SAID Y EL CAMELLO DE ALÍ

 

                                                    (Cuna de civilizaciones, 3)

El hombre propone y las circunstancias disponen

La estación de ferrocarriles Ramsé II de El Cairo, a la que llegamos a las dos de la tarde -procedentes de la lluviosa Alejandría-, es una de esas estaciones que escogería cualquier director de cine, para escenificar situaciones donde el papel del tren -y su mundo- tuviesen que jugar un fuerte impacto en el espíritu del espectador.

Es un edificio grande y destartalado, de paredes grises, rematadas por una bóveda de cristal y hierro.

Por sus andenes, abarrotados por un gentío de los mas variados personajes, destacan los negros caftanes que visten las señoras de mas edad, en contraste con la indumentaria mas alegre y moderna de las mas jóvenes. Del cuello de todas ellas cuelgan macizas cadenas de oro, que tanto les gusta lucir a las mujeres egipcias.

Se ven campesinos, hombres de negocios, vendedores, mendigos y militares, que suben y bajan de los comboyes que llegan y parten hacia los diferentes destinos del país.

Estación Ramse II (FILEminimizer)
Estación Ramse II (El Cairo)

Sentados en los bancos de esta gran nave se pueden pasar horas y horas, viendo transcurrir el Gran Teatro del Mundo, representado inconscientemente por estos miles de actores anónimos.

En la Oficina de Información que existe en la propia estación, nos informan, previa solicitud nuestra, de la imposibilidad de viajar por las aguas del Canal de Suez para viajeros independientes. Hasta el día de hoy no existe ningún barco de pasaje que cubra el trayecto Port Said – Suez. Como quiera que hacer este trayecto era una de las metas de este viaje, la información nos deja un tanto frustrados. No obstante asumimos -que remedio- que estas cosas forman parte del viaje. Ya que, cuando se viaja por libre,: El hombre propone y las circunstancias disponen.

La ciudad mas joven del milenario Egipto

Ante tal imprevisto y sabedores de que, tanto Suez como Port Said no son ciudades que tengan mucho que ofrecer a los ojos del viajero, decidimos salir en autobús hacia Ismailía.

Ismailía (FILEminimizer)
Ismailía

Esta ciudad, fundada por Ferdinand Lessep en la década de los cincuenta del siglo XIX, se encuentra a unos 50 Kilómetros al norte de Suez a orillas del Canal, junto al lago Tinsah. El nombre de la misma es en honor del Jedive Ismael, amigo personal de Lessep.

La misma nació y creció con el canal, ya que su origen no fue otra cosa que el lugar donde residieron, tanto Lessep como todo el equipo técnico que dirigió las obras del canal que separaría África de Asia  y uniría el Mar Rojo con el Mediterráneo. Acortando en miles de millas marinas la navegación entre Europa y Asia.

La ciudad mas joven del milenario Egipto, es un lugar; agradable, tranquilo, limpio y con bastantes parques. En ella contactamos con Faruk, propietario de un viejo Lada, del que se siente muy orgulloso.

Después del correspondiente tira y afloja que caracteriza todo trato en el mundo árabe, llegamos a un acuerdo, a través del cual -ademas de mostrarnos la ciudad- nos llevará en su coche hasta Nuweiba a orillas del mar Rojo, después de pernoctar en la aldea que hay junto al Monasterio de Santa Catalina, a los pies del Monte Sinaí, en pleno desierto del mismo nombre.

Casa de Lessep (FILEminimizer)
Casa de Lessep en Ismailía

Después de visitar la casa que habitó Lessep mientras dirigía las faraónicas obras del canal – casa convertida hoy en museo- nos dirigimos hacia el sur. El viejo Lada se desliza cansínamente por la carretera que discurre cercana a la orilla derecha del canal. A derecha e izquierda de la misma desfilan enormes plantaciones de mangos, regadas por las aguas dulces del lago Tinsah.

El desierto del éxodo

Entrada tunel (FILEminimizer)
Entrada al tunel

Unos diez o quince kilómetros antes de llegar a la ciudad de Suéz, giramos a la izquierda y pasamos a la península del Sinaí por el túnel que construyeron los egipcios por debajo del canal después de los acuerdos de Camp David, con el fin terminar con el aislamiento de la península del resto del país.

Tunel bajo el canal (FILEminimizer)
Tunel bajo el Canal de Suez

A partir de ahora empezamos a movernos por los «Caminos mas viejos del Mundo», como nos dice Faruk. Por ellos, según el Antiguo Testamento, deambuló Moisés durante 40 años en busca de la Tierra Prometida al pueblo de Israel.

Es el Sinaí, como indica su propio nombre, el desierto del odio. (Según El viejo Testamento los hebreos serian odiados por todos los pueblos de la Tierra desde el momento que Javéh los eligió como pueblo, al entregar a Moisés  Los Diez Mandamientos en la cima del Monte Sinaí). Odio que los llevaría a vagar por él en un interminable éxodo huyendo del poder faraónico, a través de las agrestes montañas e inhóspitos  valles que forman esta desolada tierra.

Hoy en día, a pesar de que muchos de sus caminos están asfaltados, y rotuladas sus intersecciones. El Sinaí sigue conservando la grandeza de todos los desiertos del mundo.

Intruso en los caminos (FILEminimizer)
¿Quien es el intruso, él o nosotros?

Nosotros, después de superar incontables controles militares, (Solo comparables, en número, a los que padecí años atrás, en el Estado de Chiapas cuando viajaba por carretera, como en esta ocasión) llegamos a los pies del Monte Sinaí  al atardecer. Después de habernos embriagados, durante el camino, con una apasionante sinfonía de colores. Según la hora del día y la orientación del sol, los tonos que forman sus rayos al revolcarse por estas áridas tierras, pasan del azul zafiro al negro azabache, del violeta al rojo encendido. Formando en ocasiones una mezcla de todos ellos como si nos encontrásemos inmersos en la paleta del más subrrealísta de los pintores que haya dado la Humanidad.

Montañas dede el M.S. (FILEminimizer)
El Sinaí

¿Como es posible que esta tierra haya servido tantas veces de campo de batalla, y que sus estériles valles sirvan de tumba a jóvenes vidas, segadas, la mayoría de las veces, sin saber por qué ni para qué?.

Un largo camino hacia la muerte

Monasterio Santa Catalina (FILEminimizer)
Monasterio Santa Catalina

Con las primeras sombras del anochecer cayendo sobre este hermoso valle, indagamos en la aldea beduina que da calor humano a este paraje, la posibilidad de encontrar algún guía que nos conduzca a la cima del monte donde, según la leyenda, Javéh entregó a Moisés las  Tablas de la Ley por las que debería regirse en el futuro su pueblo.

Por fin, después de las pertinentes pesquisas, encontramos a Said y Alí, los cuales nos harán; el primero de guía y el segundo facilitará el camello que necesitamos para la larga y dura marcha de tres horas  que dura la ascensión a los 2.285 metros de altura que tiene la montaña.

A la 1.30 de la madrugada pasan a recogernos Said y el camello de Alí

Con un intenso frío, y una clara noche de luna, dirigimos nuestros pasos por la sinuosa senda que conduce a la cumbre de la mas sagrada de las montañas del mundo cristiano y musulmán.

Una hora mas tarde,Said detiene el camello, a lomos del cual cabalga mi mujer y tomándome del brazo, me acerca a una roca de unos 2.50 metros de altura por 2.00 metros de ancha, en la que se observan algunas irregularidades, y con la frágil vara que lleva para hostigar al camello, golpea la piedra y dice: «Esta es la roca de la que brotó el agua al ser golpeada por Moisés»

Se puede ser cristiano o musulmán, creyente o ateo, pero oír la anterior afirmación de los labios de un joven beduino, a estas horas de la noche, en semejante lugar, con una luz y un silencio sepulcrales, es algo que impacta fuertemente en el ánimo de cualquiera.

Continuamos nuestro nocturno camino hasta el anfiteatro conocido con el nombre de «Los sesenta ancianos de Israel», donde se encuentra la ermita de San Esteban. Aquí se quedan Said y el camello de Alí. Nosotros seguimos ascendiendo por los 750 peldaños que nos restan hasta llegar a la cima. Los escalones han sido tallados, en el suelo rocoso, por los monjes del Monasterio de Santa Catalina .

Said y el camello de Alí 014 (FILEminimizer)
Amanecer en el Sinaí

Junto a los muros de la restaurada capilla de la Santísima Trinidad, (Mandada construir por Justiniano en el 530 de nuestra era), acariciados por un gélido viento que azota nuestros ateridos cuerpos, vemos despuntar los primeros rayos del padre Rá, por las lejanas cumbres que forman frontera con el vecino estado de Israel.

Junto a nosotros, un grupo de cristianos nigeriános, desplazados a este -para ellos- sagrado lugar, entonan cánticos de alabanzas al Señor.

Bajando del Monte Sinaí (FILEminimizer)
Volviendo al valle

Nosotros, después de machacarnos las rodillas bajando los 750 peldaños que separan la ermita de San Esteban de la capilla de La Santisima Trinidad, nos encontramos con Said. Con él saboreamos un sabroso té que nos supo a gloria, después del frío pasado en la cima del Sinaí.

Mientras  tomábamos el té intercambiamos una chislaba por un viejo móvil  que no funcionaba.

Supongo que él haría con el móvil lo que yo con la chislaba; tirarlo.

Pero para los habitantes del desierto, sean, tuaregs, bereberes o beduinos La Sal de la Vida  es el intercambio. Sin trueque, sin «trapicheo» la vida solo es: «Un largo camino hacia la muerte».

Poco después, iniciamos el descenso hacia el fondo del valle, donde nos espera Faruk con su viejo Lada, para proseguir nuestro viaje hacia el Golfo de Acaba.

Paco Vidal

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