NIEVE EN EL DESIERTO

                                                                                                                 (Cuna de civilizaciones 7)

En el Mar Muerto no hay nieve

Conforme nos acercamos a Amman el tiempo empeora y cuando llegamos a ella está nevando copiosamente.

De la International Trucks Terminal, en la que nos deja el taxi, no sale ni entra ningún autobús, ya que la capa de nieve alcanza un espesor considerable. Cuando recabamos información nos dicen que esperemos hasta ver como evoluciona el tiempo y actuar en consecuencia.

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Salimos hacia Ácaba

Después de una larga espera, durante la cual no dejan de sonar los teléfonos, llega un autobús, cuyo conductor más parece un guía de caravanas de camellos que el chófer de un autobús de linea. Su uniforme consta de chilaba blanca y kuffiya o «pañuelo palestino» blanco y rojo, anudado a la cabeza. Como nota aclaratoria diremos que los colores de estos pañuelos sirven para identificar, en cierto modo, la nacionalidad del portador. Blanco y negro: palestino. Blanco y azul: sirio. Blanco y rojo: jordano, etc.

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Salida de Amman hacia Ácaba

Después de unos minutos de acalorada conversación, de la que no entendemos absolutamente nada, nos dan los tickets a los tres únicos pasajeros que nos dirigimos a Ácaba. Un sirio de unos 35 años y nosotros.

La salida de la vieja Filadelfia reviste cierta dificultad, superada con destreza por nuestro chófer. La entrada se encuentra totalmente colapsada. La subida que conduce a la ciudad se encuentra bloqueada por una larga caravana  de vehículos que forman una serpiente multicolor de kilómetros de longitud.

Según bajamos amaina el temporal y cuando divisamos el Mar Muerto la nieve desaparece completamente de la carretera. Una vez alcanzado el mar la temperatura llega a los 18 grados, según podemos ver en el termómetro del autobús.

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Orilla del Mar Muerto

No es de extrañar tal diferencia de temperaturas, ya que nos encontramos en el punto habitado más bajo del planeta. Estamos a 300 metros por debajo de la mayoría de los mares del mundo.

En los, aproximadamente, 50 kilómetros recorridos, hemos descendido más de 1.000 metros, ya que Amman está a más de 700 metros sobre el nivel del mar.

Circulamos por la Royal Way, o carretera árabe, como la llaman los jordanos. La misma se desliza durante gran parte de su recorrido por la orilla jordana del mar que sirve de frontera entre Jordania e Israel. La otra vía de comunicación entre Amman y Ácaba, la ruta del desierto, se encuentra totalmente colapsada.

Anocheciendo llegamos de nuevo a este paradisíaco rincón que forma el Mar Rojo en el Golfo de Ácaba, dónde disfrutamos de una temperatura de 23 grados, mientras allá en Amman, a tan solo 360 kilómetros, se encuentran a varios grados bajo cero, envueltos en una capa de hielo.

Hace unas semanas, cuando en el artículo sobre Petra, nos mostrábamos, en cierto modo, en desacuerdo con aquellos que decían: » Si sólo vas a ver un lugar en Jordania, o incluso en Oriente Medio, has que éste sea Petra», no es que quisiéramos desmerecer a «La Rosa del Desierto». Lo que sucede es que, aunque Jordania no es un país que pueda presumir de demasiados atractivos arqueológicos o naturales, (como acontece, por ejemplo, con España o Italia) sí es cierto que entre los pocos que detenta, es difícil decantarse por uno u otro.

Nieve en el desierto, Wadi Rum, rocas 1 (FILEminimizer)
Wadi Rum, fantasía onirica

Si los dos trabajos anteriores versaban sobre maravillas creadas por la mano del hombre; Petra y Gerasa, la que hoy nos ocupa, el Wadi Rum, es obra de los dioses.

Sólo un Ser supremo, ayudado por los elementos y el transcurrir de milenios, es capaz de crear, modelar o componer una sinfonía cuyas partituras desprenden a un mismo tiempo; ensoñadoras notas musicales, desgarradoras pinceladas del espectro de colores y extasiadoras figuras geométricas, como las que existen en esta zona que, aunque denominada valle (Wadi) abarca toda una región.

El silencio que nos envuelve, solo roto por las notas que nuestra imaginación sea capaz de arrancarle al ulular del viento, al chocar con las rocas y las dunas. Los indescriptibles colores que van, desde el pesado gris que nos aplasta y encarcela, hasta el frágil, volátil y liberador azul- rosáceo que nos eleva por encima de lo terrenal, acercándonos (siquiera espiritualmente) al Olímpo de los creadores de éste hechizo.  Este trinomio lo cierran esas rocas   fantasmagóricas que el crono y los elementos han ido modelando hasta formar las más inverosímiles figuras, qué, en los rojizos atardeceres, prolongan sus sombras sobre las abrazadoras arenas de este valle.

Lawrence y sus siete pilares

Dicen que Thomas Edward Lawrence se inspiró en esta región para escribir su famosa obra «Los siete Pilares de la Sabiduría».

Nieve en el desierto, Wadi Rum, rocas (FILEminimizer)
Wadi Rum, fantasmal paisaje

Realmente me cuesta trabajo creerlo, ya que dicha obra, a pesar de su pretencioso nombre, no es más que un diario de guerra en el que se nos relata las  andanzas del citado personaje al frente de las diferentes tribus árabes, para conducirlas a la rebelión contra el poder opresor  otomano, y hacerlas caer en el, más refinado y menos brutal, pero al fin y al cabo opresor yugo, del imperialismo británico.

Sin menospreciar el profundo conocimiento que Lawrence de Arabia demuestra poseer en sus «Pilares» de todo el entramado tribal, geográfico, político y social de esta basta zona, no creemos que para escribir un diario de guerra haga falta estar influenciado por un entorno como el que nos encontramos.

De hecho, en su voluminosa obra sólo encontramos unas escasas lineas dedicadas al Rum. Escasas, pero no por ello menos  interesantes, y desde luego, como no podía ser de otra manera, influenciadas por la obsesión y el espíritu que domina toda la obra; el pensamiento militar.

«Los riscos estaban coronados por nidos de cúpulas de un rojo menos intenso que el cuerpo de la colina, antes bien grisáceo y menos oscuro. Daban una acabada apariencia de arquitectura bizantina a aquel irresistible lugar, a aquel camino procesional que superaba a la imaginación. Los ejércitos árabes se podrían perder en su longitud y anchura, y dentro de sus paredes podría dar vueltas en formación un escuadrón de aeroplanos» 

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Wadi Rum, vivienda beduina

Dejando a un lado el pensamiento y la obra de tan ilustre y controvertido personaje y amparados por los conocimientos que Farás posee de la zona, y los contactos que en ella tiene, caminamos hasta llegar a un recóndito lugar dónde,protegida de los elementos por una pared vertical de granítica roca fuimos a dar con  la vivienda de una familia beduina. Etnia que se resiste tenazmente a que sus costumbres y formas de vida sean devoradas por el lento, pero inexorable avance de la civilización.

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Wadi Rum, hora del té en vivienda beduina

En la tienda, hecha de piel de camello, entre otras materias, conviven siete personas, así como todas las crías de cabras y ovejas, que por su edad, u otros motivos, es desaconsejable dejarlas libres, a merced de zorros y chacales.

Nada más llegar fuimos invitados a una taza de té,  que nos vimos obligados a aceptar, para no herir el sentido de la hospitalidad de esta familia, a pesar de lo insoluble del entorno y la falta de higiene que se respira por doquier.

Mientras tomamos el té, sentados en el suelo y  servido en un jarrillo de lata, las crías de ovinos nos acompañan con sus juegos y brincos, los múltiples perros tumbados a nuestro alrededor, nos contemplan con una velada melancolía reflejada en sus ojos, y la camella atada a una estaca, no lejos de nosotros, lanza tremendos bramidos sin que lleguemos a entender si dichos mugidos son de agrado o desagrado por nuestra presencia.

Sólo un escuálido café

Después de un día moviéndonos por estos parajes, sin otro alimento que el té ofrecido por la familia beduina. Al llegar al cruce de la carretera que une Ácaba y Amman, Farás, nuestro chófer palestino,  -por cierto, el único árabe con coraje  suficiente, encontrado en este viaje por tan desgarradas tierras  , para decir que la única salida que les queda a palestinos e israelíes, si quieren sobrevivir,  es el entendimiento-,  nos propone girar en dirección a Amman y  acercarnos a comer algo al restaurante que existe en la coronación del puerto de Ros Neskif, que con sus 1.475 metros de altitud es el culpable de la incomunicación entre las dos mitades del país. La idea nos parece bastante acertada, y hacia allí nos dirigimos para satisfacción de nuestros estómagos.

Por esta carretera se realiza todo el transporte de mercancías entre Jordania e Irak con el golfo de Ácaba. Por ella circulan los camiones-cisternas con petroleo irakí hacia el puerto de Ácaba, dónde es trasvasado a los super-petroleros encargados de depositarlo en los puertos de los países industrializados.

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¿Tundra siberiana? ¡Desierto jordano!

Por esta «Autopista del Desierto» circulan enormes trailers con matriculas  jordanas, egipcias o irakies cargados de víveres, medicamentos y otras mercancías, con destino al país dónde las Sagradas Escrituras situaban el Paraíso Terrenal. Hoy convertido por los hombres en un verdadero INFIERNO.

Conforme nos acercamos a nuestro destino, una parte y otra de la carretera está sembrada de inmóbiles monstruos incapaces de moverse sobre el helado suelo, a pesar de los miles de caballos que encierran sus potentes motores.

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Ejercito de Jordania

Cuando, por fin, coronamos el puerto, por una precaria pista que habían conseguido abrir la policía y las maquinas del ejercito jordano, en el restaurante lo único que pueden servirnos es un escuálido café. Todo lo demás está agotado.

Al intentar el regreso a Ácaba, ya noche cerrada, vemos que aquella mastodóntica serpiente metálica, harta de esperar, y creyendo que las condiciones del terreno lo permitían, se ha puesto en movimiento.

Nieve en el desierto, ejercito jordano 1
Nieve y ejercito

Desobedeciendo las ordenes de la policía y el ejercito, estos paquidermos de acero,  formando frente de tres y cuatro vehículos, lo invaden todo. La pista preparada por las autoridades para el paso de turismos y pequeños autobuses desaparece bajo el demoledor empuje de estos pegasos sin alas.

Al intentar, desesperadamente, escapar de dos días de inmovilidad, lo que consiguen es bloquear totalmente la ruta. Entre 6.000 y 8.000 camiones colapsan la Autopista del Desierto. ¡La anarquía es absoluta. El caos total!

Por fin, horas más tarde, conseguimos librarnos del vientre de tan infernal sierpe, gracias a la eficaz labor del ejercito y la policía, así como la colaboración de los aguerridos camioneros y la pericia de Farás, el cual, tras una larga noche de insomnio, nos deja a las puertas de nuestro hotel en Ácaba, cuando los primeros rayos de sol de un nuevo y esperanzador día invaden las cumbres de las circundantes montañas.

Paco Vidal

Galería de fotos

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Nieve en la ruta
Nieve en el desierto, Tienda beduina (FILEminimizer)
Vivienda beduína
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Camioneros en la ruta del desierto
Nieve en el desierto, Tienda beduina con bebe (FILEminimizer)
Quería que nos lo trajésemos!
Nieve en el desierto, Wadi Rum, hora del té (FILEminimizer)
Wadi Rum
Nieve en el desierto, caravana en la ruta 2 (FILEminimizer)
Ruta del Desierto, Jordania

 

Gerasa, la amada de Adriano

                                                                    (Cuna de civilizaciones,   6)

De Ácaba a Gerasa

Los autobuses de la Trauks International Transport tienen sus oficinas en la calle Al Saada  frente al City Hotel y al restaurante  Captoira, uno de los mejores de Ácaba. Estos autobuses, perfectamente equipados, cubren en cuatro horas los 360 kilómetros que separan Amman de Ácaba, a través de la ruta del desierto.

Nuestra salida hacia la capital del reino Hachemita la efectuamos, con puntualidad japonesa, a las 7.30. de la mañana, como está anunciado en el tablón de horarios.

Como quiera que la mayoría del recorrido es por un desierto carente de un atractivo especial,  dedico el tiempo a repasar apuntes y poner un poco de orden en escritos pasados y actuales.

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Amman nevada

La temperatura y condiciones meteorológicas han cambiado radicalmente entre el punto de origen y el final del trayecto. Mientras en Ácaba andábamos en manga corta, en Amman hace un frío espantoso, por lo que tenemos que echar mano del anorak.

El taxi que tomamos en la estación de autobuses, nos conduce por requerimiento nuestro, a la embajada siria, con el fin de conseguir el correspondiente visado. El mismo lo necesitaremos en los próximos días, ya que entra en nuestros planes visitar la legendaria ciudad de Palmíra, a orillas del río Eúfrates. Como se desprende del escrito, el viaje que narramos se efectuó antes de la fratricida guerra que asola actualmente el país de los Omeyas.

Las peripecias del joven Daniel, conduciendo endiabladamente por las difíciles calles de Amman con el fin de llegar a tiempo a la embajada, de nada sirven, ya que cuando llegamos a ella, el departamento de visados está cerrado. Está cerrado durante los próximos tres días ya que mañana es viernes, (día santo en el mundo musulmán)  y al ser el domingo cumpleaños del rey Abdulá es fiesta en Jordania, por lo que el sábado hacen puente.

Decidimos dormir en el Sufara Hotel, más por la buena ubicación, que por ser este de nuestro agrado. El mismo se encuentra en el centro de la ciudad antigua de Amman, junto al Anfiteatro Romano.

Con tres días de fiesta por delante y sin tener muy claro que derroteros tomar, decidimos salir a sacar dinero y dar una vuelta por la Dawn Tawn.

No han transcurrido ni 20 minutos, cuando se desencadena una tormenta de nieve que incrementa la, ya por si, caótica circulación, tanto peatonal como rodada. Lo que hace bastante dificultoso moverse por sus calles.

Ante tal situación, entramos en un sencillo restaurante, desde el cual, con los estómagos llenos y dinero en los bolsillos, volvemos al hotel, dónde nos quedamos dormidos, tratando de ordenar nuestro futuro sin conseguirlo del todo.

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Vistas desde la habitación del hotel

Cuando corremos las cortinas de nuestra habitación no damos crédito a lo que vemos. Las calles, a pesar de ser las ocho de la mañana, están totalmente desiertas, y un blanco manto de inmaculada nieve cubre todo cuanto abarca nuestra vista. ¡Una nevada de estas dimensiones no podíamos imaginarla en la desértica Jordania! Nos cuentan que algo similar ocurrió por última vez hace más de medio siglo.

Cuando estamos desayunando llega Daniel, con el que habíamos quedado el día anterior para desplazarnos a la ciudad de Jerash, distante unos 50 kilómetros al noroeste de Amman.

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Salida hacia Jerash

Nos advierte que no sabe si podremos llegar a nuestro destino, ya que según información radiofónica, la carretera que une Amman con Jerash está cortada al tráfico. Lo que si queda totalmente descartado es acercarnos hasta la frontera siria puesto que las comunicaciones entre ambos países están suspendidas debido a las condiciones meteorológicas. Esta última opción la habíamos barajado pensando que tal vez en la misma frontera podíamos conseguir los visados, al no poder obtenerlos en la embajada siria de Amman.

Ante tal situación, decidimos visitar Jerash, siempre que sea posible. Regresar a Amman y de nuevo a Ácaba, para intentar entrar a Israel por Eliot, ya que el tiempo en aquella zona sigue siendo espléndido.

Mientras la Metrópolis se desangra, las provincias florecen

jerash, plano (FILEminimizer)
Plano de Jerash

Jerash, a la que llegamos, no sin ciertas dificultades, hace honor a su fama. Aunque se habla de asentamientos humanos en esta zona que datan del tercer milenio anterior a Cristo, lo que realmente queda de ella para el observador normal es la  ciudad romana. Sobre todo si tenemos en cuenta que son las ruinas de ciudad romana mejor conservadas de todo el Próximo Oriente. Después de haber dormido durante siglos bajo las arenas del desierto, en 1.806 fue descubierta por el investigador alemán Ulrich Jasper.

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Cardo de Gerasa

Conforme se le liberaba de toneladas y toneladas de arena Gerasa (nombre con el que se conocía en la época romana) iba dejando al descubierto la importancia alcanzada en su época de mayor esplendor, entre los siglos I a.d.C. y II de nuestra era.

Mientras en los confines del Imperio, que abarcaba desde Hispania a Dacia y desde Britania a Siria, se desarrollaban ejemplos como el de Jerash,  el corazón de la Matrópolis   era devorado por la desmedida ambición de sus políticos y la lucha por el poder entre los diferentes clanes y familias, tanto dentro como fuera del propio Senado, como tan magistralmente, nos narra Santiago Posteguillo en su trilogía sobre TRAJANO. De «Los Asesinos del Emperador», primer volumen de dicha trilogía,  entresacamos el siguiente ilustrativo párrafo.

«La cabeza de Servio Sulpicio Galva, Imperator Caesar Augustus, estaba clavada en una larga estaca en el corazón de Roma, en mitad del foro, frente al templo de Vesta. Miraba con los ojos en blanco, la boca torcida y la tez pálida a los curiosos que aún tenían la valentía de recorrer las calles de la ciudad aquella tarde. Tenía moratones y cortes en ambas mejillas, fruto de su vano intento por defenderse de unos pretorianos enloquecidos y hartos de que el emperador no cumpliera su promesa de darles el pago comprometido y acostumbrado tras su ascenso al poder. Su caída fue rápida: sólo siete meses desde su nombramiento como sucesor de Nerón. Alrededor había otras tres estacas con dos de los más fieles oficiales de Galba, Vinio e Icelo, y una última lanza con la cabeza de Lucio Calpurnio Pisón Liciniano, a quien Galba había adoptado como sucesor para dar inicio a una nueva dinastía. El cráneo de este último había sido perforado por la punta de un asta pretoriana hasta asomar por la frente partida de quien había soñado ser pronto emperador también».

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Gerasa, Foro

Es posible que alguien piense que la cita anterior no viene a cuento. Sin embargo, consideramos  que sabiendo lo que sucedía en Roma se aprecie más los trabajos realizados en una ciudad de provincia como era Gerasa.

Ha sido la propia naturaleza, las especiales condiciones climáticas de estas latitudes. El haber estado durante siglos bajo una tierra seca y poco erosionante, lo que ha hecho que cuando paseamos por la Gerasa romana , con un poco de imaginación, podamos ver como se desenvolvía la vida en una ciudad de sus características durante los siglos que giran alrededor del nacimiento de Cristo.

¡ La ciudad al completo podía asistir al espectáculo!

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Columnas de Gerasa

Todo en esta ciudad es perfectamente reconocible. Hasta el más neófito de los mortales en Arqueología o Historia, es capaz de situarse en ella y distinguir  la Puerta Sur de la Puerta Norte, unidas por el Cardo  o calle principal, de 600 metros de longitud. Tan magnánimo ha sido el entorno con estas ruinas que en la piedras que forman el pavimento del Cardo pueden verse las huellas dejadas por los carruajes hace miles de años.

El Hipódromo, con un aforo de 15.000 espectadores (¡toda la ciudad podía asistir al espectáculo!) y unas dimensiones, en su arena, de 250 metros de largo por 50 de ancho, es otra de sus obras maestras.

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Gerasa, teatro

¿Que ciudad actual de 20.000 habitantes se podría permitir el lujo de tener dos teatros como los tenía Jerash. El Teatro Norte y el Teatro Sur, cada uno de ellos con capacidad para 4.000 personas.

El Foro, intrínsico a toda ciudad romana, reúne unas características especiales, ya que el mismo es oval, pavimentado con enormes losas de piedra formando óvalos concéntricos de mayor a menor, hasta cerrarse en un podio que existe en el centro del mismo.

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Huellas sobre las piedras

¿Como olvidar el Templo de Zeus, anterior a la época romana, pero conservado y respetado, el Ágora, el Templo de Artemisa, diosa de Jerash, y tantos y tantos edificios y obras civiles que harían el deleite de cualquier investigador?.

Se dice que Adriano, el emperador viajero, sentía un gran aprecio por esta ciudad, y Gerasa se lo agradeció obsequiándole con el magnifico arco (Arco de Adriano) que  cualquier viajero puede disfrutar en su visita a las ruinas de Jerash.

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Arco de Adriano

Tanto «derroche» constructivo nos lleva a dos posibilidades; o bien Gerasa era un centro de ocio, dónde acudía la oficialidad y el generalato de las legiones imperiales y los mercaderes de las colonias orientales del IMPERIO, a resarcirse de sus días de carencia,  o los gobernantes despilfarradores no es una cosa de aquí ni de ahora.

De cualquier manera lo que si es cierto, es que los aeropuertos y estaciones de AVE inservibles  -y por tanto abandonadas-  no revestirán dentro de miles de años, el esplendor y carisma que portan hoy las construcciones romanas de aquella época.

Jerach, Foro (FILEminimizer)
El Foro

Paco Vidal

 

 

 

 

 

 

 

PETRA, CIUDAD DE PIEDRAS

                                                                   (Cuna de civilizaciones, 5)

El golfo de Ácaba

El Golfo de Ácaba, ese brazo de mar de fondo transparente y cristalino, que partiendo del Mar Rojo, va desgarrando estas áridas tierras formando, de uno solo, dos enormes y míticos desiertos: El Sinaí y el Arábico. Esta estrecha manga de agua lame las playas de Eliot y Ácaba allí dónde la misma llega a su fin, obsequiando a Israel y Jordania, con  estratégicas salidas marítimas tanto al proceloso Índico como al mítico Mediterráneo.

Este trozo de tierra y mar siempre ejerció sobre mi una gran atracción. Sobre el mapa lo  identificaba con lo exótico, lejano y legendario.

Mezclando lo material con lo onírico, dejando deliberadamente que ambos se solapen, paseamos soñolientamente  por las calles de Ácaba, la más acogedora de la ciudades  jordanas.

Su templado clima, estratégica situación, y cuidados parques, así cómo la amabilidad y hospitalidad de sus gentes han hecho que en la misma florezca una prospera oferta turística.

Petra, Playa de Ácaba
Playa de Ácaba.

Aquí, además de los propios jordanos y algunos europeos, acuden a pasar horas o días de ocio los militares norteamericanos estacionados en la vecina Arabia Saudí. Ocio que les está completamente vedado en el hermético e intransigente reino de Al Saud, debido a las estrictas leyes coránicas que rigen en él.

Nada nos recuerda en la actual Ácaba a la antigua Ezión-geber de la tierra de Edom, citada ya en el Libro de los Reyes del Antiguo Testamento. Es cierto que al oeste de la ciudad, junto a la frontera con Israel, están las ruinas de Tell Al Khalifa, que los acabenses se empeñan en identificar con Ezión-geber, lo cual no está confirmado ni histórica ni científicamente.

Cómo quiera que los informes meteorológicos nos advierten de las bajísimas temperaturas que están padeciendo en Amman, alrededor de 0º C., decidimos permanecer aquí unos días y acercarnos a visitar la legendaria Petra, distante de Ácaba unos 130 kilómetros, y proseguir posteriormente nuestro viaje hacia la capital del Reino Hachemita.

La Flor del Desierto

Farás, con el que nos dirigimos a Petra, de nacionalidad jordana y sangre palestina, serio y profesional, de tez morena, mediana estatura y abultado abdomen, se sirve de un inglés  -que para sí quisieran el 90% de los taxistas españoles-  para expresarnos su admiración por el desaparecido rey Hussein. Así mismo nos expresa su convencimiento, de que los pueblos árabes y hebreo tienen la obligación y el deber de entenderse y respetarse mutuamente, si quieren vivir en paz, ya que, según él, la paz es a lo más grande que debe aspirar el ser humano. Son tantas las anécdotas que nos cuenta, tanto en la ida como en la vuelta, que los trayectos se hacen francamente cortos.

Petra, El desfiladero (FILEminimizer)
Desfiladero, al fondo El Tesoro.

«El Tesoro», el más importante y mejor conservado edificio de este extraño y, hasta hace poco, desconocido enclave.

otra del tesoro
La ciudad rosa.

A las ocho de la mañana, mucho antes que lleguen los autobuses con las oleadas de turistas, procedentes de Ácaba y Aman, estamos entrando por el gran cañón o desfiladero que después de, aproximadamente un kilómetro, nos dejará ante las puertas del Khazneh, «el Tesoro». El más importante y mejor conservado edificio de este extraño y, hasta hace poco, desconocido enclave.

Es tanto lo publicado sobre Petra que aquí, en tan reducido espacio, poco es lo que podemos añadir sobre ella. Si nos decidimos a hacerlo es más por respeto a los posibles seguidores del Blog, si los hubieses, que por lo que seamos capaces de aportar a lo ya conocido sobre la ciudad de los nabateos.

Petra Yo con Camello (FILEminimizer)
Como buen caravanista, pagué mi tributo a Petra.

Se encuentra la «Ciudad Rosa», llamada así por el color de la piedra que la caracteriza, enclavada en un macizo rocoso que guarda celosamente el tesoro que alberga en su interior. Este farallón rocoso cuya formación semeja gigantescas coliflores, talladas por férreas y ciclópeas manos, oculta en su vientre esa belleza, salvaje y natural que es Petra.

Fue en el interior de este sobrecogedor conglomerado dónde los nabateos, tribu nómada del este del desierto Arábigo, dónde asentaron su poder entre los siglos VI a.d.C. y el II de nuestra era.

En el transcurso de esos ocho siglos Petra floreció y cayó, definitivamente en el anonimato, cuando las caravanas entre Egipto y Siria tomaron otros derroteros, o bien los mercaderes empezaron a utilizar las vías marítimas.

Este método les permitía dedicar menos tiempo a la guerra y mucho más a las artes.

Petra, Tumbas (FILEminimizer)
¿Tumbas?

Cuando comenzó  su supremacía sobre el área que controlaban se dedicaron a asaltar las caravanas que transitaban por ella, pero al observar la necesidad de estar en continuo estado de guerra y el gran número de enemigos que les ocasionaban sus actos, optaron por otro más simple y refinado.  Ofrecer protección y cobrar tributo a todas las caravanas que se veían obligadas a pasar por sus dominios. Este método les permitía dedicar menos tiempo a la guerra, y mucho más a las artes.

Cómo consecuencia de ello, Petra experimentó un fuerte crecimiento cultural, destacando sobre todo en la agricultura y la arquitectura. De la primera nos legaron sus sofisticados sistemas de riego y el estudiado aprovechamiento del agua. De la segunda; veinte siglos más tarde, nos sorprende la perfección y grandeza de sus edificios, tanto civiles, cómo religiosos o funerarios.

A continuación citaremos algunos de los más representativos que pueden contemplarse, hoy en día, al visitar «La Flor del Desierto» , como la denominan muchos jordanos.

El Tesoro Petra
El Tesoro, Petra.

EL KHAZNEH: A pesar de su significado  -el tesoro, en dialecto beduíno-  no significa ello que los nabateos escondiesen sus riquezas en este edificio. Pues fue siglos más tarde cuando se popularizó la leyenda de que, unos bandidos habían escondido en él, un fabuloso tesoro. La construcción del controvertido edificio se llevó a cabo entre los siglos I a.d.C. y el  II de nuestra era.

Petra, Afiteatro Petra (FILEminimizer)
Anfiteatro.

ANFITEATRO: Con capacidad para 8.000 espectadores, muy parecido a los anfiteatros romanos, pero con un grado de inclinación menos pronunciado en los graderios. Fue este parecido el que llevó a pensar que el mismo había sido construido por los romanos, pero después de recientes excavaciones, entre los eruditos toma fuerza la creencia que el mismo fue construido por los nabateos en el primer siglo de nuestra era.

Petra, Primera tumba (FILEminimizer)
Tumba de la Urna.

TUMBAS REALES: Son tres, de aspecto realmente impresionante. Vistas desde la Calle de las Columnas, talladas en la pared vertical que forma el cañón, semejan templos griegos. La primera es la Tumba de la urna, apoyada sobre una terraza la cual descansa sobre una doble arcada de bóvedas. Le sigue la Tumba Corintina  y por último la Tumba de Palacio que es la única simulación de edificio de tres plantas que hemos podido observar en todo el complejo.

Petra, Avenida de las columnas (FILEminimizer)
Avenida de las Columnas.

Hay quien afirma que la primera de ellas cobijó los restos del rey nabateo, Maluchos II, pero nada de esto está probado. Ni siquiera lo está que realmente fuesen tumbas, pero el transcurrir de los años y la imaginación popular, las bautizó como tales.

CALLE DE LAS COLUMNAS: Vista hoy, tal cual, parece que fuese la calle principal, pero, al contrario de lo que sucedía en las ciudades romanas, cuyo cardo, o eje principal, transcurría de norte a sur, dicha calle está orientada este oeste.

Petra Templo del Dios
Templo de Dushara, dios de los nabateos.

TEMPLO DE DUSHARA:  Es el único edificio de Petra construido piedra sobre piedra y no tallado en la roca, como el resto ellos. Es evidente que un edificio con unas peculiaridades tan diferentes a los demás, debió estar dedicado a alguien muy especial. Y así es. El edificio era la morada del dios de los nabateos. El dios  Dushara.

Posee Petra, centenares, tal vez, miles de edificios, tumbas y cuevas. Con los aquí mencionados solo queremos ofrecer una pequeña, pequeñísima muestra de los tesoros arquitectónicos y arqueológicos que esconde esta enigmática civilización, en gran parte, aún por descubrir.

Hace unos días leí en algún lugar: «Si solo vas a ver un lugar en Jordania, o incluso en Oriente Medio, has que este sea PETRA».

Como quiera que mis años empiezan a enseñarme que no debo dejarme llevar por el  fanatismo, la frase anterior la cambiaría por la siguiente: Si vas a Jordania, o incluso a Oriente Medio, no dejes de visitar PETRA.

Petra el tesoro (FILEminimizer)
El Tesoro, Petra.

Paco Vidal