¡QUE FLOREZCA EL NEGUEV!

 

De la vara de Moisés al polietiléno

Atravesar Israel de norte a sur, de este a oeste, y no  dedicarle un apartado especial a algo tan preciado y necesitado por este pueblo como es el agua; podría   clasificarse como grave error o imperdonable olvido.

El no querer cometer ni lo uno ni lo otro, es lo que nos lleva a convertir el vital elemento en protagonista del último de los trabajos dedicados a estas tierras, durante las últimas semanas, en nuestro viaje por Oriente Medio.

Ya en las Sagradas Escrituras nos damos cuenta de la importancia que tuvo siempre el agua para este pueblo. Cuando, ante tan arduo problema, se recurre a la sagrada vara de Moisés para dar solución a un dilema tan difícil como insoluble.

Ruinas de Avdat
Ruínas de Avdat

Mas tarde, los nabateos  -emparentados, al menos territorialmente, con los hebreos-  desarrollaron las más sofisticadas técnicas para el aprovechamiento de tan preciado elemento, en estas latitudes. Aún hoy pueden apreciarse dichas técnicas en la ruinas que quedan de éste mítico pueblo. Sobre todo en Petra y en Avdat , en pleno desierto del Neguev.

Miles de años mas tarde, viajando por las carreteras del estado de Israel, podemos apreciar como este pueblo está aplicando las viejas artes, pero con conceptos y métodos totalmente innovadores.

En el norte del país, donde la pluviometría alcanza cotas infinitamente mas altas que en el extenso y sediento sur, captan y almacenan las aguas por medio de  múltiples y laboriosos sistemas de canales, pantanos, y pequeños embalses. A partir de estos, las mismas son conducidas, a través de una compleja red de tuberías, que cual fantasiosa tela de araña se extiende de norte a sur, horadando el subsuelo del país. Por estos kilómetros y kilómetros de conductos es transportada el agua sin que por ello se pierda una sola gota de este oro líquido.

Bomba de agua en pleno desierto
Bomba de trasvase en pleno desierto

Todo Israel está cruzada por inmensas arterias de acero y polietileno, cuyo eje principal va desde los Altos del Golán, Lago Tiberiades,  Baja y Alta Galilea hasta, alcanzar el extremo sur, después de atravesar e irrigar el abrasador desierto Neguev, cuya extensión cubre mas de la mitad de la superficie del país.

Estación de bombeo
Estación de bombeo

Los sistemas de riego  -al contrario de lo que sucede con demasiada frecuencia en nuestro país-  nunca usan canales o acequias, ya que la perdida de agua, bien por evaporación o filtración, es en ellos demasiado importante, al menos para un pueblo que tan necesitado está de ella.

Resulta sorprendente deslizarse por una carretera (que se abre paso a través de un desierto sin ningún signo de vida, ya sea animal o vegetal) y desembocar de repente, después de salir de una curva o haber superado un cambio de rasante, ente las primeras casas de una ciudad de amplias avenidas, adornadas con infinidad de parques y jardines en los que crece una rica y variada flora. Esta es concienzudamente seleccionada, con el fin que la misma exija la menor cantidad de agua posible, a las interminables arterias y alveolos, de metal o polietileno, que forman el entramado del riego por goteo que hace florecer la vida allá donde, hasta hace relativamente poco, solo había escorpiones, víboras y lagartijas.

Operación Moisés

Es la riqueza de todo tipo de minerales del subsuelo del Neguev (aquí sitúa la leyenda las famosas Minas del Rey Salomon) lo que ha servido de reclamo a las    riadas de emigrantes, que llegan constantemente de todas las partes del mundo, a establecerse en el mismo. Este flujo continuo ha hecho que surjan ciudades, pueblos y kibutz en lugares donde nunca antes hubo mas que arena y desolación.

El fin fundamental de estos asentamientos tiene como meta el crear plantas industriales en las que procesar los minerales extraídos de las minas. Abaratando con ello los procedimientos de trabajo, ya que al elaborarse allí donde son extraídos se evita el capítulo del transporte.

De manera especial nos llamaron la atención tres de estos emplazamientos. Entre otras cosas, los mismos son un vivo exponente de la diversidad étnica que abarca hoy en día el estado de Israel.

Los tres ejemplos que tomaremos como base abarcan desde una ciudad media-grande hasta el clásico kibutz, pasando por un pueblo de medianas proporciones.

La conquista del desierto; Beersheba
La conquista del desierto: Beersheba

Beersheba, que significa «Pozo del Juramento», es una ciudad de casi 200.000 habitantes, en su gran mayoría de procedencia eslava y Olins (judíos etíopes, transportados a Israel desde Sudan, por helicópteros israelitas en la sorprendente y rocambolesca  Operación Moisés allá por la década de los ochenta).

El Génesis nos dice que fue en la vieja Beersheba donde Abraham abandonó a su concubina Agar, junto con su hijo Ismael, después del nacimiento de su hijo Isaac.

Nosotros llegamos a ella por la ruta 40, procedentes de Mitzpe Ramón después de dejar atrás inabarcables extensiones de inhóspitos y desérticos parajes, solo salpicados de polvorientas explotaciones mineras,  y alguna que otra mancha verde, formada por la implantación de algún kibutz.

Es la ciudad mas grande del Neguev con amplias avenidas formando cuadrículas, lo que permite contemplar desde las interseccines de las mismas las solitarias y yermas montañas que forman su horizonte.

Sin embargo, en sus ajardinadas calles, de amplias terrazas y modernos edificios, bulle la vida como en cualquier ciudad del mundo.

La vida, y la muerte, como en la mayoría de las ciudades de esta ensangrentada tierra, ya que el 31 de Agosto de 2004 Hamás llevó a cabo dos ataques suicidas con bombas, como consecuencia de los cuales perdieron la vida 16 personas.

Mitzpe Ramón:  Situado al borde del inmenso cráter Makhtesh Ramón, de 40 kilómetros de largo por 8 de ancho y hasta 500 m. de profundidad, fue fundado en el año 1956 como campamento por los obreros que construían la ruta 40 que une Tel Avic con Eilat, a través del sediento Neguev.

Hoy en día es un pueblo en cuya periferia existen un par de urbanizaciones, que por su composición de casas inifamiliares, con verdes y cuidados jardines, podría confundirse perfectamente con un pueblo de la verde y lluviosa Tasmania.

En él se encuentra la interesantísima Escuela de Campo S.P.N.I. dedicada a la investigación y estudio de la flora y la fauna del entorno.

Sede Boker:  Lugar casi mítico, a pesar de ser un simple kibutz.

Famoso en todo el país por ser el lugar donde está enterrado David Ben Gurión,   fundador del estado israelí, y uno de los hombres que mas cargos públicos haya ocupado en la historia de Israel.

Se cuenta que, en una ocasión que Ben Gurión volvía a Jerusalén desde el sur del país, allá por el año 1953, encontró este kibutz, fundado el año anterior por un grupo de pioneros que había luchado en esta zona en la guerra del 48.

Al contactar con ellos y ver el empeño que ponían en la conquista del desierto; Ben Gurión quedó contagiado de su entusiasmo y decidió unirse a ellos, después de renunciar a todos sus cargos públicos. Su permanencia en el lugar se prolongó por mas de un año, fecha en que volvió a Jerusalén para ocuparse, de nuevo, en la gobernanza del país.

En 1963, después de haber dimitido del puesto de Primer Ministro, retorna a Sede Boker, donde construye (o se hace construir) una cabaña en la que habita  durante años con su inseparable esposa. La misma es hoy un museo abierto al público donde se puede apreciar con la sencillez y austeridad que vivían.

En Sede Boker pasó los últimos años de su vida hasta que falleció a los 89 años de edad.

tumbas del matrimonio Ben Gurión
Tumbas del matrimonio Ben Gurión

Aquí, en este idílico lugar se encuentra enterrado este viejo luchador que soñaba con hacer florecer el desierto.

Su tumba, y la de su mujer, a las que se llega a través de un sendero bordeado de graníticas rocas, es ejemplo de sencillez y sobriedad. Nadie monta guardia ante su tumba, como sucede en otras partes con los lugares donde están enterrados «Los Sagrados Padres de la Patria».

Sentado en cualquiera de los múltiples bancos existentes en el entorno, se puede disfrutar del turbador silencio que lo envuelve todo, solo roto por el ulular del viento al acariciar las circundantes rocas. Mientras, allá en la lejanía, vemos como los últimos rayos del sol juguetean con los colores de las tierras del colosal valle, antes de desaparecer por poniente.

Paco Vidal

LAS TROMPETAS DE JERICÓ

(Cuna de civilizaciones 10 )

Diez mil años de historia

Nazaret, tan cargada de valor histórico y religioso para tanta gente, nos decepciona y fustra enormemente. Es una de las ciudades mas sucias y contaminadas de Israel.

Su arteria principal, la Avenida Pablo VI, polvorienta y congestionada por el tráfico, está llena de baches, mientras sus  aceras -en bastante mal estado-  cambian continuamente de nivel  ya que sus vecinos  han adaptado la misma a sus casas y no al contrario, como debería ser. La falta de vegetación en toda la ciudad  y sus calles en continuas subidas y bajadas invitan a marcharse mas que a permanecer en ella. Ante tal situación decidimos continuar nuestro viaje en dirección al Mar Muerto.

Jericó 004 (FILEminimizer)
Las carreteras israelíes son buenas y fiables

A pesar de los consejos y advertencias de mucha gente, como por ejemplo, la propietaria del New Continental Hotel de Jerusalén, que nos advierte del peligro que conlleva viajar por la zona dentro de la establecida Linea Verde. Nosotros atravesamos dicha línea y nos adentramos en Cisjordania por la carretera 90, cerca del pueblecíto de Tell Al Berdá, dirigiéndonos hacia Jericó, distante unos 25 ó 30 kilómetros.

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CRISTO NACIÓ EN SIRIA

(Cuna de civilizaciones, 9)

País de contrastes

Mientras escribo estas lineas en un café de la Gordon’s Beach, una de las playas de la cosmopolita y ala vez provinciana, Tel Aviv, la aviación israelí bombardea la ciudad de Tyron en el vecino Líbano.

Cristo nació en Siria, Gordon's Besch, Tel Aviv escribiendo (FILEminimizer)
Gordon’s Beach, Tel Aviv

Estos bombardeos se llevan a cabo como represalia por los continuos hostigamientos que los miembros de Hizbulá  (Partido de Dios) viene sometiendo en los últimos días la zona de seguridad que el ejercito israelí tiene establecida junto a la frontera del país de los cedros, con el fin de evitar que los cohetes lanzados desde las bases de los grupos radicales palestinos caigan sobre sus aldeas.

Israel es un país de fuertes contrastes, tanto geográficos como humanos. Estos pueden apreciarse en todas partes y a todas horas.

Cristo nació en Siria, Gordon's Besch, paseo marítimo (FILEminimizer)
Paseo marítimo de la Gordon’s Beach

Tel Aviv, como decía anteriormente, se revela cosmopolita y provinciana al mismo tiempo. La propia Gordon’s Beach, esta limpia y hermosa playa, nos ofrece estampas tan dispares como son un grupo de jubilados jugando al dominó o al sherbé   -juego parecido al «tres en raya»-   con la parsimonia y despreocupación que caracterizaría la clientela de un bar de pueblo andaluz, de un café marroquí o de un bazar turco. Mientras, no lejos del lugar,  bellas y atractivas mujeres, que tuestan su joven y suave piel bajo un radiante sol de febrero, son observadas, disimulada pero atentamente, por los escrutadores ojos de un ortodoxo que bajo su biber hit (sombrero) no deja de balancearse a la vez que sostiene entre sus manos la Halajá.

Es sorprendente, y en otra parte cualquiera incomprensible, que mientras las fuerzas aéreas del país están llevando a cabo acciones bélicas; en sus ciudades, la vida se desarrolla y desenvuelve con la mayor naturalidad. Otro de los aspectos que llama la atención en las calles de Tel Aviv y Jerusalen  es la gran catidad de jóvenes de paisanos que se ven con fusiles de asalto colgados del hombro, siempre dispuestos a intervenir, si las circunstacias lo requieren.

El contraste entre sus gentes es enorme, ya que su población está compuesta por grupos étnicos llegados de todos los confines del mundo. hay germanos, sajones o eslavos de blanca piel y ojos azules. Magrebíes, egipcios, indúes, paquistaníes o caucasianos, con su característica piel morena y ojos y cabellos negros como el azabache. Escuálidos y frágiles etíopes de piel negro-tostada o nigerianos de abultados ojos y pronunciados labios. Todos unidos por una causa común: el sionismo.

Esta gente, nacida en los más apartados confines del mundo y como tal con los rasgos étnicos más diferenciados, posee un factor aglutinador irrenunciable: el judaísmo.

Cristo nació en Siria, camellos (FILEminimizer)
Tierra de caravanas

Cuando recorremos Israel, no hace falta ser un gran observador para poder distinguir fácilmente, que individuos forman la población dominante por las diferentes áreas por las que pasamos.

Aunque, en general, sus ciudades, pueblos y aldeas están limpias, y sus servicios, en muchos casos, por encima de los nuestros, es en el norte del país  -Alta y Baja Galilea-  dónde más se respira el orden, la tranquilidad y la limpieza. Es en esta zona dónde se establecen los emigrantes llegados de los países más desarrollados. Llegar a cualquier pueblecito de esta zona, es pensar que se encuentra uno en algún lugar de Alemania, Suiza o Austria.

Respeto por el pasado

Es importante resaltar que allí dónde ya existía un núcleo de población, han desarrollado la parte moderna pero conservando,manteniendo y rehabilitando la zona, cuyas raíces y historia hay que buscarla en la noche de los tiempos.

Cristo nació en Siria, Acre, yo primer plano (FILEminimizer)
Mezquita de Acre

Vivo ejemplo de lo que decimos lo encontramos en Acre, pequeña ciudad mediterránea, que después de haber sobrevivido a cananeos, fenicios, griegos, romanos, persas, otomanos y cruzados, su ciudad vieja, a la que solo se puede acceder por una única puerta, a través de la enorme muralla que la rodea, sigue conservando una paz y un encanto verdaderamente regocijantes.

Pasear por sus calles o visitar su zoco, cuyos puestos, ya de espacias, bien de pescado, están en manos palestinas, que conviven aquí con la población hebrea, mucho más pacíficamente que en cualquier otro lugar de este estado.

Cristo nació en Siria, Puerto de Acre (FILEminimizer)
Puerto pesquero de Acre

Contemplar a los hombres y niños arreglar sus deterioradas redes en el desgastado puerto, es algo que nos traslada en el tiempo hasta los primeros días de nuestra era.

Otro tanto sucede con Safed, enclavada en las encumbradas tierras de la Alta Galilea, enriscada en la falda de una montaña, desde dónde al atardecer pueden verse unas vistas de las aldeas circundantes que, como diría mi buen amigo Cristobal López cuando se refiere a nuestra querida Ronda: «No se puede contar, no se puede pintar, solo se puede ver, y después soñar» .

Refugio de ortodoxos

A Safed, escondida entre las montañas que se extienden entre la frontera del Líbano y el Mar de Galilea, llegaron a cobijarse, huyendo del terror, allá por el siglo I los judíos supervivientes de la primera y segunda revueltas contra el Imperio Romano. Siglos más tarde fueron diezmados y expulsados por los ejércitos cruzados.

Cristo nació en Siria, Pepa, aldea y mont Hemon (FILEminimizer)
Aldea siria en los Altos del Golan

Hoy en día, por sus empinadas y bien empedradas callejuelas se puede ver gran cantidad de místicos ortodoxos, con su negra indumentaria ( tzitzit ) y sus rapados cráneos cubiertos con sus negros sombreros, a cuyos lados cuelgan los largos tirabuzones que les caracteriza.

De Safed pasamos a Metulla, justo en la punta del «Dedo de Galilea», pequeña aldea fronteriza expuesta, por tanto, al continuo hostigamiento de las fracciones más radicales del movimiento palestino, desde el vecino Libano.

Cristo nació en Siria, Columna de humo (FILEminimizer)
Dedo de Galilea, al fondo fuego de morteros

Nosotros mismos fuimos testigos de las inmensas columnas de humo que se elevaban al cielo desde los lugares dónde hacían blanco, sólo a pocos kilómetros de dónde nos encontrábamos, los proyectiles lanzados por estos grupos.

Las nieves del Monte Hermón, y las idílicas drusas que pueblan los Altos del Golán, bajo dominio israelí desde la «guerra de los siete días» resplandecen bajo un sol radiante.  Al borde de un cruce de caminos, a la entrada de una de estas idílicas aldeas nos encontramos un destartalado remolque, cargado de melones, acoplado a un viejo tractor. Tres eran las mujeres encargadas de la venta de aquellos melones. Mientras, un hombre de mediana edad, sentado en una silla de plástico a la sombra de un árbol, se encargaba de la «vigilancia» tanto de las mujeres como de la mercancía.

Cristo nació en Siria, Monte Hemon, rótulo y coche (FILEminimizer)
Monte Hermon

Conversando con este aldeano sirio de inmenso mostacho, fuerte constitución y noble mirada, vemos cuan diverso y rico en creencias y convicciones es nuestro mundo.

Al saber que eramos españoles nos dice con la mayor naturalidad del mundo y el más pleno convencimiento: ¿Españoles? ¡magnifico! ustedes son cristianos. Los cristianos y los mahometanos somos hermanos. Cristo nació aquí en Siria, los judíos son gente mala pero nosotros somos hermanos.

La embajada siria en Amman nos negó el visado de entrada a su país. Israel, sin exigir el más mínimo requisito, nos permite visitar este preciado rincón sirio y poder conversar libremente con su gente. Sin embargo, la sencilla gente de esta región odia a los judíos y añora ser gobernada desde Damasco*, aún sabiendo que gozaran de menos libertades y tendrán menos ventajas sociales y económicas. ¡Ironías de los hombres y la vida!

Cristo nació en Siria, Tumba de soldado (FILEminimizer)
Tumba al lado de la ruta 87

Con las últimas horas del día damos vistas al, siempre fascinante, Lago Tiberiades.  Sus claras aguas y sus orillas preñadas de mitología nos conducen a lejanos siglos cuando la historia y la leyenda caminaban de la mano por estas místicas tierras.

Atrás dejamos la solitaria ruta 87, testigo de continuos combates entre estos dos pueblos tan cercanos geográficamente y tan alejados en sus creencias y costumbres.

Sus cunetas están jalonadas de continuos recuerdos a jóvenes, hombres y mujeres, soldados israelíes caídos en combate, como si con estos mudos monolitos se pudiesen volver a la vida los sueños, las esperanzas y las ilusiones, tan tempranamente truncadas.

Mañana, cuando estos territorios vuelvan a Siria, los recordatorios serán arrancados, y en su lugar se levantaran otros, cuyos nombres estarán escrito en árabe. Pero las madres, novias, esposas y amigos de aquellos y estos seguirán llorando la ausencia de unos y otros, preguntándose; ¿para qué y por quien?

Paco Vidal

GALERÍA DE FOTOS

Cristo nació en Siria, Rótulo de Afula y coche (FILEminimizer)
Cercanías del Mar de Galilea
Cristo nació en Siria, Galilea, ruínas (FILEminimizer)
Alta Glilea, ruinas
Cristo nació en Siria, Aldea en desierto (FILEminimizer)
Aldea en el desierto
Cristo nació en Siria, Monumento al holocausto (FILEminimizer)
Museo del Holocausto
Cristo nació en Siria, Poblado beduíno (FILEminimizer)
Aldea beduína
Cristo nació en Siria, Ruínas castillo cruzados (FILEminimizer)
Ruinas de castillo de los Cruzados
Cristo nació en Siria, Quo Vadis Paco (FILEminimizer)
¿Quo vadis Paco ?

 

 

LA CÚPULA DE LA ROCA

(Cuna de civilizaciones,  8)

Un agujero negro en tierras de oriente.

En la Embajada siria de Amman, a la que hemos vuelto después de los problemas vividos con la tormenta de nieve, se niegan a concedernos el visado de entrada, alegando que Siria sólo concede visados a los residentes de los países dónde se solicita. Como quiera que Madrid, ciudad dónde deberíamos haberlo solicitado, se encuentra a 3.000 o 4.000 kilómetros, y en estos casos enfadarse, o ponerse de mal humor no conduce a nada, decidimos cambiar nuestros planes y, en lugar de continuar viaje hacia Siria, lo haremos hacia Israel.

 

Sucede, sin embargo, que consultando el mapa de Siria, nos encontramos en una situación francamente surrealista. Bashar al-Ásad no sólo no reconoce al estado de Israel sino que niega su existencia, por lo que la frontera noroeste de Siria, comprendida entre Jordania y Libano es un espacio vacío, un agujero negro en tierras de oriente. ¡Israel no existe, así que no tenemos dónde ir!

mapa de Israel
Mapa de Israel

 

Como viajeros escarmentados, además de los mapas que nos dieron en la Embajada siria de Amman, constan en nuestro poder otros mapas en los que si encontramos el estado judío. Así que, a pesar de todo; ¡Iremos a Israel!.

La extensa frontera entre Israel y Jordania, sólo tiene tres puntos por dónde pasar. El más cercano, tanto a Amman como de Jerusalén, es el que cruza el Jordán por el puente del rey Hussein. Como quiera que las relaciones entre ambos países no son todo lo fluidas que deberían ser entre dos estados vecinos, el único transporte colectivo que une Ammán con dicho punto, es un autobús que sale a las 6.30 de la mañana de la capital del reino.

Cuando nuestros planes de cambio de rumbo están completamente consolidados ya son las 13.00 horas y,…. realmente no tenemos ganas de dormir otra noche en esta, poco atractiva, ciudad. Por lo tanto, negociamos con un taxista palestino (aquí todos los taxistas lo son) el traslado hasta el, anteriormente citado, puente del rey Hussein y ponemos rumbo a las milagrosas aguas bíblicas.

De esta manera  -después de cambiar dos veces de vehículo, por problemas de territorialidad-  sobre las tres de la tarde estamos pasando el famoso puente sobre, el no menos famoso, río Jordan.  La única forma permitida de cruzar este puente es en  el autobús de la única empresa autorizada a transportar pasajeros entre los dos países. Con todo, este autobús sólo puede llegar hasta la terminal de autobuses israelí, distante unos tres kilómetros del mencionado puente.

«¡Por favor, no nos haga perder el tiempo!»

Autobus
Autobús fronterizo

En este lugar vivimos la curiosa anécdota que narramos a continuación. Cuando las 15 o 20 personas que componíamos el pasaje estábamos formando cola ante la puerta del autobús para hacer efectivo el importe de nuestros billetes, y ante la deliberada  lentitud que mostraba el conductor al desarrollar su labor, con el fin de arañar unos céntimos de acá y otros de allá, un señor canadiense  situado al final de la fila, con evidentes signos de nerviosismo, perfectamente trajeado y cuyo equipaje lo componía un solo maletín de piel negra, se adelantó hasta el conductor y, poniendo en sus manos un billete, que triplicaba el importe total de todos los pasajeros, le dijo: «¡Por favor cóbrese el importe total y quédese con la vuelta, pero no nos haga perder el tiempo!» .

Ni que decir tiene que, gracias a la prisa de este buen señor, nos ahorramos el pasaje y nos encontramos ante la policía de fronteras israelí mucho antes de lo previsto.

Se mueven con gran soltura y, aunque sonrientes y correctos, en ellos se nota la predisposición a tomar la más pronta e imprevisible de las determinaciones. 

La frontera israelí es igual, pero diferente, a todas las demás fronteras. Está limpia, ordenada y equipada con los más sofisticados controles, tanto humanos como electrónicos. El personal que nos atiende, en nada se parece a los funcionarios de los puestos fronterizos de otros países. Todos, sin excepción, son increíblemente jóvenes, o jóvenas, como dijo en cierta ocasión una de nuestras avispadas políticas. Ninguno lleva uniforme, pero de los hombros de ellos, o ellas,  cuelgan unos pequeños, pero se presume que eficaces fusiles de asalto, los cuales portan con la mayor naturalidad. Se mueven con gran soltura y, aunque sonrientes y correctos, en ellos se nota la predisposición a tomar la más pronta e imprevisible de las determinaciones.

La cúpula de la Roca, Panoramica d Jerusalén (FILEminimizer)
Panorámica de Jerusalén

Los tramites aduaneros se efectúan de forma rutinaria. Cuando llega el momento de tramitar el visado, nos preguntan si queremos que nos lo estampen en el pasaporte o, por el contrario, deseamos que nos extiendan un documento aparte, con el fin de no tener problemas a la hora de visitar algunos países árabes*. Obviamente nos decantamos por la segunda fórmula, y minutos después salimos del edificio de aduanas con nuestros pasaportes «limpios»   y nuestros «salvoconductos» para poder movernos libremente por todo Israel.

 

La furgoneta que nos trae desde la frontera, conducida por un agresivo y desagradable individuo, nos deposita en la parte este de Jerusalén , junto a las milenarias murallas, delante de la populosa Puerta de Damasco.

La tarde de este día de últimos de enero es fría y desapacible. Las calles, a pesar de los montones de nieve acumulados, y del gélido viento que sopla, se encuentran llenas de gente.

La cúpula de la Roca, Callejuela (FILEminimizer)
Callejuela

Desde la guerra de 1.967 entre Israel y los estados árabes, la ciudad se encuentra bajo control y administración israelí. Pero el ESTE de la misma  -a pesar de los años transcurridos y de las grandes inversiones realizadas en la misma por el estado judío-  sigue siendo árabe. Árabe es el ambiente de sus calles, árabe la forma machacona y agobiante de ofrecer sus productos y mercancías; desde una lechuga del tenderete callejero, hasta los servicios del taxi y el hotel. Clásica de las ciudades árabes es la suciedad amontonada en sus esquinas, rincones y aceras. Siendo, igualmente árabe, el olor y ambiente que se respira en sus plazas y calles.

Ni intervienen, ni molestan.

Si hay algo que la diferencia de otras ciudades de Oriente Medio es, la fuerte presencia de las Fuerzas de Seguridad israelíes. Las mismas están presentes en cada esquina y en cada rincón de sus plazas y calles.

No intervienen en nada ni se meten con nadie. Basta con su presencia, al menos en periodos de relativa calma, como el que se está disfrutando en los días que duró nuestra visita.

La cúpula de la Roca, Vía Dolorosa (FILEminimizer)
El Gran Hermano en la Vía Dolorosa

Tres días pasamos en Jerusalén, deambulando por las estrechas y  laberínticas   callejuelas  de la Ciudad Vieja. Por encima de otras cosas, nos llamó la atención la enorme cantidad de cámaras de vigilancia instaladas por todas partes. El Gran Hermano que nos anticipaba George Orwell nos vigila y controla desde todos los rincones del viejo Jerusalén. Nosotros queremos creer que es para proteger a la población de actos terroristas y no para controlar nuestras vidas.

Posiblemente sea esta, una de las ciudades sobre la que más toneladas de tinta se hayan vertido. Sobre la cuatro veces santa Jerusalén, se han escrito tantas y tantas  páginas de odio, amor, intriga, desprecio, dolor, envidia y tantas otras cosas, que poco puede añadirse al respecto.

La cúpula de la Roca, Monte de los olivos (FILEminimizer)
Monte de los Olivos, tumbas judias

Todos sabemos de sus famosas puertas de Damasco o Herodes, de los Leones o Haifa. Del Santo Sepulcro o la Vía Dolorosa. Del Muro de las Lamentaciones o el Monte de los Olivos; conocido, aún hoy, con ese nombre, a pesar de que lo único que abundan en él son las miles de tumbas del cementerio judío asentado en una de sus laderas, y las polvorientas y maltrechas callejas, dónde se hacinan las casas, a medio construir, o precariamente terminadas, de las miles de familias palestinas que habitan en ellas.

Hablamos de la Cúpula de la Roca, el lugar más sagrado de Palestina y tercero del mundo islámico.

Hay, sin embargo, un edificio  -tal vez de los más vistos de esta ciudad, pero quizás de los menos conocidos y visitados por el turismo occidental- que merece, desde nuestro punto de vista, mención especial. Hablamos de la Cúpula de la Roca, el lugar más sagrado de Palestina y tercero del mundo islámico.

La cúpula de la Roca, la Cúpula dentro de un arco (FILEminimizer)
La Cúpula

Decíamos anteriormente que, de los más visto de Jerusalén, y creemos estar en lo cierto al realizar dicha afirmación, ya qué cada vez que se ve una fotografía de Jerusalén, o esta ciudad sale en las pantallas de nuestros televisores, ya sea en documentales o noticias de actualidad, lo primero que llama la atención de ella es esa magnífica cúpula dorada que resalta sobre el resto de los edificios. Esta cúpula no corresponde a ningún templo judío o cristiano, como es la creencia más generalizada en nuestro país. Esta llamativa cúpula dorada de la santa ciudad, pertenece a la cultura musulmana.

Esta aurífera cúpula, con ser ya treméndamente atractiva y hermosa, vista desde el exterior, queda totalmente relegada a un segundo plano, cuando se ve lo que alberga en su interior.

En el centro del templo, justo en la vertical que forma la cúpula, se encuentra la roca sobre la que, según las Sagradas Escrituras Abraham iba a ofrecer a Dios el sacrificio de su hijo Isaac. Como es conocido, el Sacrificio de Abraham es camun a las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, islamismo y cristianismo. Pero además el islán reivindica dicha roca como el lugar de dónde partió Mahoma a lomos de su caballo Buraq en su viaje «a la más lejana mezquita» , en compañia del arcángel San Gabriel.

Fácil es entonces comprender que, tanto el judaísmo como el islamismo, demanden para su credo el monte Mariá como lugar sagrado. Ya que son estas, las dos religiones dominantes en la región, después del intento fallido de las Cruzadas por cristianizar la zona

Lo sensato,  y posiblemente lo más justo a los ojos de Dios, hubiera sido compartir La Roca. Pero como quiera que cuando de fe se trata, es ta sumamente difícil ponerse de acuerdo, debido a lo subjetivo del tema y la manipulación que hacen los hombres de la misma. ambas partes recurren a la anatemización del contrario. El  fanatismo y la intolerancia prevalecen sobre la inteligencia y la razón. Cada credo trata de sacralizar el lugar de la manera que mejor sabe hacerlo el ser humano. ¡Eliminando al adversario!

La cúpula de la Roca, Muro de las Lamentaciones (FILEminimizer)
Muro de las Lamentaciones

Los judíos, con la construcción de dos templos. El primero de ellos, en cuyo interior se guardaba el Arca de la Alianza, mandado construir por Salomón en el siglo X antes de Cristo y destruido por las huestes de Nabucodonosor, rey de los babilonios, en el 587 antes de Cristo. La construcción del segundo templo la completó Zorobabel sesenta años después de que el primero fuese reducido a cenizas. Medio milenio resistió este segundo templo hasta ser destruido de nuevo. Esta vez, por las legiones romanas al mando del legatus Tito.

Tanto esfuerzo costó a Vespasiano, y después a su hijo Tito someter a la ciudad y tantos los legionarios romanos caídos ante las murallas de la misma, que cuando al fin fue conquistada, este último mandó pasar a cuchillos a sus moradores y reducir a la nada todas sus edificaciones. Lo único que se salvó fue el inmenso tesoro que los zelotes guardaban en el templo y que Tito se encargó de trasladar a las vacías arcas de Roma. Como consecuencia de tales actos, del segundo templo solo quedó el Kotel o Muro Occidental**. Hoy conocido como Muro de las Lamentaciones.

Sobre la misma explanada dónde estuvieron construidos los dos templos judíos, el kalifa Al-Malik Ibn Maraman mandó construir la Qubbat Al-Sakhra o Cúpula de la Roca, en el siglo VI después de Cristo.

La cúpula de la Roca, Cúpula tras tres arcos (FILEminimizer)
La Cúpula de la Roca

Este pequeño paréntesis solo tiene por objeto situar mínimamente al lector. Ya que, sobre lo que realmente queremos llamar la atención, es sobre la importancia arquitectónica de la obra.

Es tal la belleza que encierra esta maravilla del mundo que mi modesta pluma no se encuentra, ni con fuerzas ni con conocimientos, para hacer la más somera de las descripciones acerca de la misma.

Solo deseo que cada hombre o mujer, que venga a Jerusalén, dedique, al menos un par de horas, a la visita de tan magna obra.

¡Ningún arquitecto, artista, o artesano, que ame su profesión debería morir sin haberse extasiado con la contemplación de esta joya del TALANTE HUMANO!

Paco Vidal

  • * De todos son conocidas las dificultades con que puede encontrarse el viajero ante las autoridades de frontera de muchos países islámicos, si su pasaporte lleva estampado el visado de Israel.
  •  ** En realidad el Kotel o Muro de las Lamentaciones no corresponde a ningún muro del segundo templo, sino que era, y es, el muro de contención de la explanada sobre la que estaba ubicado el templo y dónde hoy se encuentra la Cúpula de la Roca.
  • GALERÍA DE FOTOS

  • La cúpula de la Roca, Tractor en callejuela (FILEminimizer)
    Medio de transporte en la ciudad vieja
    La cúpula de la Roca, Murallas de Jerusalén (FILEminimizer)
    Murallas de Jerusalen
    La cúpula de la Roca, sombra ante la  Cúpula (FILEminimizer)
    La explanada

    La cúpula de la Roca, nosotros ante la  Cúpula (FILEminimizer)
    Arcada y Qubbat Al-Sakhra
  • La cúpula de la Roca, mujer árabe ante la  Cúpula (FILEminimizer)
    Mujer árabe ante la Cúpula

NIEVE EN EL DESIERTO

                                                                                                                 (Cuna de civilizaciones 7)

En el Mar Muerto no hay nieve

Conforme nos acercamos a Amman el tiempo empeora y cuando llegamos a ella está nevando copiosamente.

De la International Trucks Terminal, en la que nos deja el taxi, no sale ni entra ningún autobús, ya que la capa de nieve alcanza un espesor considerable. Cuando recabamos información nos dicen que esperemos hasta ver como evoluciona el tiempo y actuar en consecuencia.

Nieve en el desierto, Salida en autobus (FILEminimizer)
Salimos hacia Ácaba

Después de una larga espera, durante la cual no dejan de sonar los teléfonos, llega un autobús, cuyo conductor más parece un guía de caravanas de camellos que el chófer de un autobús de linea. Su uniforme consta de chilaba blanca y kuffiya o «pañuelo palestino» blanco y rojo, anudado a la cabeza. Como nota aclaratoria diremos que los colores de estos pañuelos sirven para identificar, en cierto modo, la nacionalidad del portador. Blanco y negro: palestino. Blanco y azul: sirio. Blanco y rojo: jordano, etc.

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Salida de Amman hacia Ácaba

Después de unos minutos de acalorada conversación, de la que no entendemos absolutamente nada, nos dan los tickets a los tres únicos pasajeros que nos dirigimos a Ácaba. Un sirio de unos 35 años y nosotros.

La salida de la vieja Filadelfia reviste cierta dificultad, superada con destreza por nuestro chófer. La entrada se encuentra totalmente colapsada. La subida que conduce a la ciudad se encuentra bloqueada por una larga caravana  de vehículos que forman una serpiente multicolor de kilómetros de longitud.

Según bajamos amaina el temporal y cuando divisamos el Mar Muerto la nieve desaparece completamente de la carretera. Una vez alcanzado el mar la temperatura llega a los 18 grados, según podemos ver en el termómetro del autobús.

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Orilla del Mar Muerto

No es de extrañar tal diferencia de temperaturas, ya que nos encontramos en el punto habitado más bajo del planeta. Estamos a 300 metros por debajo de la mayoría de los mares del mundo.

En los, aproximadamente, 50 kilómetros recorridos, hemos descendido más de 1.000 metros, ya que Amman está a más de 700 metros sobre el nivel del mar.

Circulamos por la Royal Way, o carretera árabe, como la llaman los jordanos. La misma se desliza durante gran parte de su recorrido por la orilla jordana del mar que sirve de frontera entre Jordania e Israel. La otra vía de comunicación entre Amman y Ácaba, la ruta del desierto, se encuentra totalmente colapsada.

Anocheciendo llegamos de nuevo a este paradisíaco rincón que forma el Mar Rojo en el Golfo de Ácaba, dónde disfrutamos de una temperatura de 23 grados, mientras allá en Amman, a tan solo 360 kilómetros, se encuentran a varios grados bajo cero, envueltos en una capa de hielo.

Hace unas semanas, cuando en el artículo sobre Petra, nos mostrábamos, en cierto modo, en desacuerdo con aquellos que decían: » Si sólo vas a ver un lugar en Jordania, o incluso en Oriente Medio, has que éste sea Petra», no es que quisiéramos desmerecer a «La Rosa del Desierto». Lo que sucede es que, aunque Jordania no es un país que pueda presumir de demasiados atractivos arqueológicos o naturales, (como acontece, por ejemplo, con España o Italia) sí es cierto que entre los pocos que detenta, es difícil decantarse por uno u otro.

Nieve en el desierto, Wadi Rum, rocas 1 (FILEminimizer)
Wadi Rum, fantasía onirica

Si los dos trabajos anteriores versaban sobre maravillas creadas por la mano del hombre; Petra y Gerasa, la que hoy nos ocupa, el Wadi Rum, es obra de los dioses.

Sólo un Ser supremo, ayudado por los elementos y el transcurrir de milenios, es capaz de crear, modelar o componer una sinfonía cuyas partituras desprenden a un mismo tiempo; ensoñadoras notas musicales, desgarradoras pinceladas del espectro de colores y extasiadoras figuras geométricas, como las que existen en esta zona que, aunque denominada valle (Wadi) abarca toda una región.

El silencio que nos envuelve, solo roto por las notas que nuestra imaginación sea capaz de arrancarle al ulular del viento, al chocar con las rocas y las dunas. Los indescriptibles colores que van, desde el pesado gris que nos aplasta y encarcela, hasta el frágil, volátil y liberador azul- rosáceo que nos eleva por encima de lo terrenal, acercándonos (siquiera espiritualmente) al Olímpo de los creadores de éste hechizo.  Este trinomio lo cierran esas rocas   fantasmagóricas que el crono y los elementos han ido modelando hasta formar las más inverosímiles figuras, qué, en los rojizos atardeceres, prolongan sus sombras sobre las abrazadoras arenas de este valle.

Lawrence y sus siete pilares

Dicen que Thomas Edward Lawrence se inspiró en esta región para escribir su famosa obra «Los siete Pilares de la Sabiduría».

Nieve en el desierto, Wadi Rum, rocas (FILEminimizer)
Wadi Rum, fantasmal paisaje

Realmente me cuesta trabajo creerlo, ya que dicha obra, a pesar de su pretencioso nombre, no es más que un diario de guerra en el que se nos relata las  andanzas del citado personaje al frente de las diferentes tribus árabes, para conducirlas a la rebelión contra el poder opresor  otomano, y hacerlas caer en el, más refinado y menos brutal, pero al fin y al cabo opresor yugo, del imperialismo británico.

Sin menospreciar el profundo conocimiento que Lawrence de Arabia demuestra poseer en sus «Pilares» de todo el entramado tribal, geográfico, político y social de esta basta zona, no creemos que para escribir un diario de guerra haga falta estar influenciado por un entorno como el que nos encontramos.

De hecho, en su voluminosa obra sólo encontramos unas escasas lineas dedicadas al Rum. Escasas, pero no por ello menos  interesantes, y desde luego, como no podía ser de otra manera, influenciadas por la obsesión y el espíritu que domina toda la obra; el pensamiento militar.

«Los riscos estaban coronados por nidos de cúpulas de un rojo menos intenso que el cuerpo de la colina, antes bien grisáceo y menos oscuro. Daban una acabada apariencia de arquitectura bizantina a aquel irresistible lugar, a aquel camino procesional que superaba a la imaginación. Los ejércitos árabes se podrían perder en su longitud y anchura, y dentro de sus paredes podría dar vueltas en formación un escuadrón de aeroplanos» 

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Wadi Rum, vivienda beduina

Dejando a un lado el pensamiento y la obra de tan ilustre y controvertido personaje y amparados por los conocimientos que Farás posee de la zona, y los contactos que en ella tiene, caminamos hasta llegar a un recóndito lugar dónde,protegida de los elementos por una pared vertical de granítica roca fuimos a dar con  la vivienda de una familia beduina. Etnia que se resiste tenazmente a que sus costumbres y formas de vida sean devoradas por el lento, pero inexorable avance de la civilización.

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Wadi Rum, hora del té en vivienda beduina

En la tienda, hecha de piel de camello, entre otras materias, conviven siete personas, así como todas las crías de cabras y ovejas, que por su edad, u otros motivos, es desaconsejable dejarlas libres, a merced de zorros y chacales.

Nada más llegar fuimos invitados a una taza de té,  que nos vimos obligados a aceptar, para no herir el sentido de la hospitalidad de esta familia, a pesar de lo insoluble del entorno y la falta de higiene que se respira por doquier.

Mientras tomamos el té, sentados en el suelo y  servido en un jarrillo de lata, las crías de ovinos nos acompañan con sus juegos y brincos, los múltiples perros tumbados a nuestro alrededor, nos contemplan con una velada melancolía reflejada en sus ojos, y la camella atada a una estaca, no lejos de nosotros, lanza tremendos bramidos sin que lleguemos a entender si dichos mugidos son de agrado o desagrado por nuestra presencia.

Sólo un escuálido café

Después de un día moviéndonos por estos parajes, sin otro alimento que el té ofrecido por la familia beduina. Al llegar al cruce de la carretera que une Ácaba y Amman, Farás, nuestro chófer palestino,  -por cierto, el único árabe con coraje  suficiente, encontrado en este viaje por tan desgarradas tierras  , para decir que la única salida que les queda a palestinos e israelíes, si quieren sobrevivir,  es el entendimiento-,  nos propone girar en dirección a Amman y  acercarnos a comer algo al restaurante que existe en la coronación del puerto de Ros Neskif, que con sus 1.475 metros de altitud es el culpable de la incomunicación entre las dos mitades del país. La idea nos parece bastante acertada, y hacia allí nos dirigimos para satisfacción de nuestros estómagos.

Por esta carretera se realiza todo el transporte de mercancías entre Jordania e Irak con el golfo de Ácaba. Por ella circulan los camiones-cisternas con petroleo irakí hacia el puerto de Ácaba, dónde es trasvasado a los super-petroleros encargados de depositarlo en los puertos de los países industrializados.

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¿Tundra siberiana? ¡Desierto jordano!

Por esta «Autopista del Desierto» circulan enormes trailers con matriculas  jordanas, egipcias o irakies cargados de víveres, medicamentos y otras mercancías, con destino al país dónde las Sagradas Escrituras situaban el Paraíso Terrenal. Hoy convertido por los hombres en un verdadero INFIERNO.

Conforme nos acercamos a nuestro destino, una parte y otra de la carretera está sembrada de inmóbiles monstruos incapaces de moverse sobre el helado suelo, a pesar de los miles de caballos que encierran sus potentes motores.

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Ejercito de Jordania

Cuando, por fin, coronamos el puerto, por una precaria pista que habían conseguido abrir la policía y las maquinas del ejercito jordano, en el restaurante lo único que pueden servirnos es un escuálido café. Todo lo demás está agotado.

Al intentar el regreso a Ácaba, ya noche cerrada, vemos que aquella mastodóntica serpiente metálica, harta de esperar, y creyendo que las condiciones del terreno lo permitían, se ha puesto en movimiento.

Nieve en el desierto, ejercito jordano 1
Nieve y ejercito

Desobedeciendo las ordenes de la policía y el ejercito, estos paquidermos de acero,  formando frente de tres y cuatro vehículos, lo invaden todo. La pista preparada por las autoridades para el paso de turismos y pequeños autobuses desaparece bajo el demoledor empuje de estos pegasos sin alas.

Al intentar, desesperadamente, escapar de dos días de inmovilidad, lo que consiguen es bloquear totalmente la ruta. Entre 6.000 y 8.000 camiones colapsan la Autopista del Desierto. ¡La anarquía es absoluta. El caos total!

Por fin, horas más tarde, conseguimos librarnos del vientre de tan infernal sierpe, gracias a la eficaz labor del ejercito y la policía, así como la colaboración de los aguerridos camioneros y la pericia de Farás, el cual, tras una larga noche de insomnio, nos deja a las puertas de nuestro hotel en Ácaba, cuando los primeros rayos de sol de un nuevo y esperanzador día invaden las cumbres de las circundantes montañas.

Paco Vidal

Galería de fotos

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Nieve en la ruta
Nieve en el desierto, Tienda beduina (FILEminimizer)
Vivienda beduína
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Camioneros en la ruta del desierto
Nieve en el desierto, Tienda beduina con bebe (FILEminimizer)
Quería que nos lo trajésemos!
Nieve en el desierto, Wadi Rum, hora del té (FILEminimizer)
Wadi Rum
Nieve en el desierto, caravana en la ruta 2 (FILEminimizer)
Ruta del Desierto, Jordania

 

Gerasa, la amada de Adriano

                                                                    (Cuna de civilizaciones,   6)

De Ácaba a Gerasa

Los autobuses de la Trauks International Transport tienen sus oficinas en la calle Al Saada  frente al City Hotel y al restaurante  Captoira, uno de los mejores de Ácaba. Estos autobuses, perfectamente equipados, cubren en cuatro horas los 360 kilómetros que separan Amman de Ácaba, a través de la ruta del desierto.

Nuestra salida hacia la capital del reino Hachemita la efectuamos, con puntualidad japonesa, a las 7.30. de la mañana, como está anunciado en el tablón de horarios.

Como quiera que la mayoría del recorrido es por un desierto carente de un atractivo especial,  dedico el tiempo a repasar apuntes y poner un poco de orden en escritos pasados y actuales.

Gerasa Amman paisaje de nieve (FILEminimizer)
Amman nevada

La temperatura y condiciones meteorológicas han cambiado radicalmente entre el punto de origen y el final del trayecto. Mientras en Ácaba andábamos en manga corta, en Amman hace un frío espantoso, por lo que tenemos que echar mano del anorak.

El taxi que tomamos en la estación de autobuses, nos conduce por requerimiento nuestro, a la embajada siria, con el fin de conseguir el correspondiente visado. El mismo lo necesitaremos en los próximos días, ya que entra en nuestros planes visitar la legendaria ciudad de Palmíra, a orillas del río Eúfrates. Como se desprende del escrito, el viaje que narramos se efectuó antes de la fratricida guerra que asola actualmente el país de los Omeyas.

Las peripecias del joven Daniel, conduciendo endiabladamente por las difíciles calles de Amman con el fin de llegar a tiempo a la embajada, de nada sirven, ya que cuando llegamos a ella, el departamento de visados está cerrado. Está cerrado durante los próximos tres días ya que mañana es viernes, (día santo en el mundo musulmán)  y al ser el domingo cumpleaños del rey Abdulá es fiesta en Jordania, por lo que el sábado hacen puente.

Decidimos dormir en el Sufara Hotel, más por la buena ubicación, que por ser este de nuestro agrado. El mismo se encuentra en el centro de la ciudad antigua de Amman, junto al Anfiteatro Romano.

Con tres días de fiesta por delante y sin tener muy claro que derroteros tomar, decidimos salir a sacar dinero y dar una vuelta por la Dawn Tawn.

No han transcurrido ni 20 minutos, cuando se desencadena una tormenta de nieve que incrementa la, ya por si, caótica circulación, tanto peatonal como rodada. Lo que hace bastante dificultoso moverse por sus calles.

Ante tal situación, entramos en un sencillo restaurante, desde el cual, con los estómagos llenos y dinero en los bolsillos, volvemos al hotel, dónde nos quedamos dormidos, tratando de ordenar nuestro futuro sin conseguirlo del todo.

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Vistas desde la habitación del hotel

Cuando corremos las cortinas de nuestra habitación no damos crédito a lo que vemos. Las calles, a pesar de ser las ocho de la mañana, están totalmente desiertas, y un blanco manto de inmaculada nieve cubre todo cuanto abarca nuestra vista. ¡Una nevada de estas dimensiones no podíamos imaginarla en la desértica Jordania! Nos cuentan que algo similar ocurrió por última vez hace más de medio siglo.

Cuando estamos desayunando llega Daniel, con el que habíamos quedado el día anterior para desplazarnos a la ciudad de Jerash, distante unos 50 kilómetros al noroeste de Amman.

Gerasa amman rotulo de jerash (FILEminimizer)
Salida hacia Jerash

Nos advierte que no sabe si podremos llegar a nuestro destino, ya que según información radiofónica, la carretera que une Amman con Jerash está cortada al tráfico. Lo que si queda totalmente descartado es acercarnos hasta la frontera siria puesto que las comunicaciones entre ambos países están suspendidas debido a las condiciones meteorológicas. Esta última opción la habíamos barajado pensando que tal vez en la misma frontera podíamos conseguir los visados, al no poder obtenerlos en la embajada siria de Amman.

Ante tal situación, decidimos visitar Jerash, siempre que sea posible. Regresar a Amman y de nuevo a Ácaba, para intentar entrar a Israel por Eliot, ya que el tiempo en aquella zona sigue siendo espléndido.

Mientras la Metrópolis se desangra, las provincias florecen

jerash, plano (FILEminimizer)
Plano de Jerash

Jerash, a la que llegamos, no sin ciertas dificultades, hace honor a su fama. Aunque se habla de asentamientos humanos en esta zona que datan del tercer milenio anterior a Cristo, lo que realmente queda de ella para el observador normal es la  ciudad romana. Sobre todo si tenemos en cuenta que son las ruinas de ciudad romana mejor conservadas de todo el Próximo Oriente. Después de haber dormido durante siglos bajo las arenas del desierto, en 1.806 fue descubierta por el investigador alemán Ulrich Jasper.

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Cardo de Gerasa

Conforme se le liberaba de toneladas y toneladas de arena Gerasa (nombre con el que se conocía en la época romana) iba dejando al descubierto la importancia alcanzada en su época de mayor esplendor, entre los siglos I a.d.C. y II de nuestra era.

Mientras en los confines del Imperio, que abarcaba desde Hispania a Dacia y desde Britania a Siria, se desarrollaban ejemplos como el de Jerash,  el corazón de la Matrópolis   era devorado por la desmedida ambición de sus políticos y la lucha por el poder entre los diferentes clanes y familias, tanto dentro como fuera del propio Senado, como tan magistralmente, nos narra Santiago Posteguillo en su trilogía sobre TRAJANO. De «Los Asesinos del Emperador», primer volumen de dicha trilogía,  entresacamos el siguiente ilustrativo párrafo.

«La cabeza de Servio Sulpicio Galva, Imperator Caesar Augustus, estaba clavada en una larga estaca en el corazón de Roma, en mitad del foro, frente al templo de Vesta. Miraba con los ojos en blanco, la boca torcida y la tez pálida a los curiosos que aún tenían la valentía de recorrer las calles de la ciudad aquella tarde. Tenía moratones y cortes en ambas mejillas, fruto de su vano intento por defenderse de unos pretorianos enloquecidos y hartos de que el emperador no cumpliera su promesa de darles el pago comprometido y acostumbrado tras su ascenso al poder. Su caída fue rápida: sólo siete meses desde su nombramiento como sucesor de Nerón. Alrededor había otras tres estacas con dos de los más fieles oficiales de Galba, Vinio e Icelo, y una última lanza con la cabeza de Lucio Calpurnio Pisón Liciniano, a quien Galba había adoptado como sucesor para dar inicio a una nueva dinastía. El cráneo de este último había sido perforado por la punta de un asta pretoriana hasta asomar por la frente partida de quien había soñado ser pronto emperador también».

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Gerasa, Foro

Es posible que alguien piense que la cita anterior no viene a cuento. Sin embargo, consideramos  que sabiendo lo que sucedía en Roma se aprecie más los trabajos realizados en una ciudad de provincia como era Gerasa.

Ha sido la propia naturaleza, las especiales condiciones climáticas de estas latitudes. El haber estado durante siglos bajo una tierra seca y poco erosionante, lo que ha hecho que cuando paseamos por la Gerasa romana , con un poco de imaginación, podamos ver como se desenvolvía la vida en una ciudad de sus características durante los siglos que giran alrededor del nacimiento de Cristo.

¡ La ciudad al completo podía asistir al espectáculo!

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Columnas de Gerasa

Todo en esta ciudad es perfectamente reconocible. Hasta el más neófito de los mortales en Arqueología o Historia, es capaz de situarse en ella y distinguir  la Puerta Sur de la Puerta Norte, unidas por el Cardo  o calle principal, de 600 metros de longitud. Tan magnánimo ha sido el entorno con estas ruinas que en la piedras que forman el pavimento del Cardo pueden verse las huellas dejadas por los carruajes hace miles de años.

El Hipódromo, con un aforo de 15.000 espectadores (¡toda la ciudad podía asistir al espectáculo!) y unas dimensiones, en su arena, de 250 metros de largo por 50 de ancho, es otra de sus obras maestras.

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Gerasa, teatro

¿Que ciudad actual de 20.000 habitantes se podría permitir el lujo de tener dos teatros como los tenía Jerash. El Teatro Norte y el Teatro Sur, cada uno de ellos con capacidad para 4.000 personas.

El Foro, intrínsico a toda ciudad romana, reúne unas características especiales, ya que el mismo es oval, pavimentado con enormes losas de piedra formando óvalos concéntricos de mayor a menor, hasta cerrarse en un podio que existe en el centro del mismo.

Gerasa jerash, el corso con mi (FILEminimizer)
Huellas sobre las piedras

¿Como olvidar el Templo de Zeus, anterior a la época romana, pero conservado y respetado, el Ágora, el Templo de Artemisa, diosa de Jerash, y tantos y tantos edificios y obras civiles que harían el deleite de cualquier investigador?.

Se dice que Adriano, el emperador viajero, sentía un gran aprecio por esta ciudad, y Gerasa se lo agradeció obsequiándole con el magnifico arco (Arco de Adriano) que  cualquier viajero puede disfrutar en su visita a las ruinas de Jerash.

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Arco de Adriano

Tanto «derroche» constructivo nos lleva a dos posibilidades; o bien Gerasa era un centro de ocio, dónde acudía la oficialidad y el generalato de las legiones imperiales y los mercaderes de las colonias orientales del IMPERIO, a resarcirse de sus días de carencia,  o los gobernantes despilfarradores no es una cosa de aquí ni de ahora.

De cualquier manera lo que si es cierto, es que los aeropuertos y estaciones de AVE inservibles  -y por tanto abandonadas-  no revestirán dentro de miles de años, el esplendor y carisma que portan hoy las construcciones romanas de aquella época.

Jerach, Foro (FILEminimizer)
El Foro

Paco Vidal

 

 

 

 

 

 

 

PETRA, CIUDAD DE PIEDRAS

                                                                   (Cuna de civilizaciones, 5)

El golfo de Ácaba

El Golfo de Ácaba, ese brazo de mar de fondo transparente y cristalino, que partiendo del Mar Rojo, va desgarrando estas áridas tierras formando, de uno solo, dos enormes y míticos desiertos: El Sinaí y el Arábico. Esta estrecha manga de agua lame las playas de Eliot y Ácaba allí dónde la misma llega a su fin, obsequiando a Israel y Jordania, con  estratégicas salidas marítimas tanto al proceloso Índico como al mítico Mediterráneo.

Este trozo de tierra y mar siempre ejerció sobre mi una gran atracción. Sobre el mapa lo  identificaba con lo exótico, lejano y legendario.

Mezclando lo material con lo onírico, dejando deliberadamente que ambos se solapen, paseamos soñolientamente  por las calles de Ácaba, la más acogedora de la ciudades  jordanas.

Su templado clima, estratégica situación, y cuidados parques, así cómo la amabilidad y hospitalidad de sus gentes han hecho que en la misma florezca una prospera oferta turística.

Petra, Playa de Ácaba
Playa de Ácaba.

Aquí, además de los propios jordanos y algunos europeos, acuden a pasar horas o días de ocio los militares norteamericanos estacionados en la vecina Arabia Saudí. Ocio que les está completamente vedado en el hermético e intransigente reino de Al Saud, debido a las estrictas leyes coránicas que rigen en él.

Nada nos recuerda en la actual Ácaba a la antigua Ezión-geber de la tierra de Edom, citada ya en el Libro de los Reyes del Antiguo Testamento. Es cierto que al oeste de la ciudad, junto a la frontera con Israel, están las ruinas de Tell Al Khalifa, que los acabenses se empeñan en identificar con Ezión-geber, lo cual no está confirmado ni histórica ni científicamente.

Cómo quiera que los informes meteorológicos nos advierten de las bajísimas temperaturas que están padeciendo en Amman, alrededor de 0º C., decidimos permanecer aquí unos días y acercarnos a visitar la legendaria Petra, distante de Ácaba unos 130 kilómetros, y proseguir posteriormente nuestro viaje hacia la capital del Reino Hachemita.

La Flor del Desierto

Farás, con el que nos dirigimos a Petra, de nacionalidad jordana y sangre palestina, serio y profesional, de tez morena, mediana estatura y abultado abdomen, se sirve de un inglés  -que para sí quisieran el 90% de los taxistas españoles-  para expresarnos su admiración por el desaparecido rey Hussein. Así mismo nos expresa su convencimiento, de que los pueblos árabes y hebreo tienen la obligación y el deber de entenderse y respetarse mutuamente, si quieren vivir en paz, ya que, según él, la paz es a lo más grande que debe aspirar el ser humano. Son tantas las anécdotas que nos cuenta, tanto en la ida como en la vuelta, que los trayectos se hacen francamente cortos.

Petra, El desfiladero (FILEminimizer)
Desfiladero, al fondo El Tesoro.

«El Tesoro», el más importante y mejor conservado edificio de este extraño y, hasta hace poco, desconocido enclave.

otra del tesoro
La ciudad rosa.

A las ocho de la mañana, mucho antes que lleguen los autobuses con las oleadas de turistas, procedentes de Ácaba y Aman, estamos entrando por el gran cañón o desfiladero que después de, aproximadamente un kilómetro, nos dejará ante las puertas del Khazneh, «el Tesoro». El más importante y mejor conservado edificio de este extraño y, hasta hace poco, desconocido enclave.

Es tanto lo publicado sobre Petra que aquí, en tan reducido espacio, poco es lo que podemos añadir sobre ella. Si nos decidimos a hacerlo es más por respeto a los posibles seguidores del Blog, si los hubieses, que por lo que seamos capaces de aportar a lo ya conocido sobre la ciudad de los nabateos.

Petra Yo con Camello (FILEminimizer)
Como buen caravanista, pagué mi tributo a Petra.

Se encuentra la «Ciudad Rosa», llamada así por el color de la piedra que la caracteriza, enclavada en un macizo rocoso que guarda celosamente el tesoro que alberga en su interior. Este farallón rocoso cuya formación semeja gigantescas coliflores, talladas por férreas y ciclópeas manos, oculta en su vientre esa belleza, salvaje y natural que es Petra.

Fue en el interior de este sobrecogedor conglomerado dónde los nabateos, tribu nómada del este del desierto Arábigo, dónde asentaron su poder entre los siglos VI a.d.C. y el II de nuestra era.

En el transcurso de esos ocho siglos Petra floreció y cayó, definitivamente en el anonimato, cuando las caravanas entre Egipto y Siria tomaron otros derroteros, o bien los mercaderes empezaron a utilizar las vías marítimas.

Este método les permitía dedicar menos tiempo a la guerra y mucho más a las artes.

Petra, Tumbas (FILEminimizer)
¿Tumbas?

Cuando comenzó  su supremacía sobre el área que controlaban se dedicaron a asaltar las caravanas que transitaban por ella, pero al observar la necesidad de estar en continuo estado de guerra y el gran número de enemigos que les ocasionaban sus actos, optaron por otro más simple y refinado.  Ofrecer protección y cobrar tributo a todas las caravanas que se veían obligadas a pasar por sus dominios. Este método les permitía dedicar menos tiempo a la guerra, y mucho más a las artes.

Cómo consecuencia de ello, Petra experimentó un fuerte crecimiento cultural, destacando sobre todo en la agricultura y la arquitectura. De la primera nos legaron sus sofisticados sistemas de riego y el estudiado aprovechamiento del agua. De la segunda; veinte siglos más tarde, nos sorprende la perfección y grandeza de sus edificios, tanto civiles, cómo religiosos o funerarios.

A continuación citaremos algunos de los más representativos que pueden contemplarse, hoy en día, al visitar «La Flor del Desierto» , como la denominan muchos jordanos.

El Tesoro Petra
El Tesoro, Petra.

EL KHAZNEH: A pesar de su significado  -el tesoro, en dialecto beduíno-  no significa ello que los nabateos escondiesen sus riquezas en este edificio. Pues fue siglos más tarde cuando se popularizó la leyenda de que, unos bandidos habían escondido en él, un fabuloso tesoro. La construcción del controvertido edificio se llevó a cabo entre los siglos I a.d.C. y el  II de nuestra era.

Petra, Afiteatro Petra (FILEminimizer)
Anfiteatro.

ANFITEATRO: Con capacidad para 8.000 espectadores, muy parecido a los anfiteatros romanos, pero con un grado de inclinación menos pronunciado en los graderios. Fue este parecido el que llevó a pensar que el mismo había sido construido por los romanos, pero después de recientes excavaciones, entre los eruditos toma fuerza la creencia que el mismo fue construido por los nabateos en el primer siglo de nuestra era.

Petra, Primera tumba (FILEminimizer)
Tumba de la Urna.

TUMBAS REALES: Son tres, de aspecto realmente impresionante. Vistas desde la Calle de las Columnas, talladas en la pared vertical que forma el cañón, semejan templos griegos. La primera es la Tumba de la urna, apoyada sobre una terraza la cual descansa sobre una doble arcada de bóvedas. Le sigue la Tumba Corintina  y por último la Tumba de Palacio que es la única simulación de edificio de tres plantas que hemos podido observar en todo el complejo.

Petra, Avenida de las columnas (FILEminimizer)
Avenida de las Columnas.

Hay quien afirma que la primera de ellas cobijó los restos del rey nabateo, Maluchos II, pero nada de esto está probado. Ni siquiera lo está que realmente fuesen tumbas, pero el transcurrir de los años y la imaginación popular, las bautizó como tales.

CALLE DE LAS COLUMNAS: Vista hoy, tal cual, parece que fuese la calle principal, pero, al contrario de lo que sucedía en las ciudades romanas, cuyo cardo, o eje principal, transcurría de norte a sur, dicha calle está orientada este oeste.

Petra Templo del Dios
Templo de Dushara, dios de los nabateos.

TEMPLO DE DUSHARA:  Es el único edificio de Petra construido piedra sobre piedra y no tallado en la roca, como el resto ellos. Es evidente que un edificio con unas peculiaridades tan diferentes a los demás, debió estar dedicado a alguien muy especial. Y así es. El edificio era la morada del dios de los nabateos. El dios  Dushara.

Posee Petra, centenares, tal vez, miles de edificios, tumbas y cuevas. Con los aquí mencionados solo queremos ofrecer una pequeña, pequeñísima muestra de los tesoros arquitectónicos y arqueológicos que esconde esta enigmática civilización, en gran parte, aún por descubrir.

Hace unos días leí en algún lugar: «Si solo vas a ver un lugar en Jordania, o incluso en Oriente Medio, has que este sea PETRA».

Como quiera que mis años empiezan a enseñarme que no debo dejarme llevar por el  fanatismo, la frase anterior la cambiaría por la siguiente: Si vas a Jordania, o incluso a Oriente Medio, no dejes de visitar PETRA.

Petra el tesoro (FILEminimizer)
El Tesoro, Petra.

Paco Vidal

SUGESTIVO HIMALAYA

Este viaje empieza en Kathmandú mas, no sabemos dónde terminará. Posiblemente en Hong Kong, después de haber atravesado China en diversos medios de locomoción; coche, tren, barco, avión etc.. Algo de éste iremos desgranando en el transcurso del mismo, para deleite o fastidio de nuestros lectores. Si los hubieres.

                       (De Kathmandú a...?.I)

COMO SÍ DE  PÉTREAS ESTATUAS SE TRATASE

Kathmandú comienza un nuevo despertar, rutinario y cotidiano, las sucias y mugrientas callejuelas de El Tahmel, corazón geográfico y comercial de la urbe, comienza su diaria lucha por la vida.

Sus soñolientos habitantes se desplazan, arrastrándose entre los restos de comida y verduras, dejados por los vendedores ambulantes al recoger sus puestecillos la noche anterior. Después de haberse disputado un trozo de acera – con otros vendedores-, para ofrecer los productos de sus huertos, sobre un trozo de plástico extendido en el suelo.

Son las siete de la mañana y el todo terreno que nos conduce a Kodari, en la frontera nepalo-tibetana, distante 155 Kms., da continuos virajes, tratando de sortear, no siempre con éxito, los socavones que adornan las maltratadas calles.

Atravesamos la Plaza Durban, -antorcha y guía de los hippies en la década de los sesentas del siglo pasado-  tan concurrida y transitada a otras horas, pero tan solitaria e ignorada al amanecer.

Conforme nos alejamos del corazón de la ciudad, las viejas y nuevas construcciones se mezclan caprichósamente, y por doquier existen montones de escombros y basura, donde hurgan los famélicos perros tratando de encontrar algo con que saciar su hambre.

Bahrabise la venden los incontables organizadores de Tours que existen en la ciudad, como un lugar donde desplazarse desde Kathmandú para poder contemplar desde ella, la gran cordillera del Himalaya. Cuando llegamos a ella, sobre las nueve de la mañana, lo único que vemos son las nubes que envuelven sus cercanas colinas. Destartaladas construcciones, a medio terminar, y más montones de basura. La polución es altisíma  y su tráfico caótico.

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Carretera nepalí

A partir de aquí la carretera deja de serlo, para convertirse en un camino de tierra, lleno de zanjas y socavónes, producidos por el intenso tráfico de grandes camiones que van y vienen a la ciudad fronteriza china de Changmú.

En Nepal se circula por la izquierda, pero en éste tramo de carretera cada uno lo hace por dónde puede. Aquí no manda la Ley, aquí manda la orografía, lo accidentado del camino y la pericia del conductor.

Por las laderas de las montañas, casi acantilados, que en épocas de lluvias hacen ésta vía prácticamente intransitable debido a los continuos corrimientos de tierra, caen cascadas de cristalinas aguas, que al llegar al valle se convierten en sucios y contaminados riachuelos que arrastran todo tipo de inmundicias, arrojadas a ellos por los habitantes de las aldeas y pueblos que atraviesan.

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Kodari

Kodari es más de los mismo, puestos, tenderetes y basura a lo largo de la carretera-calle que forma el pueblo.

El control fronterizo, punto hasta el cual se puede llegar con el vehículo, no es más que un destartalado edificio de una sola planta, en una esquina del cual hay un mostrador dónde nos sellan los pasaportes.

Además de los funcionarios, hay cambistas y algunos jóvenes que se ofrecen como porteadores para trasportar los equipajes hasta el punto de control chino, distante unos quinientos metros calle arriba.

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Porteadores

Justo en el centro del puente que sirve de frontera entre ambos países, hay dos jovencísimos soldados del ejercito chino que, por su porte y comporte, más parecen autómatas que seres humanos. Son ellos los encargados del primer control de pasaportes y visas.

Unos cincuenta metros más adelante, justo dónde empieza la tierra firme, hay dos garitas de cristal, una a cada lado de la suntuosa puerta que conforma el deslumbrante ( en este entorno lo es ) edificio de la frontera china y, dentro de ellas, otros dos miembros del ejercito chino. Esta vez firmes y rígidos, como si de pétreas estatuas se tratasen.

El control chino estaba, hasta hace relativamente poco, a unos cinco o seis kilómetros tierra adentro. Pero hace un par de años inauguraron este complejo de acero, cristal y mármol.

Los controles y registros son estrictos y rigurosos, siendo la actitud y comportamiento de los funcionarios tal, que más que respeto dan miedo.

Aquí nos espera «Pablo» Pasang, nuestro guía de habla española en Tibet, el cual se encarga de tramitar el papeleo.

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Paplo Pasang y el autor

Nosotros tenemos los pasaportes y los visados, expedidos por la embajada china en Kathmandú. Él debe traernos el permiso especial para el Tibet. Sin el cual, ningún extranjero puede visitar esta zona de la República Popular de China.

Al efectuar el funcionario el correspondiente control, detecta que falta algún número en el mismo, o este está cambiado, lo que nos lleva una media hora de espera e incertidumbre hasta que, por fin, se aclara el equívoco.

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Permiso para Tibet

Finalmente subimos al  todo terreno que nos llevará a Lahsa a través del «Camino de la Amistad».

Changmú, lugar donde dormimos, es una ciudad completamente nueva, construida por los chinos colgada de una ladera en las estribaciones del Himalaya. La misma se levanta siguiendo los pronunciados zig zag que forma la carretera, de tal manera que los pisos inferiores de los edificios corresponden al zig de abajo, mientras los superiores corresponden al zag de arriba.

En ella se construye con frenesís, como en todas las ciudades chinas, hecho que pudimos constatar en días posteriores. ¿Estará viviendo China una burbuja inmobiliaria como la vivida en nuestro país hace unos años?.

Es en Changmú, dónde los camiones nepalies intercambian la mercancía indo-nepalí por la china. Hasta aquí llegan, pero de aquí no pasan.

Como quiera que este es el único punto fronterizo abierto entre Tibet y sus vecinos del sur: Bután, Nepal, India etc., la afluencia de peregrinos budistas de estos tres países es desmesurada, sobre todo en junio, que corresponde al mes de abril  del calendario budista. Siendo este el mes santo del budismo, según nos informa nuestro guía, Páblo Pasang.

A los pies del Everest

Las vistas, desde la habitación de nuestro hotel, son espectaculares y es aquí donde vivimos nuestro primer amanecer en Tibet. Amanecer de un soleado día, que más tarde alcanzaría los 28-30 grados.

Los primeros kilómetros hacia la altiplanicie de Nyalam, transcurren por una carretera impecablemente pavimentada, que serpentea entre escarpadas cumbres y profundas gargantas.

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Garganta profunda

El potente Land Creuser V-6 que llevamos, asciende sin dificultad por las empinadas pendientes que se alzan ante nosotros.

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cordillera del Himalaya desde el Pang La

En menos de tres horas, hemos pasado de los frondosos y húmedos bosques de Changmú, situada a 2.600 metros de altitud, a las despobladas y áridas tierras que circundan el Pang La, con sus 5.050 n.s.n.m., uno de los pasos más elevados de la Carretera de la Amistad. Desde él se contempla un amplio horizonte de nevadas cumbres de la cordillera del Himalaya.

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Boñigas de yak en Nasar

En Nasar, pequeña aldea tibetana, rodeados de niños de curtida piel y encallecidas manos, con las tapias de los corrales de las casas cubiertas de boñigas de yak, caminamos durante un rato, por un estrecho sendero, entre rebaños de cabras y ovejas. Nuestro objetivo es visitar la Pengyeling Nangkoding, cueva en la que pasó largos años de su vida el gran maestro Milarepa dedicado a la meditación y la enseñanza.

Nyalam es una extensa comarca de áridas tierras, dónde el ejercito chino tiene posesionado gran cantidad de soldados, atentos guardianes de su frontera suroccidental. La única aparente riqueza  de éstas tierras son las pequeñas aldeas, en cuyos campos crece una raquítica cebada, con la que alimentar el ganado cuando el frío manto de hielo cubre todo cuanto abarca la vista y los animales deben permanecer en los corrales y cobertizos.

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aldea tibetana

En Tingri saciamos nuestro apetito, después de larga espera, en un «restaurante» lúgubre y poco limpio. En el mismo, unas jóvenes muchachas cumplen las funciones del cocinero ya que, según nos dijeron, éste se había ido con sus hijos, puesto que hoy era «el día del niño» en el calendario tibetano.

Más tarde de lo previsto, nos desviamos de nuestra ruta, abandonando el cómodo asfalto, después de dejar atrás las últimas casa de Tingri.

Un palo atravesado en el pedregoso camino, nos indica que para seguir adelante  hay que abonar el correspondiente peaje. Si no me traiciona la memoria; 400 Yuanes por el vehículo y 100 Yuanes por persona, ( aproximadamente100 € ). Debemos decir que esta cuota no es por circular por tan deplorable pista, sino por tener acceso al Campo Base Norte del Everets, que es a dónde conduce la pista en la que nos encontramos.

Desde Tingri hasta Rangbuk, monasterio situado en las estribaciones del Everets, hay 70 kilómetros de  tortuosas pistas de tierra y piedras, flanqueadas en esta época del año de secos torrentes. En Rangbuk habitan unos monjes budistas que dan cobijo, previo pago, a los montañeros y/o a todo aquel que se aventure por estos lares.

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Rangbuk

Desde el monasterio, dónde hay una enorme explanada llena de innumerables puestecillos atiborrados de pretendida artesanía, con cuya venta intentan subsistir sus propietarios, hasta el Campo Base, hay todavía 8 kilómetros.

 

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Los autores

Estos últimos kilómetros hay que hacerlos a pie o bien en unos vehículos del Estado, ya que a partir de aquí los vehículos particulares tienen prohibido el paso.

Nosotros, gracias a la profesionalidad y el buen hacer del traumatólogo sevillano Dr. Rafaél Muela,  nos permitimos acometer este pequeño trekking. De no ser por la exitosa implantación de rótula que dicho cirujano llevó a cabo en la rodilla de mi mujer, ella se hubiese visto obligada a quedarse en Rangbuk, o hacer este tramo en vehículo. Frustrando, de esta manera, un sueño largamente acariciado…¡Hacer a pie, al menos, estos escasos kilómetros de aproximación al Campo Base del Everets!

El monolito dónde se acredita la altura del lugar, 5.200 m.s.n.m., y que estamos en el campo base del Qomolangma, nombre del Everets en tibetano, está siempre cubierto por la más variada y pintoresca fauna humana, queriendo inmortalizar en su móvil tan señalado acontecimiento.

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Guía y autor

Aquí he visto, desde el clásico «aventurero de sofá», atiborrado de programas de National Geografy,  ataviado con las «representativas» camisas con bolsillos hasta en el cuello y los clásicos pantalones con los característicos remiendos en las rodillas, hasta un tipo, chino por más señas, con traje, zapatos de charol y gabán.

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Campo Base del Everest

Aunque hemos bajado de los 5.200 metros del campo base a los 4.000 que se encuentra Lahtse, el mal de altura se hace notar. A pesar de estar hidratándonos continuamente con agua caliente, líquido con el que te obsequian en todas partes.

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Si estamos en China, comemos con palillos

La cena que nos sirven en el hotel es copiosa y variada, pero el malestar que produce la falta de oxígeno no nos permite saborearla.

La habitación es amplia y confortable, pero a la hora de ducharnos no hay agua caliente. Se conoce que con tanto beberla no queda para la ducha.

Loungtas en la lejanía

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El Tra La con sus Loungtas

Desde las ocho de la mañana que emprendemos la marcha, hasta llegar a Shygatse, sobre las cinco de la tarde, dejamos atrás algunos de los grandes pasos de montaña de la ruta, como son el Yulong La, o el Tra La, todos ellos visibles en la lejanía debido a la gran cantidad de Lougtas o «caballitos del viento» que los adornan. Sobre los mismos se hayan escrito Mantras u oraciones budistas.

El Monasterio Sayka, comprendido entre los cuatro más importantes del budismo tibetano, lo dejamos atrás pues, aunque estaba en nuestros planes dedicarle una visita, por ser el abril budista, un mes santo, el monasterio está cerrado para los extranjeros.

Cuando llegamos a Gyantse, la segunda ciudad en importancia de Tibet, no tenemos gana para otra cosa que no sea; ducharnos y a la cama. La altura está pegando fuerte en nuestro organismo.

El Grand Gyantse Hotel, es un cuatro estrella que para si lo desearían muchas ciudades europeas. La cama mide 3 x 2 y las habitaciones, pasillos y zonas comunes son realmente espaciosas.

El dueño es un tibetano que se ha hecho millonario, ( En la China comunista abundan más que en cualquier otra parte del mundo ) comercializando mantequilla de yak.

No es que los tibetanos sean unos devoradores de mantequilla de yak, lo que sucede es que la misma se usa, desde protección solar hasta combustible para alimentar los miles y millones de velas que alumbran las estatuas de Buda, esparcidas  por este inmenso territorio.

La noche se hace larguísima y a las cinco de la mañana decidimos levantarnos y salir a dar un paseo, con el fin de respirar aire fresco que nos libere, en lo posible, de la sensación de asfixia que sentimos dentro de la habitación.

Por las calles transitan, apresuradamente, los fieles con el Masa, (rosario budista) en la mano izquierda, mientras con la derecha giran incansablemente, en el sentido de las agujas del reloj, el Mani Korlo o rueda de plegarias, en cuyo interior portan una, o más Mantras.

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Fieles orando

En la explanada que existe ante el enorme Tashilhumpo, segundo Monasterio en cuanto a tamaño e importancia del Tibet. Los fieles más devotos o fanáticos se lanzan al suelo, a todo lo largo de su cuerpo, una y otra vez, en un ejercicio agotador e interminable.

Hasta Lhasa, aún nos quedan tres o cuatro pasos de montaña, entre los que destaca el Khamba La, después de haber dejado atrás el lago Yandrok, uno de los más altos del mundo, situado a 4.490 m.s.n.m..

La bajada desde el Kahmba La, situado a unos 60 kilómetros de la capital, es, caprichosamente vertiginosa, con curvas y recurvas colgadas de escarpados precipicios que, sobre todo cuando no es uno el que conduce, le parecen realmente espeluznantes.

Por fin, sobre las siete de la tarde, entramos en la capital del Tibet, situada a 3600 metros de altitud, acunada sobre un hermoso valle, por una autopista flanqueada de bellos jardines y elaborados huertos.

Paco Vidal

 

 

 

MÍSTICO TIBET

                    (De Kathmandú a.....? II)

Lhasa

Las escasas imágenes que las televisiones occidentales nos ofrecen de Lhasa, corresponden, casi siempre, a tomas de acciones represivas del ejercito chino contra monjes budistas, o la población tibetana en general.

En las mismas suelen verse calles sucias, bordeadas por destartalados y grises edificios, a punto de derrumbarse. No sabemos cuándo o dónde estarán efectuadas dichas tomas, o que mensajes pretenden transmitirnos, pero para nada corresponde a la realidad.

Es obvio que nos estamos refiriendo al aspecto urbanístico de las mismas, ya que represión política y étnica, si que puede intuirse en el comportamiento, tanto de los chinos cómo de los tibetanos. Hasta el observador más indiferente puede darse cuenta que son dos pueblos obligados a convivir y tolerarse, pero, desde luego, nunca a amarse. Y cómo el poder lo ostentan los primeros, son los tibetanos los que llevan las de perder en esta partida.

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Puesto de control

En los cerca de mil kilómetros que median entre la frontera de Nepal y Lhasa hemos sufrido una media de un control cada cincuenta kilómetros. Cosa que, en absoluto,  sucedió en nuestro recorrido por otras provincias o regiones de China. Uno de estos controles consiste en determinar el tiempo que debe tardarse de una ciudad o pueblo a otro. El incumplimiento de estos tiempos conlleva la correspondiente sanción. Debiéndose justificar, ante las autoridades, el por que de dicho incumplimiento, si existiese el mismo. Esto ocasiona que, poco antes de llegar a los lugares dónde están estos controles, se vean gran cantidad de vehículos parados al borde de la carretera, haciendo tiempo para llegar al control a la hora estipulada.

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Mujer con el Mani Korla

No puede decirse lo mismo de la libertad de culto, pues los templos y monasterios están a rebosar,  y la ostentación de los actos de culto son visibles por todas partes.

Centrándonos de  nuevo en la ciudad, diremos que las amplias avenidas de  Lahsa nos recuerdan, en cierto modo, a Salt Lake City, ciudad del oeste americano fundada por los mormones en el siglo XIX, una de cuyas principales exigencias era que en sus calles una reata de ocho pares de bueyes pudieran dar la vuelta sin que se estorbasen unos a otros. Tal es su amplitud. La mayoría de los automóviles que circulan por ellas son de reciente matriculación y de categoría  media-alta, lo que ofrece un fuerte contraste con las gran cantidad de rickshaw  dedicados al transporte de mercancías y personas.

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Rickshaw y arquitectura tibetana

Como aviso a navegantes diremos que sus tarifas son hasta tres veces superiores a las de los taxis, al menos intentan cobrárselo a los extranjeros.

Otra de las cosas que llama la atención en esta ciudad, es el elevado número de motocicletas y carromatos eléctricos que circulan por sus calles. Calculamos que sobre el  80% de ellos.

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Y….la gente se divierte

En Lhasa viven gran cantidad de funcionarios chinos, que en este estado gozan de unos ingresos superiores a la media, lo que ocasiona que sus comercios y restaurantes gocen de una nutrida clientela.

Todas estas observaciones carecerían de importancia en cualquier otra ciudad del mundo. Pero al ser Lhasa la capital del Tibet y ser tan poco frecuentada por viajeros occidentales, cuando estamos en ella, nuestro sentido crítico se vuelve mas inquisitivo y observador.

El Potala 

A pesar de todo lo expuesto, el símbolo de esta sacra ciudad, es el POTALA, el edificio más representativo de la arquitectura tibetana y quintaesencia de la vida de este místico pueblo. Este inmenso complejo, compuesto por más de mil habitaciones. Residencia de los sucesivos Dalai Lamas y centro del poder religioso, cultural, administrativo y hasta espiritual del teocrático estado tibetano, desde que el quinto Dalai Lama, Lozang Gyatso lo mandara construir en el siglo XVII, hasta 1.959. Año en que el décimo cuarto Dalai Lama, Tenzin Gyatso, se marchó a su exilio dorado de Dharamsala, en el norte de la India,  -antes de verse desacralizado ante un pueblo que, hasta entonces, había sido poco menos que un ejercito de esclavos a su servicio-.

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Fieles, girando alrededor del Potala

Como hemos dicho anteriormente, el inmenso complejo está compuesto por más de mil estancias, con una superficie construida de 130.000 metros cuadrados. Las 41 Hectáreas que ocupa sobre la montaña Hongshan a 3.700 m.s.n.m., le dan una situación de privilegio dominante sobre la ciudad.

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El poder dominante del Potala

Desde la atalaya de poder que constituía este conglomerado de edificios, ejerció  durante siglos, el clero budista tibetano, en general, y el Dalai Lama , en particular, un poder absoluto sobre una sociedad feudal compuesta de siervos y señores.

Tres eran los pilares sobre los que se fundamentaba dicha sociedad: La nobleza; 2% de la misma. El funcionariado; compuesto por el 3% de la población, al servicio de la mencionada nobleza. Los monasterios; formado por un ejercito de monjes, al frente de los cuales estaba un reducido número de Lamas. Y, por encima de todos, el Dalai Lama. Solo un reducido número de personas, menos de mil, eran dueñas del 93% de las riquezas del país. Eran propietarios, no solo de los rebaños, las tierras, los ríos, lagos y montañas, también les pertenecían los hombres y mujeres, ya que al ser dueños de sus almas y sus sueños, (a través de la religión) lo eran de sus cuerpos y sus vidas. Todo esto sucedía hasta finales de la primera mitad del siglo pasado. Fue este despotismo lo que sirvió de pretexto a los déspotas de Pekin para invadir el país.

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Uno de los siete niveles del Potala

Aún hoy, aprovechando las ventajas mediáticas que nos dan los actuales medios de comunicación, al consultar la web www.dalailama.com  se nos aconseja, sin que por ello se ruboricen, que de ser recibido en audiencia por el Dalai Lama deberíamos inclinarnos ante él y evitar el contacto visual con el mismo.

Hoy en día el POTALA es Patrimonio de la Humanidad, declarado como tal por la UNESCO en el año 1994. Las funciones que cumple son de museo, (Las entradas para su visita hay que gestionarlas con muchos días de antelación y, en ellas van impresos el nombre y número del documento de identidad del visitante) museo interactivo, lo podríamos definir ya que en muchos de sus múltiples rincones y recovecos existen gran cantidad de capillas, imágenes de fundadores de sectas budistas, o tumbas de Lamas y Dalei Lamas, dónde peregrinos, monjes y devotos cumplen sus funciones religiosas, alimentan la lumbre de las velas con mantequilla de yak o murmuran sus interminables plegarias, sin que las autoridades de Pekin, ni sus representantes en Lhasa, ejerzan ningún tipo de presión para que estas no se lleven a cabo.

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Devotos orando

Mientras esto sucede en el interior, fuera, a lo largo de las avenidas, calles y senderos, que forman su inmenso perímetro, miles de fieles, venidos de los más apartados rincones del universo budista, giran alrededor del venerado lugar, en el sentido de las agujas del reloj, con el MALA (rosario budista) en la mano izquierda, mientras ocupan la derecha con el MANI KORLA (rueda de plegarias).  Esta especie de matraca gira y gira incansablemente, como ellos mismos, en el sentido de las agujas del reloj, como si de dos universos paralelos, ¿o tal vez complementarios? se tratase. Aquí se nota una pasiva presencia policial, compuesta por postas de tres individuos, (cada 50 metros) armados con subfusiles, que situados espalda sobre espalda, se limitan a observar, a través de sus gafas oscuras, al inmenso gentío, sin intervenir en ningún momento en el devenir de esta MANI KORLA humana.

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Giran y giran

Se desprende que los cantos y plegarias de unos y otros hacen poco daño  a los intereses del Partido Comunista Chino, más preocupado en controlar los hilos de las finanzas y la economía, salvajemente, capitalista que impera en el país.  ¿Que daño puede hacer a un poder monolítico, como el ejercido por el APARATO del PARTIDO, un puñado de fanáticos religiosos, con mentalidad medieval, que adoran a un semi-dios que vive en la vecina India y se pasea por el mundo en jet privado, compartiendo mesa y mantel con los dirigentes del mundo, aunque sea portador del Premio Nobel de la Paz y de la Medalla del Congreso Norteamericano, mientras le llega la hora para poder reencarnarse en Dios sabe qué?

Cadenas y grilletes

Fue, sin embargo, un episodio vivido en la estación de ferrocarriles de Lhasa, lo que más honda huella ha dejado en nosotros, el recuerdo de esta ciudad.

Las estructuras de los aeropuertos y las modernas estaciones de ferrocarriles de China guardan una cierta similitud entre ellos. Tanto en unas como en otros, los controles de seguridad para personas y cosas son bastante rigurosos. Así que después de haber pasado los mismos, (dónde me requisaron un puñal usado por los temibles GURKAS,  -mercenarios nepalíes del ejercito británico-  que llevaba en la maleta y que venden en Nepal como soubenier) nos sentamos, a la espera de la salida de nuestro tren hacia Pekin. Del fondo de la nave vemos cómo se acerca un pequeño y compacto grupo de hombres. Al llegar a nuestra altura, observamos que en el centro del mismo va un chico joven con grilletes, tanto en la manos cómo en los pies, y uniendo ambas extremidades una cadena de respetables dimensiones. Tan desagradable equipamiento le obliga a caminar lentamente, mientras es observado por centenares de personas.

Grilletes
¿……?

Todos sabemos lo habitual que es en China la aplicación de la pena de muerte pero, ¿Es realmente necesario «pasear» a un reo de manera tan denigrante por la sala de espera de una estación de ferrocarriles atestada de pasajeros?

La megafonía anunciando la próxima salida del tren que nos trasladará hacia el interior de este inmenso país, interrumpe mis pensamientos, ocupado en escenas medievales, para devolverme a la realidad y recordarme que la escena vivida, ni es un sueño, ni corresponde a la Edad Media.

                                                                                                                              Paco Vidal

GUERREROS DE TERRACOTA

 

                         (De Kathmandú a.....? III)

El expreso T-224

A las diez de la mañana, con puntualidad oriental, se pone en movimiento el T224 que une la ciudad de Lhasa  -capital milenaria del viejo estado teocrático de los Dalai Lamas-  con Xian, capital de la provincia de Shaanxi, fundada en el siglo II a.d.C. por el emperador Quin Shi Huang. 

Este ferrocarril fue inaugurado en 2006, con gran pomposidad por las autoridades chinas. Dicha obra ha dado al Territorio Autónomo del Tibet, cómo se denomina hoy, la facultad de romper el aislamiento que lo había mantenido alejado del resto de las provincias chinas, según la versión de las autoridades de Beijing, o de hacer al Tibet más dependiente de China, según la versión de los nacionalistas tibetanos.

Personalmente me inclino por la primera versión, sin que por ello quite rigor a la segunda, ya que esta mastodóntica obra de ingeniería ha terminado, en gran medida, con el endémico aislamiento que este país mantenía, no solo con China, sino con el resto del mundo.

Hasta 2006, la gran meseta tibetana, compuesta de 2.500.000 Km./2 (cinco veces la superficie de España) estaba unido a sus vecinos: Paquistan, India, Nepal, Butan, etc., por caminos carreteros, impracticables en invierno, ríos de barro y fango de julio a septiembre, y polvorientos caninos en temporada seca.

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El tren, ¡hermoso medio de locomoción!

El ferrocarril se desliza por el valle que sirve de cuna al río Lhasa, paralelo a éste, cuyo cauce, unas veces a la izquierda , otros a la derecha, discurre en sentido contrario a la marcha del tren. Nuestro convoy se desplaza flanqueado de picos que van de los 5.000 m. a los 7.000 m. El valle oscila entre los 3.600 m.. que se haya Lhasa hasta los 5.200 m. que alcanza al pasar por el puerto de Yang Ba Lin.

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Aldea tibetana

Desde que abandonamos Lhasa, pequeños núcleos de clásicas casas tibetanas, habitadas por campesinos y ganaderos, salpican el valle, dónde pastan manadas de tocs, (animal surgido de la unión de un yak con una vaca o de un toro con una yac), cabras, ovejas y yaks. Allí dónde estos sufridos campesinos consideran que la agricultura es más productiva que la ganadería los eriales se convierten en caprichosas parcelas, regadas por las claras aguas del río Lhasa, dónde crece la cebada y otros cereales, al contrario de lo que ocurre en las cercanías de la capital, dónde estos productos son sustituidos por verduras y hortalizas.

Conforme nos alejamos de Lhasa, el valle se hace más estrecho. Van desapareciendo los rebaños y los cultivos, para dar paso a zonas mas áridas y escarpadas, hasta que a las 11.15 h. nuestro convoy, cansinamente, alcanza el paso de Yang Ba Lin, de 5.200 m., situado a los pies del Luggudantse de 6.586 m. , cuyas cumbres, cubiertas por eternas nieves, lucen una blancura inmaculada.

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Paisaje tibetano

Descendemos el Yang Ba Lin hacia un nuevo valle, dónde ya no nos acompaña el río Lhasa, por lo que sus tierras dejan de ser cultivables, para convertirse en paramos dónde pastan los yaks rodeados de cumbres que dejan de ser blancas e inaccesibles para convertirse en horizontes muchos más lejanos, romos y grises, adornados, aquí y allá, de rojas pinceladas. Seguimos viendo pequeños núcleos habitados, pero más espaciados entre ellos. Aquí predominan los rebaños de yaks pastando libremente por el inmenso altiplano.

En los sucesivos valles por los que se va deslizando nuestro convoy, cual hambriento gusano, después de encaramarse a cada uno de los pasos que separan los mismos, pastan rebaños de cabras, oveja, caballos, tocs y, sobre todo de yacs, el animal más preciado de estas latitudes.

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El peludo y malholiente yac

El YAC, ese animal peludo y poco agraciado, podríamos decir que ha sido durante siglos, el sustento y alma de este religioso pueblo, sufrido y paciente.

Con su pelo confeccionan los vestidos y mantas con que abrigarse del gélido frío que barre el altiplano desde las nevadas cumbres del Himalaya. Con la piel del yac elaboran su calzado y construyen sus yurtas los pastores nómadas. Es su carne el principal y más nutritivo sustento. Y su leche la que les da vida y alimento en su niñez. Con la misma elaboran su famoso e inseparable té de mantequilla, con la que a la vez, inundan sus templos y monasterios de ese olor agridulce que los caracteriza, al ser éste el producto que nutre los miles, tal vez millones, de velas con las que contentar a Buda y alumbrar sus espíritus y corazones.

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Boñigas de yac almacenadas, formando tapias.

Por aprovechar aprovechan de éste, su inseparable compañero y bienhechor, hasta sus excrementos. Esas arquitectónicas boñigas que forman las eses del yak al caer al suelo. Esos geométricos círculos concéntricos, de mayor (unos 30 cms.) a menor (unos 2 cms.), son recojidos de prados y cercados para apilarlos en perfectas hileras sobre los muros que forman los corrales. O bien en pequeños pajares que, una vez secos, usan como combustible para calentar los hogares en las largas noches del frío invierno tibetano.  

Sobre las cinco de la tarde, rodeados de áridos paisajes rojo-grisáceos, atravesamos  pequeños riachuelos helados que vierten sus frías aguas sobre el Tongtien He. Donde tiene su cuna uno de los grandes ríos de Asia. Aquí nace, débil, insignificante y yerto, en los confines de la región de Qingai, para adentrarse en la de Sichuan,  donde se convertirá en el más importante y largo de los ríos de China; el Yangtze. Este río en el tramo que forma «Las Tres Gargantas» , a miles de kilómetros de aquí, entre las ciudades de Chonqqing y Yinchang merecerá capitulo aparte cuando naveguemos por sus aguas.

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Camiones por «La Ruta de la Amistad»

«La Ruta de la Amistad» y el ferrocarril vuelven a discurrir paralelamente, una y otra vez, en estas tierras inhóspitas. Ya no se aprecia vida animal alguna, excepto escasos y pequeños grupos aislados de antílopes del Tibet, y alguna liebre de gran tamaño que, se encabrita y huye asustada por el estrépito que forma nuestro convoy al pasar.

 Salvador Rodríguez

Sobre las nueve anochece, y todo queda envuelto en un manto de anonimato. Poco antes, por «La Ruta de la Amistad», que sigue discurriendo paralela a la vía férrea, avistamos a un par de ciclistas-viajeros, cargados hasta la bandera. Desde nuestra cómoda posición les enviamos señales de ánimo, las cuales nos agradecen desde sus escuálidos Rocinantes. Mirándolos me pregunto que empujará a estas personas  a abandonar casa y trabajo para recorrer regiones tan dispares y lejanas. Pedalear, cargado de todo tipo de bártulos, a 4.000 m. ó 5.000 m. debe de ser empresa de titanes.

Observándolos, no puedo por menos que dedicar un recuerdo a mi amigo Salvador Rodríguez que dejando casa y un cómodo puesto de funcionario en su amada Granada, se lanzó a la aventura de dar la vuelta al mundo en bicicleta, en cuyo empeño lleva ya ocho años. www.viajedecuento.com

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El menú del tren

Comemos algunas viandas que habiámos comprado en Lhasa y nos metemos en la cama. El almuerzo lo hicimos en el vagón restaurante , por 98. yuanes. Lo único que entendimos del mismo fueron las palabras «The Menu», todo lo demás estaba en caracteres chinos. El departamento está compuesto por cuatro literas del tipo «Softsleep». Dos de ellas están ocupadas por nosotros, la tercera por un joven chino taiwnés, con buenos conocimientos de inglés, y la cuarta es ocupada por otro pasajero en la ciudad de Golmud a las 24.50, cuando nuestro convoy se detiene en esta ciudad.

A las cinco de la mañana los primeros rayos del sol que se cuelan por la ventana, nos avisan de que un viajero no puede perder el tiempo durmiendo, si no quiere perder detalle de lo que sucede fuera y dentro del convoy. Apartamos las cortinillas y nos percatamos que el sol no brilla aquí con la intensidad que lo hacía en el alto Tibet. A nuestra izquierda nos saluda el lago Gingai, a unos 250 kms. de Xining, capital de la provincia de Gingai.

Por las tierras que bañan sus orillas, cubiertas de un manto tímidamente verde, pastan enormes rebaños de ovejas, en algunos casos, conducidos por un pastor, cuya cabalgadura no es otra que una motocicleta.

Las nueve de la mañana marca el reloj cuando llegamos a la ciudad de Xining, populosa e industrial. Las chimeneas de sus fábricas vomitan columnas de humo negro y contaminante.

Atrás queda, definitivamente, el altiplano tibetano. De él nos separan una ingente cantidad de túneles y una agradable sensación  -al vernos liberados de esa indescriptible angustia que produce la falta de oxigeno cuando nos movemos por encima de los 4.000 m..

Si Xuning nos pareció una ciudad de paredes ennegrecidas y atmósfera con sabor a acido. ¿Que decir de Lanzdau? Esta si que podríamos calificar como la primera ciudad verdaderamente china por la que pasa nuestro convoy.  ¿Cuántos millones de habitantes tiene este monstruo? En el mapa aparece como una simple ciudad de provincia, equiparable en nuestros estándares, con Soria, Logroño o Toledo. Sin embargo, consultando datos comprobamos que la antaño conocida como         «La ciudad dorada»  tiene 3.800.000 habitantes.

Nuestro expreso no se detiene en ella pero tarda mas de 40 minutos en dejarla atrás; centenares, miles de bloques de viviendas que oscilan entre dos y treinta y tantos pisos de altura. Las primeras, sucias, viejas y destartaladas construcciones de la primera mitad del pasado siglo. Próximas presas en caer, victimas de este devorador desarrollo emprendido por China en los últimos años. Las segundas, en construcción o recién terminadas.

En perpendicular con la vía férrea, cruzándola por pasos elevados o subterráneos, modernas autopistas, adornadas de copiosa vegetación, por las que circula un nutrido y fluido tráfico.

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Huertos de Lanzdau

Antes y después de la ciudad todo está ocupado por pequeñas parcelas, tan extremadamente labradas, que podrían confundirse con un mosaico, elaborado por las manos de un experto artesano. Habas, zanahorias, alcachofas, coliflores, rábanos, brócolis, coles, pimientos, apio, tomates y todo cuanto necesita la cocina china, tan amante de las verduras y hortalizas.

Parece que estos pequeños y medianos huertos, fuesen capaces de alimentar, por si solos, a los millones de habitantes de Landzdau.

La patria de los guerreros de terracota

Con sus edificios engullidos por las luces de neón y devorados por la obscuridad de la noche, llegamos a la legendaria Xian.

Xian, Alfa y Omega de la celebérrima «Ruta de la Seda» . A ella llegaban, o de ella partían, las caravanas encargadas de unir Oriente y Occidente. Roma en un extremo, Xian en el otro. Entre ambas, caravanas de hombres y animales, portadores de sueños y ambiciones, arrastrándose a través de ríos, desiertos y montañas, en interminables y agotadoras jornadas, dilatadas en el tiempo y el espacio. Fueron estos abnegados seres los que sirvieron de vínculo entre Oriente y Occidente, los que llevaban y traían nuevas y viejas ideas políticas, filosóficas o mercantilistas de la milenaria China a las milenarias culturas mediterráneas, o viceversa.

Hoy Xian es, con sus 8.000.000 de habitantes, una urbe moderna, cruzada por infinidad de amplias avenidas que enlazan con incontables autopistas, adornadas y flanqueadas de extensas zonas ajardinadas. Solo la ciudad vieja, un rectángulo enmarcado dentro de sus restauradas murallas, recuerda, en parte, lo que una vez debió ser esta reliquia del pasado.

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Acreditación del hallazgo

Siendo, como fué Xian, visitada, a través de los siglos, por incontables personajes de las más diversas razas y condiciones, ávidos de gloria y notoriedad, no fue hasta 1.974 cuando el fortuito hallazgo de un simple campesino catapultó a esta, antes emblemática, y ahora olvidada ciudad a ocupar de nuevo, un puesto entre las ciudades más visitadas del mundo.

Era el atardecer de un día de marzo de 1974, cuando unos campesinos de la aldea de Xiyang, situada a unos 30 kilómetros de Xian, en lugar de agua, encontraron  trozos de figuras y armas de bronce cuando estaban abriendo un pozo para regar sus campos.

Excavaciones posteriores demostrarían que estos campesinos, con sus rudimentarias herramientas, habían puesto en marcha uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos de los últimos tiempos.

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Cuadriga de los guerreros de terracota

Allí, a unos 30 kilómetros de las murallas de la vieja Xian, el emperador Qin Shi Huang, el unificador de los seis reinos. A la edad de 13 años, cuando heredó el reino a la muerte de su padre, el 246 a.d.n.e., ordenó a artistas y artesanos de su imperio, modelar un ejercito de guerreros  -infantes y jinetes-  a tamaño natural, para que lo acompañasen en sus conquistas y crueldades más allá de la vida.

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Guerreros de terracota

Más de 2.000 años han montado silenciosa guardia ante la tumba de su Señor, estos soldados: oficiales y generales, guerreros todos. Hasta que la ruda azada de un humilde campesino los catapultó a la fama en la segunda mitad del siglo XX.  Es este ejercito de guerreros el que nos ha traído hasta Xian en nuestro viaje a través de diferentes provincias y territorios autónomos de la actual República Popular de China.

Hay en Xian, no obstante, otros lugares dignos de visitar, entre los que destacaremos la popular; Hua Shan o Montaña de la flor de loto. Hua Shan, enclavada a unos 40 kilómetros al norte de la ciudad, es una montaña compuesta de escarpadas crestas graníticas, entre las que existe una red de senderos excavados por el hombre en la dura roca, con el fin de poder visitar cada una de las múltiples pagodas, templos y templetes que se encuentran esparcidos a lo largo y ancho de todo este laberinto de cumbres y crestas.

Hua es una de las cinco montañas sagradas de China. En ella buscaron refugio, huyendo de las iras del emperador Qi Shi Huang,  muchos seguidores de Confucio y otros monjes y ermitaños.

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Senderos de Hua Shang

Cuenta la leyenda (todas las montañas la tienen) que hace muchos años llegó al pié de la montaña un anciano que quería subir a ella para ofrecer dádivas a los dioses, el hombre siempre los busca en los lugares más inaccesibles, pero debido a su debilidad le era imposible conseguirlo. Entonces, un búfalo que pastaba al pié de la montaña, se apiadó de él, lo subió sobre su lomo y lo transportó a la cima, abriendo un sendero en la escarpada pared de roca. Desde entonces son varias las personas que mueren al año, intentando seguir el sendero que abrió el búfalo con el anciano a lomos.

Hoy en día, este vertiginoso sendero podemos visualizarlo en  GOOGLE introduciendo: «El sendero más peligroso del mundo».

Yo tengo que decir que, como también tengo muchos años, estuve buscando el búfalo, sin lograr encontrarlo. Así que tomé el moderno teleférico que existe desde hace años al pié de la montaña, y en siete minutos me puso en la cima de Hua Shan.

                                                                                                                    Paco Vidal