacerlo en esta selva de asfalto que son las arterias cairotas.

¿Cuantos millones tiene El Cairo?

El Cairo es posiblemente la segunda ciudad de África, después de Lagos. Aunque la cifra oficial de habitantes es de 7.500.000, a cada cairota que se le pregunta da una cifra diferente, contestando siempre de forma afirmativa a los millones que el demandante le diga. Así que estos unas veces son siete, otras diez y puede que incluso quince millones.

Cuna de civilizaciones El Cairo y yo (FILEminimizer)
Sugestiva ciudad.

Sean los que fueren, la impresión que da cuando se transita por sus calles es que cada uno de ellos ha nacido con un volante entre sus manos y los dedos pegados al claxon.

Normalmente, en las grandes ciudades la inseguridad se encuentra en las aceras, debido a la delincuencia y otros factores similares. En El Cairo no existe este problema, por sus calles se puede pasear a cualquier hora con absoluta tranquilidad, sin el temor a ser victima de algún tipo de asalto o acto delictivo.

En esta ciudad, que según el decir de sus habitantes, o se ama o se odia, sin que de ella se pueda tener una opinión intermedia, el peligro y la inseguridad están en el asfalto de sus avenidas. Cruzar sus calles puede convertirse en una verdadera aventura ya que, absolutamente nadie respeta los semáforos, o los pasos de cebras.

Se cuenta que unos turistas que veían aterrorizados como el conductor del taxi que los llevaba se pasaba los cruces continuamente con los semáforos en rojo, observan atónitos cómo para en seco al llegar a uno cuyos semáforos están en verde. Preguntado el conductor ¿Porque paraba con el semáforo en verde si anteriormente se había saltado todos los cruces con los semáforos en rojo? Este contesta apático. Porque ahora le toca pasar a mis compañeros.

Generalmente los peatones forman grupos  -de esta forma de proceder debe exceptuarse a los cairotas-  antes de aventurarse a cruzar las grandes avenidas, dónde los conductores, con las manos apoyadas en el claxon, circulan sorteando todo cuanto se le pone por delante, ya sea peatón, vehículo, semáforo o agente de tráfico.

Cuna de civilizaciones Piramide (FILEminimizer)
Milenaria pirámide.

Poco es el espacio de que disponemos, y poco el tiempo que estuvimos en el Egipto maleado, prioritariamente, por un turismo de apergaminada materia gris y abultado bolsillo, para emitir una opinión concienzuda de lo que es, o pueda ser, un pueblo tan controvertido como el egipcio. Así que nadie trate de buscar en estas lineas otra cosa que no sea la sencilla opinión de una observación superficial y simple de este enigmático país.

Si tuviese que describir todo lo expuesto metafóricamente. La descripción podría ser la siguiente: El Egipto turístico es un monstruo, cuyas fauces están en Assuan, el Nilo la arteria que alimenta su cuerpo, y El Cairo la parte más impúdica por la que arroja los excrementos, que a través de los alveolos de su delta desembocan en la cloaca mediterránea.

Paco Vidal

CABO DE BUENA ESPERANZA

(Viaje Austral  I)

La montaña de la mesa                           

La andadura que comenzamos hoy nos llevará por tierras africanas. Nos encontramos en Ciudad del Cabo, donde hemos llegado, después de un largo vuelo desde España, vía Franfurt.

Las experiencias y observaciones que vivamos durante este viaje las iremos desgranando en este y sucesivos artículos para, disfrute o escarnio, de aquellos que estén dispuestos a perder su tiempo en la lectura de nuestras aventuríllas. A veces nos aburrimos tanto en casa que hasta la mas anodina de las lecturas  nos resulta apta para el consumo.

Este «Viaje Austral», comienza en Ciudad del Cabo y pretendemos que la meta final sea en Cataratas Victoria. Después de haber hecho unos 5.000 ó 6.000 kilómetros a través de África del Sur, Namibia, Bobswana y Zimbawe..

Dicen que Ciudad del Cabo es una de las ciudades mas bellas del mundo, además de ser la más antigua del África Austral.

V.A. C.B.E. Ciudad del Cabo (FILEminimizer)
Ciudad del Cabo

Paseando por sus barrios residenciales nos invaden una melancolía y un sosiego, difíciles de alcanzar en cualquier otra ciudad, de su tamaño e importancia. Desafortunadamente, la  estandarizada arquitectura moderna  -mercantilizada y ávida de conseguir el mayor volumen en la menor superficie-   está invadiendo esos hermosos barrios, de calles ondulantes, debido a la orografía del terreno, compuestos por viviendas unifamiliares de uno o dos pisos, para dar paso al cristal y el hormigón.

Desde la Table Montain pueden contemplarse soberbias panorámicas, no solo de la ciudad, sino también de toda la península del Cabo.

A pesar de todo, tiene esta ciudad un encanto especial. Sus atributos naturales, como sus hermosas playas, o su emblemática Table Montain (montaña de la mesa), siguen ejerciendo una  fuerte atracción sobre cualquier viajero que llegue a ella.

V.A. C.B.E. Visatas desde la Table (FILEminimizer)
Panorámica desde la «Table Montain»

Desde la planicie que da nombre a la Table Montain, a la que puede ascenderse ya a pié, ora en el funicular construido para tal fin, pueden contemplarse soberbias panorámicas, no solo de la ciudad, sino también de toda la península del Cabo.

V.A. C.B.E. Rótulo y Pepa (FILEminimizer)
El «Cape Point»

Aunque sus habitantes, sobre todo los blancos, hablan de mucha inseguridad ciudadana, y aconsejan no estar en la calle después del anochecer, a nosotros se nos antoja una ciudad como cualquier otra de sus características en cualquier otra parte del mundo. Cierto es que una de las noches que permanecimos en ella, al transitar por uno de sus barrios, nos encontramos con unos chicos negros que, no sabemos con que intención, intentaron provocarnos. De tal situación salimos con un poco de cintura y mano izquierda.

Si vas a Ciudad del Cabo……    ¡Acercate al Cabo de Buena Esperanza!

Lo realmente recomendable a cualquier visitante de Ciudad del Cabo, es que no desaproveche la ocasión de desplazarse, ya sea en vehículo propio o por medio de alguna excursión organizada, hasta el Cape Point, y el Cabo de Buena Esperanza. A este punto extremo de África se llega a través de la M-65, carretera que, a través de la península nos conduce desde Cape Town hasta ellos, situados a unos cincuenta kilómetros de la ciudad.

Estos puntos, al igual que otros, en otros tantos lugares del globo,  son los imanes que tiran de nosotros, espíritos insatisfechos, y nos hacen movernos, de un imán para otro, siempre que nos lo permitan nuestras obligaciones y maltrechas economías.

Faro de C.B.E.
Cabo de Buena Esperanza.

Llegar a éste lugar del continente africano, subir al promontorio rocoso que lo forma, y otear la linea imaginaria que forma el encuentro de las frías aguas del Atlántico con las cálidas del Índico es un momento para vivírlo intensamente, soñar y solidarizarse con todos aquellos que, en lejanos días, circunnavegaron, con frágiles naves, este mítico lugar, desafiando la furia de los océanos.

Sin saberlo, esta nao fantasma y los hombres que la manejaban, estaban culminando, una de las gestas mas grandes de la historia de la humanidad.

¿Quien es el villano que, desde éste promontorio, no siente un sentimiento de solidaridad hacia aquel puñado de abnegados, exhaustos y harapientos hombres que, en el verano de 1522, circunnavegaban estas latitudes, ayudados solo por el astrolabio, el firmamento infinito y su sapiencia?. Nada de G.P.S., satélites, o estaciones de radio.

Estos hombres eran los 18 tripulantes de la nao VICTORIA, al frente de los cuales iba el vasco-español, (Entonces aún no había nacido Sabino Arana ni existía el P.N.V.), Juan Sebastián Elcano. Eran los supervivientes  – espectros humanos-   de los 265 que partiendo de Sanlucar de Barrameda, en la expedición de MAGALLANES,  tres años antes, en una flotilla de cinco naves, habían ido pereciendo uno tras otro.

elcano_vuelta_mundo
Vuelta al mundo de Juan Sebastian Elcano.

Sin saberlo, esta nao fantasma y los hombres que la manejaban, estaban culminando, al circunnavegar este punto, una de las gestas mas grandes de la Historia de la Humanidad.

¡Estaban terminando de dar la primera vuelta al mundo y demostrando, con ello, la redondez de la tierra!

El viento es impresionante, lo que hace que tremendas olas batan continuamente sobre las rocas que forman la costa. Bandadas de aves, formando caprichosas formaciones numéricas, sobrevuelan las embravecidas aguas, a ras de las mismas, con el fin de sortear el viento que azota continuamente tan apartado paraje.

En sus costas  yacen troncos, hierbas y plantas,  arrancadas de los fondos marinos o arrastradas,  desde lejanas tierras, por las corrientes oceánicas.

De lo contrario, seguro que nos encontraremos el vehículo desvalijado por las manadas de monos que pululan por los alrededores.

No lejos de ambos puntos, formando triangulo con los mismos, existe un restaurante, al que se llega por una carretera asfaltada que discurre entre matorrales y arbustos poco desarrollados, debido  a la inclemencia del entorno, donde se puede saborear (como es habitual en África del Sur) una exquisita carne roja acompañada de un buen caldo originario del país. Todo esto lo disfrutamos mas si, a la hora de pagar, vemos que la relación precio calidad es bastante buena.

VIAJE AUSTRAL mono Cabo de B.E.
Babuino del Cabo de Buena Espaeranza

Solo una advertencia a tener muy en cuenta. A la hora de aparcar el coche debe hacerse con sumo cuidado de que las ventanillas estén izadas y las puertas cerradas con llave. De lo contrario, seguro que nos encontraremos el vehículo desvalijado por las manadas de monos que campean por los alrededores.

Lo mismo vale mientras estemos comiendo, sobre todo si se hace en la terraza del establecimiento. Tan osados son que, aún estando a la mesa, son capaces de, en el menor descuido, arrebatarnos de la misma, comida, bebida u objetos.

V.A. C.B.E. Bicho Mono en parking (FILEminimizer)
Mono acechador en el Parking

Sabedora de ello, la gerencia del restaurante tiene apostados unos empleados, armados de enormes estacas, con el fin de mantener a raya a este ejercito de babuinos desvergonzados.

V.A. C.B.E. Puestos (FILEminimizer)
Puestos de artesanías.

Aprovechando la libertad que nos da el movernos con un medio de locomoción propio (rent a car), volvemos a Ciudad del Cabo al atardecer, dejando a ambos lados de la carretera, gran cantidad de puestos, en los que se pueden adquirir gran cantidad, y a buen precio, de productos de artesanía africana.

Las primeras sombras de la noche caen sobre nosotros cuando enfilamos la Long Street, al final de la cual está nuestro hotel.

Con los albores del nuevo día partiremos hacia el río Orange en la frontera con la vecina Namibia.

                                                                                            Paco Vidal

EL DESIERTO DE NAMIB

                                                                   
                               (Viaje austral II)

Madanmoiselle Pis

 En el mes de enero nuestro astro rey es madrugador en el hemisferio sur. A las seis de la mañana del verano austral, el sol proyecta ya largas sombras de todo cuanto se interpone en su camino. Para que el lector se sitúe le diremos que se traslade a cualquier ciudad del sur de España a la misma hora de un día de Julio.

La Long Street, una de las calles más largas de Ciudad del Cabo, es testigo de cuanto hemos dicho anteriormente, pues sobre ella se proyectan nuestras sombras en el ir y venir en la tarea de pertrechar el camión que nos conducirá a través de desiertos, ciudades y sabanas.

John, el joven surafricano que hará las funciones de conductor-guía, ataviado con un característico sombrero de cuero, es el encargado de dirigir las operaciones.

Como es de esperar en un viaje de estas características, cada uno de nosotros deja aflorar durante el mismo, lo mejor y lo peor de nuestra personalidad.

El grupo está compuesto por jóvenes de entre 20 y 35 años, de las más variadas profesiones y nacionalidades. La excepción es la nuestra que doblamos, y en algún caso triplicamos la edad de algunos de ellos.

V.A. Desierto Namib, El grupo (FILEminimizer)
El Grupo.

Como es de esperar en un viaje de estas características, cada uno de nosotros deja  aflorar durante el mismo, lo peor y lo mejor de nuestra personalidad.

Recordaremos siempre con agrado a la pequeña francesita, «Madanmoiselle Pis», por su simpatía y la pequeñez de su vejiga que la obligaba continuamente a pedir a John: «Please, a pipistop». O  Albert, el grandullón australiano extrovertido, noble y simpático, siempre dispuesto a echar una mano, cuando y dónde fuera necesario. Hacía el viaje, como regalo de sus padres, por haber terminado la carrera de derecho.

Mención aparte merece Bryan, irlandés zafio, racista, fanfarrón y pendenciero que, más que cartero, (oficio que según él profesaba) era el vivo retrato de Guerry Boyle, el sargento de Galway, en la película «The Guard».

V.A. Desierto Namib, Camión copiloto (FILEminimizer)
¡Adelante!

Después de esta sucinta reseña de algunos de los personajes del grupo, volvemos a la ruta y nos situamos a la salida de Ciudad del Cabo dónde paramos en un supermercado para efectuar las correspondientes compras.

Una vez en carretera ponemos rumbo noreste hacia Vioolsdrif, pequeña población que a orillas del río Orange sirve de punto fronterizo entre Namibia y Suráfrica.

El Orange es el segundo río en importancia de todo el sur de África, siendo, con sus 2.000 kilómetros el más largo de Suráfrica, atravesándola de un extremo a otro. Finalmente, después de servir de frontera entre ambos países, como se ha dicho anteriormente,vierte sus aguas al Atlantico. En este tramo final el Fish alimenta el caudal del Orange deslizándose por un profundo cañón que da lugar a uno de los grandes caprichos de la naturaleza.

V.A. Desierto Namib, Puesta de sol con árbol (FILEminimizer)
Atardecer en el Cañón del río Fish.

Los nativos lo venden como «el segundo cañón más grande del mundo» , después del Gran Cañón del Colorado, pero también me afirmaban lo mismo los de Arequipa, en Perú, sobre el Gran Cañón del Colca. Sin necesidad de entrar en el terreno de los superlativos, sea este, o aquel, lo cierto es que ambos son realmente dignos de visitar. El río Fish, a lo largo de 60 millones de años, ha ido socavando este impresionante desfiladero, capaz de satisfacer, por su belleza, los deseos más exigentes. Disfrutar de una puesta de sol desde alguno de los puntos, dispuestos para ello, a lo largo y ancho del cañón es todo un espectáculo.

Sossusvlei

Desde uno de los extremos de la garganta, el oasis de Cobas, lugar dónde pernoctamos, nos dirigimos por pedregosas e interminables pistas, hacia el corazón del desierto de Namib: Sossusvlei.

V.A. Desierto Namib, Rótulo (FILEminimizer)
República de Namibia.

Namibia, con 2.000.000 de habitantes  -la cuarta parte que Andalucía-  tiene una vez y media la extensión de España. Fue el último país africano en colonizarse, y también el último en conseguir su independencia. Primero fueron los alemanes, después los ingleses y finalmente los africaners, por tal motivo, en el país se hablan las tres lenguas, ademas de multitud de lenguas nativas.

V.A. Desierto Namib, Camión con polvo (FILEminimizer)
Piedras y polvo.

Su mayor parte la ocupa el desierto de Namib, del cual tomó su nombre el país, seguido del desierto de la Costa de los Esqueletos y las estribaciones del Desierto del Calahari. De lo dicho se desprende que en  Namibia además de los desiertos ya mencionados lo que podemos encontrar es; más desierto.

En el centro del Namib se encuentra el Parque Nacional de Naukluft, que con sus 23.000 kms./2 (tres veces más grande que el País Vasco) es el más grande del país.  Dentro de esta enorme extensión se encuentra el oasis de Sossusvlei.

Es Sossusvlei un lugar realmente mágico. La arena que las mareas han ido depositando en las costas del cercano océano, son arrastradas hacia el interior, debido a la falta total de vegetación, por los  fuertes vientos reinantes en la zona. Estas continuas nubes de arena han formado las famosas e irrepetibles  -debido a su intenso color rojo-  dunas de Sossusvlei. Algunas de ellas llegan a alcanzar, en su aristada cresta, hasta 300 metros de altura.

Coronar, al amanecer, las cumbres de estas dunas, cabalgando sobre el afilado canto que el viento va modelando, es algo que cualquier viajero que se desplace por estos lares no debería perderse.

Coronar, al amanecer, las cumbres de estas dunas, cabalgando sobre el afilado canto que el viento va modelando continumente, según la orientación de estas y la dirección de aquel, es algo que cualquier viajero que se desplace por estos lares no debería  perderse.

La tormenta

Para satisfacción nuestra, (una experiencia así siempre es deseable) cuándo volvíamos de las dunas hacia el lugar dónde teníamos montadas las tiendas, nos sorprendió una tormenta de arena. ¡Que brutalidad! ¡Cuan salvaje es la naturaleza!. La vimos acercarse y… antes de tener tiempo para reaccionar, había eclipsado el Sol, dándonos escasamente tiempo a cerrar las cremalleras de los plásticos que forman las ventanas de nuestro camión, antes de que nos envolviera un torbellino de millones de granos de arena. El mismo, al que el chófer se había apresurado a parar, era zarandeado por la tempestad y azotado sin piedad por los  pequeños y enloquecidos obuses de sílice.

V.A. Desierto Namib, Camión encima (FILEminimizer)
Oteando el horizonte.

En este momento, resguardado dentro de nuestro camión, no tuve mas remedio que acordarme de aquellas caravanas, cuyos componentes, sorprendidos por esas tremendas tempestades que se desencadenan en el temible desierto sahariano, no cuentan con otra protección que la que puedan ofrecerles su experiencia y la de sus propios camellos.

Después de unos 45 minutos la tormenta cesó. Cesó como había llegado: instantáneamente. Como si la tremenda fuerza del viento, fuese obra de un Dios vengador que, con el poder de sus pulmones, hubiese lanzado un tremendo bufido, capaz de barrer todo lo que se interpusiese en su camino.

Además de oasis, el mismo nos pareció un paraíso, y nuestra rudimentaria tienda un pequeño palacete.

V.A. Desierto Namib, árbol en desierto (FILEminimizer)
A pesar de todo. ¡La vida sigue!

Poco después llegamos al oasis dónde estaba instalado nuestro campamento. Además de oasis, el mismo nos pareció un paraíso, y nuestra rudimentaria tienda, un pequeño palacete.

Aquella madrugada cuando, sobre las tres de la mañana, las necesidades fisiológicas me obligaron a salir de la tienda para expulsar de mi cuerpo el par de cervezas  ingeridas, alrededor del fuego, en la velada de la noche anterior, me encontré con uno de los momentos culminantes de todos mis viajes.

Sobre mí, en el más absoluto silencio, una bóveda de estrellas y constelaciones se disputaba el honor de ser la que más luz proyectase sobre nuestro humilde campamento. Cegado por tanta luz, volví mis ojos al suelo y vi mi sombra sobre el mismo. Sin dudarlo un momento, desperté a mi mujer, y ambos permanecimos  extasiados, sin que contase el tiempo, ante un espectáculo difícilmente repetible.

¡La luz de las estrellas proyectaba nuestras sombras sobre las arenas del desierto!     

                                                                                             Paco Vidal

La Costa de los esqueletos

                                                                                           (Viaje Austral III)

Las dos carabelas

En la primavera del año 1487 dos carabelas, al frente de las cuales iba el marino portugués Bartolomeu Dias, navegaban por orden de su rey, Juan II, en busca del mítico reino del Preste Juan.

Después de aprovisionarse en Costa del Oro,en la actual Ghana, y recorrer la costa angoleña, una desesperante CALMA las mantenía paralizadas en las cercanías del Trópico de Capricornio.

El Sol paseaba sus áureos rayos sobre las placidas aguas del mar, antes de ocultarse por occidente. Por el sureste, en el lejano horizonte, se levantaban unos negros nubarrones, avistados celosamente por el vigía desde su cofa.

Tormentisima
Tempestad en la mar.

Una ligera brisa fue el preludio de la enorme tempestad que se desencadenó posteriormente y que, azotaría las naves durante toda la noche. Al amanecer del siguiente día, la tormenta había cejado en su fuerza destructora pero, para pesar de los navegantes, una espesa niebla envolvía las naos y los hombres. Tan densa era ésta que era mas fácil localizarse por la voz que con la vista. Sin saberlo estos marineros estaban atrapados por uno de los grandes fenómenos que caracteriza a la que mas tarde sería conocida como «Costa de los Esqueletos».

 

Solo la pericia y destreza del gran navegante, y la abnegación de la intrépida marinería, serian capaces de sacar las naves de la mortal ratonera en la que se encontraban.

Solo la pericia y destreza del gran navegante, y la abnegación de la intrépida marinería, serian  capaces de sacar las naves de la mortal ratonera en la que se encontraban. Como consecuencia de ellas, el 8 de diciembre de 1487 arribaban a lo que ellos llamaron; «Golfo de Santa María de la Concepción»  y que hoy se conoce como,Walvis Bay (Bahía de las Ballenas). El punto más al sur, cartografiado por el hombre, hasta aquellos días.

V.A. Costa de los esqueletos Walvis Bay
Walvis Bay (Bahía de las ballenas)

A este lugar llegamos nosotros cinco siglos mas tarde, al atardecer de un soleado día de enero, después de haber estado perdidos, durante horas, por los pedregosos valles del desierto de Namib.

Todo empezó  al amanecer en el oasis de Sossusvlei cuando, a la hora de ponernos en marcha, hacia  nos planteamos la cuestión de hacer la etapa por rutas señalizadas, o bien a través del desierto. solo con la ayuda de la brújula. Hubo votación y, aunque por escaso margen, venció el grupo de los osados. Que sea la opinión de cada lector la que nos ubique en el bando de los perdedores o ganadores.

V.A. Costa de los esqueletos perdidos (FILEminimizer)
¡Perdidos en el Namib!

Para que la maldita Ley de Murphy se cumpliera, sucedió lo que no debería  haber sucedido. ¡La brújula falló cuando debía fallar!.  

 

 

olas de arena
Océano de arena.

Por fin, después de vueltas y revueltas, vadeamos el río Kuiseb y llegamos a Gobabeb. Desde allí, después de unos minutos de relax, tomamos la D1983 que, felizmente, nos condujo a Walvis Bay.

Pocos atractivos (como no sea para las ballenas, debido a su rico plancton y profundas aguas)  encierra esta ciudad de unos 90.000 habitantes, a pesar de lo codiciada que ha sido por las diferentes potencias colonizadoras.

La isla de los pájaros

Desde la B-2, carretera que une los 35 kilómetros que separan Welvis Bay de Swakapmund, lugar a donde nos dirigimos, se puede ver la famosa «Isla de los Pájaros».  Dicha «isla»  no es otra cosa que una plataforma de madera, construida  -tres metros por encima del mar, en 1930, por el alemán Afolf Winter-  con fines comerciales.  Lo que al principio fueron cuatro metros cuadrados, se han convertido en 20.000. En la «isla» anidan y defecan las aves marinas (sobre todo cormoranes).  Los detritos de estas aves (guano) es comercializado por el hombre a razón de 250 a 300 € la tonelada. Si tenemos en cuenta que las dichosas aves son capaces de excretar sobre la «islita» hasta 700 toneladas al año, veremos que Herr Winter era un hombre con visión de futuro.

V.A. Swacopmund, adaptación al desierto (FILEminimizer)
Solución contra el desierto.

Swakopmund , a pesar de ser la mitad de grande  que Walvis Bay  se nos antoja mucho mas atractiva que aquella. Tal vez debido a que después de tantos días de «inglés», a medio entender, por fin podemos disfrutar conversando en alemán con sus residentes.

Su gente ha desarrollado una dinámica industria turística, sobre todo en lo relacionado con el turismo activo, tanto en el mar como en el desierto.

Los alemanes la fundaron en 1892, como puerto marítimo para contrarrestar el poder estratégico que tenía Walvis, bajo dominio británico en aquellos días. Sus edificios lucen una arquitectura germano-colonial que vista en estas latitudes resulta un tanto llamativa, a la vez que exótica.

Mientras el resto del grupo permanecía en el camping montando las tiendas y preparando la cena, nosotros nos fuimos a la ciudad a saborear un suculento «Zigeunerschnitzel»  y a dormir placenteramente en el ATLANTA HOTEL.

V.A. Swacopmund, Atlanta Hotel
Atlanta Hotel en Swakopmund

 

Si cerrase los ojos, pensaría que estaba en España, detrás de la loma de una Cañada Real, al otro de la cual pastaba un enorme rebaño de ovejas recién paridas. Tal es la semejanza  -a la hora de llamar a sus crías-  entre el balido de nuestros ovinos y el sonido emitido por las hembras de los lobos marinos.

V.A. Costa de los esqueletos. Leones marinos
Leones marinos en Cape Cross.

En realidad lo que tenemos ante nosotros es la mayor colonia (hay quien dice que en época de máxima afluencia  puede llegar a haber  miles de ejemplares) de lobos marinos que existe en las costas africanas. Cape Cross, lugar donde está la colonia, se haya a 120 kilómetros al norte de Swakopmund, y a 110 kilómetros al sur del río Ugab que es donde se encuentra la entrada al         Parque Nacional de la Costa de los Esqueletos.

…y mi inquieto espiritu de trotamundos se marcó el objetivo de pisar estas arenas, sentir su soledad y saborear sus silencios.

V.A. Csta de los esqueletos, solo ante el peligro (FILEminimizer)
Pisar estas arenas y sentir su soledad.

Alguna vez, leí en alguna parte:  «Envuelta en la niebla del mar, azotada por las frías olas del Atlántico, bañada por un sol abrazador y cicatrizada por un viento arenoso, La Costa de los Esqueletos alberga los restos de barcos naufragados desde hace siglos», y mi inquieto espíritu de trotamundos se marcó el objetivo de pisar estas arenas, sentir su soledad y saborear sus silencios.

Bien es verdad que no ha sido mucho el trayecto recorrido, ni el tiempo dedicado, a tan sugestivo lugar pero, me consuela el saber que otros, tal vez con mas deseos y derechos que yo, nunca pudieron cumplir, ni siquiera lo, por mí alcanzado. Por otra parte, considero que en los viajes debemos dejar siempre lugares por visitar, con los que poder justificar el retorno a los mismos. Es posible que nunca volvamos pero… ¡Cuan hermoso es tener metas que alcanzar y sueños por cumplir!.

Esta enigmática costa se convirtió, desde la Edad Media hasta finales del siglo XIX, en centinela del Atlántico Sur. Se erigió en el cancerbero que trataba de impedir (en nuestra época le hubiese sido imposible debido a los medios técnicos con que cuenta la actual navegación) que los íberos navegantes  -buscadores de nuevas rutas con oriente, y mensajeros entre el nuevo y viejo mundo-  consiguieran sus objetivos.

La combinación de las frías aguas de la corriente de Benguela con los tórridos vientos del desierto de Namib, originan esas espesas nieblas que sorprendían a los navíos, empujándolos hacia los tentáculos (bancos de arena) que el viento del desierto había proyectado, previamente, mar a dentro. En estos bancos encallaban y quedaban varados los barcos, sin posibilidad de escapar de ellos, ya que un tercer elemento se lo impedían. Las mareas.

V.A. Costa de los esqueletos pecios (FILEminimizer)
Pecios.

Las tripulaciones buscaban su salvación en la costa, pero en esta arenas solo encontraban desolación y muerte, sumando sus esqueletos a los de naufragios  anteriores.

Los barcos convertidos en elementos inertes e ingobernables, iban siendo empujados, por las mareas, hacia tierra firme, hasta quedar convertidos en pecios. Engullidos , a través de los años y los siglos por las insaciables arenas del desierto.

Así se forjó la leyenda de esta tierra, portadora del macabro nombre que la ha hecho temida y añorada: LA COSTA DE LOS ESQUELETOS.

Paco Vidal

 

 

 

ETOSHA NATIONAL PARK

                                                                                             (Viaje Austral IV)

No bajar del vehículo bajo ningún concepto

El Etosha National Park, con una extensión de 22.000 Kms/2,  está situado al norte de Namibia. Su superficie es tan grande como las provincias de Málaga y Almería juntas. Fue declarado Parque Natural en 1.907 por Von Lindekist, a la sazón Gobernador alemán de la entonces colonia germana.

Mapa E.N.P.
Mapa del Parque Nacional Etosha

En aquellos días el parque era mas grande que toda Andalucía, ya que contaba con 90.000 klms./2. Pero después de sucesivas modificaciones, el mismo ha quedado enmarcado en el área que ocupa actualmente.

El núcleo del mismo está compuesto por una laguna, seca la mayoría del tiempo, de 5.000 klms/2 de superficie, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.   La temperatura en los meses de octubre a febrero, verano austral, se mueve alrededor de los 38 grados centígrados.

V.A. E.Park, Manpostas (FILEminimizer)
Grupo de suricatas y su madriguera.

Es este uno de los parques naturales mas grandes de África. permitiendo ademas, debido a lo poca accidentado de su geografía, una buena observación de su rica fauna. Posee el mismo dos puertas principales por las que acceder  a él, ya que se encuentra aislado del exterior por una valla de 2.5 metros de altura que rodea todo su perímetro.

Ubicados en zonas bien visibles existen unos rótulos donde se anuncia que dichas puertas se abren y cierran con la salida y puesta del Sol.

En el interior del parque han construido las autoridades medioambientales namíbias tres zonas protegidas, valladas, a su vez, con una alambrada idéntica a la que enmarca el parque. Los horarios que regulan los acceso a estos campamentos, como sucede con los de acceso al parque, no están determinados por ningún cronometro. Ubicados en zonas bien visibles existen unos rótulos donde se anuncia que dichas puertas se abren y cierran con la salida y puesta del Sol. Después de ocultarse éste, las puertas se cierran y nadie puede entrar o salir del parque, o recintos acotados,  situados en el interior del mismo.

V.A. E.Park, Elefantes (FILEminimizer)
Elefantes en la charca.

Durante el día los visitantes pueden moverse libremente  -ya sea en vehículo propio, o formando parte de algún safari organizado-   por las innumerables pistas que cruzan éste inmenso territorio. La única restricción (debe cumplirse a rajatabla) es: No salir del vehículo bajo ningún concepto. Esta libertad de movimiento nos permite observar todo tipo de animales salvajes en su habita natural.

Nosotros entramos con nuestro camión por la Puerta de Anderson y, desde el primer momento empezamos a ver manadas o rebaños de cebras, antílopes, ñus, etc. Sobre las dos de la tarde nos encontrábamos montando  nuestras tiendas en el campamento de Okakuejo, donde nos preparamos un apetitoso asado compuesto con carne de fauna local.

Por la noche estuvimos observando los animales acercarse a beber a las charcas construidas para tal fin.

Por la noche estuvimos observando los animales acercarse a beber a las charcas «waterlouk», que tan estratégicamente ha construido la administración del parque para tal fin.

Los «Daytours»

Después del desayuno salimos de Okakuejo  buscando los rincones mas alejados de las concurridas pistas, ya que estas se encuentran saturadas por los «Daytours»  que vienen desde Windhouk y por falta de tiempo, solo pueden dedicarse al clásico Safari  fotográfico. Nuestro vehículo 4X4 y nuestro tipo de viaje nos permite, por el contrario, una observación mas cercana y real de esta fauna, conocida por nosotros solo por los documentales de TV o los zoos.

V.A. E.Park, jirafa (FILEminimizer)
Solo 7 vertebras, para tan largo cuello.

Coincidiendo con la puesta del Sol llegamos a Halali, otro de los campamentos situados dentro del parque. Esta vez montamos las tiendas junto a la alambrada que nos protege de esa fauna libre y salvaje que se mueve por la inmensa llanura que nos rodea.

Sentados alrededor de la fogata, la cual prolonga nuestras sombras hacia el impenetrable vacío reinante a la otra parte de la empalizada, los componentes del grupo comentamos  -sabiéndonos observados por infinidad de ojos, ocultos en la obscuridad de esta maravillosa noche africana-  las incidencias y anécdotas del día.

V.A. E.Park, Cebras (FILEminimizer)
Piara de cebras. Todas diferentes.

El cansancio va haciendo mella en nosotros y, unos antes otros después, todos terminamos por retirarnos a nuestras tiendas, donde el cansancio y las emociones vividas nos hacen caer, a pesar de la incomodidad de la cama y la dureza del suelo, en un profundo sueño.

Del mismo me saca un tremendo alarido, quizás graznido. Ya despierto, oigo otro idéntico al anterior. Un escalofrío recorre mi cuerpo, inmovilizándome e impidiéndome correr la cremallera de la tienda para ver de donde viene semejante bramido. Entonces, compruebo que mi compañera se mueve dentro del saco de dormir. Le pregunto si ha oído, a lo que responde afirmativamente, con voz apenas perceptible. Miro el reloj, sus manecillas marcan las tres de la madrugada. Mi mujer me extiende su mano, yo la aprieto con fuerza, nada decimos. Fuera, el embarazoso silencio es roto de nuevo. Esta vez por el canto de una rapaz, que en esta ocasión resulta francamente agradable a nuestros oídos.

Nadie hace ningún comentario, pero en el ánimo de todos está el ver, siquiera con los prismáticos, al gran SIMBA.

En el trópico amanece pronto, a las seis de la mañana, después de levantar el campamento, nos ponemos en movimiento en busca de nuestra pieza mas escurridiza.Nadie hace ningún comentario, pero en el ánimo de todos está el ver, siquiera con los prismáticos, al gran SIMBA.

V.A. E.Park, Elefante (FILEminimizer)
Hermoso ejemplar.

Nos deslizamos por la margen derecha de la gran laguna, nadie dice nada, el silencio es roto, solo por el ralentí del motor del camión al deslizarse lentamente por la pista de graba. La noche antes ha llovido sobre esta zona del parque. Los pastos están húmedos y, grandes manadas de ñús, cebras y antílopes pastan plácidamente en la inmensa pradera. A nuestra izquierda, alguien distingue un hermoso ejemplar de elefante que se encuentra arrancando a tiras la corteza de una acacia. Nos salimos de la pista para observarlo mejor, pero tanto nos acercamos a él que éste, enfadado, da un gran bufido…retrocede unos pasos y se planta, dirigiendo su desafiante figura hacia nosotros. Como quiera que nuestra intención no es molestarle (y además no conocemos sus intenciones, ni deseamos medir sus fuerzas) damos media vuelta y nos alejamos de él.

Simba, el depredador

A cierta distancia se distingue un enorme termitero, y cerca de él, semi ocultos por unos arbustos, unos bultos que se mueven. Nos acercamos, todo lo sigilosos que podemos y, efectivamente, a no más de 50 metros de nosotros hay una familia completa del rey de los depredadores.

V.A. E.Park, Coyote con leones (FILEminimizer)
Chacales esperando el festin.

La pareja y tres cachorros están devorando un ñú  -cazado probablemente la noche anterior-  mientras gran cantidad de chacales merodean por los alrededores a la espera de que los propietarios del festín sacien su hambre.

La escena que presenciamos es muy común en los documentales que nos ofrece la National Geografie, pero como sucede con tantas otras cosas, es muy distinto verlo desde el sofá de casa que hacerlo en directo.

Los padres, ya ahítos, yacen tumbados, cuan largos son, y observan a sus cachorros dar cuenta de los restos de su victima, además de cuidar que no se acerque ningún carroñero. Pasado un tiempo el macho se levanta, se mueve perezosamente de un lado para otro y finalmente, se dirige directamente hacia nosotros.

V.A. E.N.P. Patriarca en charca (FILEminimizer)
El patriarca en la charca.

Se detiene en una charca existente a unos diez metros de nuestro camión, bebe durante unos minutos, y sin dignarse mirarnos se pierde entre los matorrales que hay a nuestra derecha. Poco después es la madre la que, seguida de sus tres cachorros, sigue la estela que, minutos antes, había marcado el patriarca. Los chacales, una vez desaparecidos los leones, acuden en manada a terminar los restos del banquete dejado por sus hermanos mayores.

V.A. E.Park, Simba se marcha (FILEminimizer)
Después de comer y beber…la siesta.

 

En Etosha el ciclo de la vida sigue su curso y nosotros, satisfechos en nuestro ego, decidimos avanzar en nuestro viaje, rumbo a otro de los paraísos naturales de África: EL DELTA DEL OKAVANGO.

 

Paco Vidal

 

 

DESCONOCIDO OKAVANGO

                                    (Viaje Austral V)

Caminos polvorientos

Rundu, ciudad a la que llegamos sobre las tres de la tarde, está situada a orillas del río Cubango. El cauce de este río sirve de frontera -natural y política- con la vecina Angola, durante gran parte de su recorrido.

 Sucia y populosa, Rundu responde al estereotipo que en Europa tenemos formado de las ciudades africanas. Ningún paralelismo podemos establecer entre esta y cualquiera de las ciudades  en las que hemos estado anteriormente en este viaje.

Las únicas calles asfaltadas, aunque completamente llenas de baches, son las dos principales que cruzan la ciudad de norte a sur y de este a oeste, siendo las restantes polvorientos caminos, llenos de basura maloliente.

En contraste con lo anteriormente dicho, se aprecian gran cantidad de supermercados, repletos de mercancías y gente que  las compran. Los comercios están equipados con aire acondicionado y su aspecto -sobre todos los de ropa y electrodomésticos – se encuentran limpios y ordenados como los de cualquiera de nuestras ciudades.

La población, en la que apenas se ven ancianos, está compuesta por gran cantidad de etnias diferentes. Sobre las que destacan los jóvenes. Esbeltos y de gran belleza, tanto hombres como mujeres.

La indumentaria que portan es de lo mas variopinta, viéndose desde los mas harapientos y lleno de mugre, hasta trajes limpios y elegantes aunque un poco desfasados, con relación a nuestros estándares.

Durante el trayecto desde Etosha hasta Rundu nuestro camión transita por polvorientas carreteras que se abren paso entre bosquecillos de arbustos, salpicados de vez en cuando, por algún que otro árbol propiamente dicho. La geografía está salpicada de pequeñas aldeas de cabañas circulares de adobe y techos cónicos de paja. Ninguna de las mencionadas viviendas llega a los cuatro metros de diámetro.

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viviendas

Estos núcleos habitados están compuestos por  diez o quince cabañas, rodeadas por una empalizada de troncos, con un gran árbol, dentro o fuera del recinto. Este árbol hace las funciones de «plaza del pueblo». A su sombra se sientan sobre el arenoso suelo gran cantidad de personas, sobre todo mujeres, rodeadas de numerosa prole.

Estos núcleos siempre están ubicados en un claro del bosque, talado hasta la última rama, excepto el árbol al cual nos referíamos anteriormente.

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niños jugando

Al borde de las carreteras, nos saludan, a nuestro paso, gran cantidad de niños con suaves gestos de sus pequeñas y sucias manitas. Siempre con una sonrisa en los labios y moviéndose al ritmo de no se sabe que música oculta. ¿Tan desarrollado está el sentido musical de esta gente que hasta en el desagradable ruido del motor de un camión encuentran ellos un acorde al son del cual bailar?.

Con negros nubarrones en el horizonte y el sol ocultándose tras unas lejanas colinas, instalamos nuestro campamento a orillas del río Okavango. En las tranquilas aguas del río se reflejan las tierras angoleñas de la otra orilla, mientras por el centro del cauce se desliza una canoa, empujada por un muchacho negro que rema perezosamente.

Al amanecer del nuevo día nos ponemos en movimiento hacia la vecina Boswana. Poco antes de llegar a la frontera de dicho país – como si nos quisieran  avisar de la proximidad de la misma- una manada de monos – compuesta por cincuenta o sesenta individuos- tiene invadida la calzada. Al acercarnos se apartan cansinamente, trepando a los árboles mas cercanos desde donde nos contemplan, no se si con curiosidad o hastío.

Los tramites fronterizos – al igual que en la frontera entre Suráfrica y Namibia– son puramente rutinarios, sin el más mínimo contratiempo o inconveniente.

En Gumara, ciudad destartalada, sucia y polvorienta, nos espera un camión, de aspecto militar y tracción total, al que trasladamos todos nuestros enseres.

Mientras efectuamos nuestro trabajo, un enjambre de niños observa desde cerca nuestros movimientos. Con los mismos compartimos comida y chucherias, las cuales no fueron solicitadas por ellos en ningún momento. Mostrándose, no obstante, muy agradecidos cuando se las ofrecimos.

Humedas tierras

Desde Gumara nos adentramos por pantanosas tierras hacia el interior del mayor delta del mundo en tierra firme, el Delta del Okavango. Este río nace en  la meseta de Bié en tierras congoleñas y desaparece en el desierto de Kalajari, formando este inmenso delta de unos 20.000 Km. cuadrados sin haberse asomado a ningún mar.

Después de, aproximadamente, una hora de viaje, llegamos a un lugar paradisiaco, a orillas de uno de los innumerables brazos con que cuenta aquí el Okavango. Cargados con todas nuestras pertenencias, nos embarcamos en una lancha fuerabordas y empezamos a deslizarnos por las tranquilas aguas deleitándonos con la exuberante flora y la rica fauna de este indescriptible lugar.

Tan pronto navegábamos  por estrechos canales naturales, cuya intrincada vegetación casi nos impedía el paso, como de repente, desembocábamos en espacios abiertos, en cuyas orillas anidan las innumerables aves que habitan estos parajes.

Durante este continuo zig-zag  fuimos a parar a una laguna donde donde chapotea un grupo de enormes hipopótamos. El guía detiene los motores y deja que las aguas mezan suavemente nuestra embarcación, mientras la suave corriente nos acerca hasta unos metros de distancia de los impresionantes mamíferos. Estos, en lugar de asustarse, curiosos se acercan a nosotros, con continuas zambullidas, mientras expulsan hacia arriba grandes surtidores de agua.

Mientras, en las orillas -semiocultos por la tupida red de plantas acuáticas – se deslizan sigilosamente  hacia el interior de la alguna, enormes cocodrilos, de los que solo alcanzamos a ver sus terribles espinazos.

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mantener la distancia

Antes que se acerquen demasiado, nuestro guía palmotea con sus manos sobre el metal de la lacha y, poniendo los motores en marcha, nos alejamos por uno de los brazos que vierte sus aguas a la laguna. En nosotros queda la sensación de haber vivido uno de esos momentos que después recordaremos durante largo, larguísimo tiempo.

Desde el lugar donde montamos nuestro campamento, abrigado por enormes árboles con el fin de protegernos de las manadas de elefantes que se pasean por el bosque durante la noche, puede contemplarse un atardecer de los que alimentaron nuestros sueños viendo películas como: «Memorias de Africa».

Las aves surcan el cielo, rápida o perezosamente, según su tamaño o especie. Mientras, nuestro campamento va quedando envuelto en una obscuridad absoluta, solo iluminado por las llamas del fuego encendido en el centro del mismo.

Los múltiples, estridentes y a veces espeluznantes «ruidos» nocturnos de la selva africana no son los mejores compañeros para conciliar el sueño, (sobre todo si toda tu protección consiste en una simple tienda de campaña). Pero al fin el cansancio puede mas que todas las emociones.

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nuestra vivienda en Africa

Con el crepitar del fuego, mantenido encendido durante toda la noche, por razones obvias, me despierto cuando las últimas estrellas dejan de brillar en el firmamento y las gotas de rocío capturan las primeras luces del amanecer. Salgo de mi tienda, y con la cámara en ristre voy a salir al lindero del bosque, cuando uno de los componentes del grupo de nativos que nos acompaña – en un rudimentario ingles- me advierte que no me aleje demasiado del campamento.

El significado de estos consejos los entiendo  cuando al alejarme 150 ó 200 metros del lugar donde están instaladas nuestras tiendas, descubro unas huellas de elefantes ( cuyos diámetros no serian inferiores a 25 ó 30 centímetros ) acompañadas de los excrementos dejados allí durante la noche por el paquidérmico animal. No solo entendí el significado de las palabras, sino que un escalofrío recorrió mi espinazo, cuando al salir, algo más tarde, a recorrer los alrededores acompañados por el guía, éste nos mostró las huellas dejadas durante la noche por una familia de leopardos que había estado merodeando nuestro campamento, mientras nosotros dormíamos.

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Veinticinco centímetros de huella

 

Con frecuencia -a lo largo de nuestro viaje- hemos olvidado que nos encontrábamos en el corazón del África negra, donde convivir con esta fauna es tan común como hacerlo en nuestro entorno con nuestros animales domésticos.

La jornada la comenzamos recorriendo diferentes parajes en Mokoro, el único medio que conoce ésta gente desde tiempos ancestrales, para desplazarse por las poco profundas aguas de éste extenso pantanal que forma el Delta del Ocavango;  Una Mokoro que no es otra cosa que una canoa de cinco a siete metros de longitud, hecha con el tronco de un árbol al vaciarlo. Estas rudimentarias embarcaciones son utilizadas en todo el delta, para el transporte de personas y/o mercancías, mientras el conductor – de pies sobre ellas – las desplazan apoyando una pértiga – de 2 a 3 metros de larga – sobre el arenoso lecho.

En este deambular a bordo de las Mokoros nos acercamos a la aldea de los remeros, perdida en alguna de los innumerables  islas o islotes que componen el delta. La aldea es un conjunto de veinte o veinticinco chozas circulares de unos cinco metros de diámetro, en cuyo habitáculo pernocta toda la familia, sin división alguna que separe a padres de hijos o hermanas de hermanos.

Durante el día todo se hace en el exterior, no empleo el termino «en la calle» ya que  calles  no existen. En el exterior se vive, se tejen cestos, se cocina, se come, se arregla la ropa o se espulga a los niños.

Cerca de cada choza existe un rectángulo de, aproximadamente, un metro de ancho por metro y medio de largo  -construido de cañas- con un agujero en el suelo donde se depositan las heces.

No hay electricidad, ni agua corriente, ni la mas elemental señal de higiene o urbanismo, no hay nada de nada. Solo los habitáculos circulares diferencian a estos seres de los animales que les rodean.

Ante el abismo que separa nuestra forma de vivir de la de estos pueblos, los interrogantes y las dudas asaltan mi mente y mi espíritu. Miles de preguntas surgen ante mí. Preguntas, dudas, e interrogantes para las que no tengo respuestas.

Horas mas tardes, cuando de sus primitivas Mokoros nos trasladamos a las lanchas fuerabordas que nos devolverán a nuestra civilización, una profunda congoja y una fuerte angustia se apoderan de mí; al ver como esta gente, con la que hemos convivido los últimos días, agitan sus brazos en señal de despedida. Unos desde el barrizal de la orilla, otros de pies en sus primitivas canoas. La mayoría apoyados en sus pértigas con la mirada perdida, no se sabe donde, y una sonrisa indefinida en sus labios.

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Pantanoso Okavango
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Hipopótamos en la bañera

 

 

Nosotros volvemos a nuestro mundo lleno de lujos, hipocresías y banalidades, ellos al suyo; sobrio, primitivo y falto de todo. A mis labios aflora la pregunta; ¿Hasta cuando?

                                                                                                                             Paco Vidal

LA HUMAREDA QUE RUGE

                                                                                           (Viaje Austral VI)

Terminar con el furtivo

Abandonamos el Delta del Okavango, pero permanecemos en Boswana. En una de las zonas mas africanas de África. Uno de los lugares que más impresión nos ha causado de nuestras correrías por los caminos de ésta, nuestra maltrecha y maltratada tierra. Tal vez por ser uno de los sitios dónde más hemos convivido con su gente y dónde más aislados del mundo exterior hemos estado.

Aún hoy, a pesar del tiempo transcurrido, cuando en mi cómodo y confortable entorno, pretendo dar forma al último de los trabajos de este viaje por el continente africano, aparecen ante mí los gestos de sus gentes , y la salvaje y sobrecogedora belleza de su entorno.

V.A. Cataratas, Ambos en camión (FILEminimizer)
Por los polvorientos caminos de África

Siempre avanzando hacia el este -unas veces por pistas, otras por maltrechas carreteras, y las más; dejando atrás estériles, rojizas, y polvorientas tierras- llegamos a otro de los importantes parques nacionales con que cuenta Boswana: el Chobe National Park.

 Fue Boswana, uno de los primeros estados del África Negra, que se dió cuenta de la gran importancia que tendría el turismo en el futuro de su economía. Un turismo anhelante de la observación de la naturaleza y la vida salvaje. Por tal motivo, para evitar la sangría que estaba suponiendo el exterminio de gran parte de su fauna, dictó leyes sin precedentes, no solo en África, sino en todo el mundo.

Lo que no sabemos, por no estar a nuestro alcance, es si los 40.000 € que pagan los Jefes de Estados y potentados del mundo por matar un elefante  en uno de estos parques, van a las arcas del Estado o a los bolsillos de los sátrapas de turno.

Los guardabosques, encargados de la conservación de sus parques, recibieron ordenes estrictas de no avisar a los cazadores furtivos, sorprendidos dentro de las áreas protegidas.  Cuando estos guardabosques detectaban algún furtivo dentro de un Parque Nacional, lo primero que hacían era disparar sobre el mismo, y posteriormente, se llevaba a cabo la correspondiente investigación. Lo contrario de como se procede en los llamados Estados de Derechos. Esta rigidez en la aplicación de las normas, hizo que los furtivos se desplazasen a otros países más permeables. Lo que ocasionó que las Reservas de Vida Salvaje de Boswana posean una de las faunas más abundante del continente africano.

V.A. Cataratas, Elefantes ante cataratas (FILEminimizer)
Entre 20.000 y 40.000 € la pieza.

Lo que no sabemos, por no estar a nuestro alcance, es si los 40.000 € que pagan los Jefes de Estados y potentados del mundo por matar a un elefante en uno de estos parques, van a las arcas del Estado o al bolsillo de los sátrapas de turno. Aunque en honor a la verdad debemos decir que Boswana es uno de los países con menos índice de corrupción de África.

El establecimiento e implantación  de estas leyes, además de evitar la posible desaparición de determinadas especies, ha facilitado la proliferación de animales y la observación de escenas increíbles. Fue en el Chobe donde disfrutamos viendo como dos jóvenes cachorros eran amaestrados, por dos leonas adultas, en la caza de una de sus presas favoritas: las gacelas.

El río Chobe es otro de los grandes atractivos de este parque. Este afluente del Zambezi sirve de frontera entre Boswana y Namibia a través de ese laberinto geográfico, creado por el colonialismo, que es la franja de Caprivi. En él, infestado de inmensos cocodrilos, estuvimos navegando entre manadas de enormes hipopótamos, cuyos lomos al emerger sobre las tenebrosas aguas fluviales semejaban fangosos islotes.

¡Malditos «libertadores»!

Finalmente, después de soportar una espantosa noche de apocalípticos truenos y torrenciales lluvias en Kasane, lugar donde montamos nuestro campamento. Con los pasaportes y los enseres empapados, entramos en el esquilmado Zimbabue. Victoria Falls, meta final de nuestro viaje, se encuentra a escasos kilómetros de la frontera, y hacia ella nos encaminamos.

Blancas nubes de algodón se mecen sobre el cielo azul del verano austral, dando a Victoria Falls un aspecto atrayente y soñoliento cuando entramos por la Liwingstone Way un mediodía de últimos de noviembre.

Ninguna Agencia de Noticias de los países civilizados se preocupa por Zimbabue. Este país no es rentable para ningún medio de comunicación.

Su gente, que vivió un periodo de paz y prosperidad en los años posteriores a su independencia, padece ahora una espantosa miseria económica y social originada por el mismo partido y el mismo hombre que en aquellos días fueron aclamados como héroes.

Ha sido una practica muy común entre los «libertadores» en general, y los africanos en particular, el convertirse en crueles tiranos, de aquellos pueblos que liberaron, una vez alcanzado el poder.  Robert Gabriel Mugabe, hijo de un humilde carpintero, no tenía  porqué ser una excepción. Luchó contra el colonialismo y el Apartheid al frente del ZAPU ( Unión Popular Africana de Zimbabue ) hasta conseguir que la mayoría negra (95%) arrebatara el poder a la minoría blanca (5%).

Mugabe, mugabe
Robert Gabriel Mugabe

Su partido, con él como Primer Ministro, llegó al poder el 31 de diciembre de 1.987 y en él permanece hasta nuestros días, aunque para conseguirlo hayan tenido que recurrir a todo tipo de patrañas,  marrullerías, e incluso, crímenes. Con el fin de perpetuarse en el poder han conducido a la población a sangrientos enfrentamientos  étnicos y raciales.

Tales desmanes a llevado al país a una hiperinflación que hace que los precios se dupliquen cada 24 horas. El desempleo alcanza el 80% a pesar de que millones de zimbabueses han emigrado a África del Sur en busca del trabajo que les niega Robert Mugabe, portador de la Orden Nacional José Marti, concedida por otro régimen dictatorial como el suyo. El cubano. Hoy, sin embargo hasta Cuba ha retirado su apoyo a este esperpento de estado, y los únicos valedores que les queda son: China Gabón y Venezuela.

La sanidad y la educación se encuentran en estado de quiebra. Lo que no quita que el dictador más longevo de África  gaste en cualquiera de los banquetes que organiza en su residencia presidencial  (cuando se cansó de ser Primer Ministro mutó a Presidente, puesto que ocupa en la actualidad) sumas superiores a los 200.000 euros. En estos banquetes alardea, ante el aplauso de sus aduladores, que piensa seguir en el cargo hasta cumplir los 100 años.

Cecil_Rhodes_ww
Cecil Rhodes.

 Si tiene la suerte de llegar a esa edad, seguro que su endiosamiento superará al de su predecesor  y Zimbabue pasaría a llamarse Mugabesia, o algo similar. El último gobernante blanco de Zimbabue, Cecil Rhodes, llamó al país Rhodesia, en honor a su propio nombre. 

¡Viajar es gozar, sufrir, reír y llorar con la gente de los lugares que se visitan y por los que se pasa!

No es nuestra intención escribir crónicas políticas de los países que visitamos, pero también es verdad que en uno de nuestros trabajos anteriores decíamos: «Viajar es gozar, sufrir, reír y llorar con la gente de los lugares que se visitan y por los que se pasa» y, francamente por el Zimbabue actual no se puede pasar sin sufrir y, a veces, hasta llorar.

A nosotros los zimbabueses nos parecieron gentes sencillas, hospitalarias e incapaces de cometer los actos que se les atribuyen entre etnias del propio país y contra los colonos blancos. Pero, ¿ quien iba a pensar a finales de junio de 1936  que , tres años mas tardes, al finalizar nuestra Guerra Civil,  habría 1.000.000 de muertos sobre los «yermos paramos de España» ?.

V.A. Cataratas, Puente sobre el Zambeze (FILEminimizer)
Puente sobre el Zambezi.

Victoria Fall es una ciudad nacida  -al borde de las cataratas del mismo nombre-  del viejo poblado que construyeron los trabajadores que llevaron a cabo parte de esa faraónica obra urdida en la mente del megalómano Cecil Rhodes, de unir, por medio de un ferrocarril trans-africano Ciudad del Cabo y El Cairo.

Las Cataratas Victoria

La ciudad está llena de establecimientos donde puede contratarse cualquier tipo de actividad, desde un paseo por la senda que transcurre al borde de las cataratas hasta un raffting por el río de aguas blancas mas peligroso del mundo. El Zambezi.

V.A. Cataratas, Liwingston (FILEminimizer)
Livigstone, aquí está su corazón.

«La humareda que ruge» (Mosioatounya), como denominan los nativos a las Cataratas Victoria, nos recibió a primeras horas de la mañana con la imponente estatua del primer hombre blanco que la contempló, allá por el año 1.855. Livingstone. La estatua está ubicada al comienzo del recorrido, junto al «Salto del Diablo». Construida en bronce, con un enorme pedestal, en el que se yergue la figura del más grande explorador que ha tenido África. Odiado y temido por esclavistas y tiranos. Amado y respetado por los hombres y mujeres humildes del continente africano, donde descansa su corazón, pero no su cuerpo. Sus ojos miran a lo lejos, por encima del borde desde dónde se desprenden las embravecidas aguas, como queriéndonos hacer comprender que África es mucho más que estas, aunque maravillosas, simples cataratas.

V.A. Cataratas, Pista y panoramica (FILEminimizer)
Cataratas Victoria, «Mosioatounya»

Este capricho de la Naturaleza, que forma el río Zambezi al desprender en épocas de lluvias la impresionante cantidad de 550 millones de litros de agua por minuto a lo largo de 1.700 metros por una vertical de hasta 100 metros de profundidad, forma una nube de espumas que se eleva a más de medio kilómetro de altura. Esta columna es visible, a través de la inmensa llanura, desde una distancia que supera los 70 kilómetros.

V.A. Cataratas, Baño (FILEminimizer)
Baño en las Cataratas.

Aquí estamos, junto a este Capricho de la Naturaleza, como hemos dicho anteriormente, y aquí termina nuestro viaje a través del continente africano. Hemos recorrido 5.654 kilómetros con un camión, cuyos sistemas de calefacción o ventilación, solo lo componían la subida o bajada, dependiendo de las condiciones meteorológicas, de sus persianas de lona                                                                                   y plástico.

V.A. CATARATAS Chacal (FILEminimizer)
La hiena.

Hemos oído aullar al chacal y la hiena. Hemos visto cazar al león y huir despavoridas las manadas de gacelas Hemos visto dormitar  -en las orillas de los ríos-  al cocodrilo y surcar los aires al carroñero karibú. Hemos convivido con otras razas y pueblos, gozando con sus danzas y penando con sus desgracias.

V.A. CATARATAS Tienda de campaña (FILEminimizer)
Al final de la plaza, nuestra casa.

Hemos dormido sobre el duro, reseco y árido suelo de estepas y desiertos, sobre las pantanosas tierras de los deltas y orillas de los ríos. Pero también de los mantos vegetales que forman las áreas selváticas de éste hermoso, apasionante, incomprendido y, siempre deseado continente.

Solo en un par de ocasiones, lo hicimos en hoteles, pero podemos asegurar que los recuerdos más emocionantes, gratos y duraderos que mantenemos, no son, precisamente, los de ese par de noches, tan parecidas y rutinarias como cualquieras otras de nuestras vidas.

Estamos al final del viaje, y ya buscamos nuevas metas. Lo más importante no es llegar a ellas, lo que importa es soñar. El ser que se conforma con lo conseguido, a empezado a morir. Avanzar, soñar con nuevas metas, es vivir.

                                                                                           Paco Vidal