PETRA, CIUDAD DE PIEDRAS

                                                                   (Cuna de civilizaciones, 5)

El golfo de Ácaba

El Golfo de Ácaba, ese brazo de mar de fondo transparente y cristalino, que partiendo del Mar Rojo, va desgarrando estas áridas tierras formando, de uno solo, dos enormes y míticos desiertos: El Sinaí y el Arábico. Esta estrecha manga de agua lame las playas de Eliot y Ácaba allí dónde la misma llega a su fin, obsequiando a Israel y Jordania, con  estratégicas salidas marítimas tanto al proceloso Índico como al mítico Mediterráneo.

Este trozo de tierra y mar siempre ejerció sobre mi una gran atracción. Sobre el mapa lo  identificaba con lo exótico, lejano y legendario.

Mezclando lo material con lo onírico, dejando deliberadamente que ambos se solapen, paseamos soñolientamente  por las calles de Ácaba, la más acogedora de la ciudades  jordanas.

Su templado clima, estratégica situación, y cuidados parques, así cómo la amabilidad y hospitalidad de sus gentes han hecho que en la misma florezca una prospera oferta turística.

Petra, Playa de Ácaba
Playa de Ácaba.

Aquí, además de los propios jordanos y algunos europeos, acuden a pasar horas o días de ocio los militares norteamericanos estacionados en la vecina Arabia Saudí. Ocio que les está completamente vedado en el hermético e intransigente reino de Al Saud, debido a las estrictas leyes coránicas que rigen en él.

Nada nos recuerda en la actual Ácaba a la antigua Ezión-geber de la tierra de Edom, citada ya en el Libro de los Reyes del Antiguo Testamento. Es cierto que al oeste de la ciudad, junto a la frontera con Israel, están las ruinas de Tell Al Khalifa, que los acabenses se empeñan en identificar con Ezión-geber, lo cual no está confirmado ni histórica ni científicamente.

Cómo quiera que los informes meteorológicos nos advierten de las bajísimas temperaturas que están padeciendo en Amman, alrededor de 0º C., decidimos permanecer aquí unos días y acercarnos a visitar la legendaria Petra, distante de Ácaba unos 130 kilómetros, y proseguir posteriormente nuestro viaje hacia la capital del Reino Hachemita.

La Flor del Desierto

Farás, con el que nos dirigimos a Petra, de nacionalidad jordana y sangre palestina, serio y profesional, de tez morena, mediana estatura y abultado abdomen, se sirve de un inglés  -que para sí quisieran el 90% de los taxistas españoles-  para expresarnos su admiración por el desaparecido rey Hussein. Así mismo nos expresa su convencimiento, de que los pueblos árabes y hebreo tienen la obligación y el deber de entenderse y respetarse mutuamente, si quieren vivir en paz, ya que, según él, la paz es a lo más grande que debe aspirar el ser humano. Son tantas las anécdotas que nos cuenta, tanto en la ida como en la vuelta, que los trayectos se hacen francamente cortos.

Petra, El desfiladero (FILEminimizer)
Desfiladero, al fondo El Tesoro.

«El Tesoro», el más importante y mejor conservado edificio de este extraño y, hasta hace poco, desconocido enclave.

otra del tesoro
La ciudad rosa.

A las ocho de la mañana, mucho antes que lleguen los autobuses con las oleadas de turistas, procedentes de Ácaba y Aman, estamos entrando por el gran cañón o desfiladero que después de, aproximadamente un kilómetro, nos dejará ante las puertas del Khazneh, «el Tesoro». El más importante y mejor conservado edificio de este extraño y, hasta hace poco, desconocido enclave.

Es tanto lo publicado sobre Petra que aquí, en tan reducido espacio, poco es lo que podemos añadir sobre ella. Si nos decidimos a hacerlo es más por respeto a los posibles seguidores del Blog, si los hubieses, que por lo que seamos capaces de aportar a lo ya conocido sobre la ciudad de los nabateos.

Petra Yo con Camello (FILEminimizer)
Como buen caravanista, pagué mi tributo a Petra.

Se encuentra la «Ciudad Rosa», llamada así por el color de la piedra que la caracteriza, enclavada en un macizo rocoso que guarda celosamente el tesoro que alberga en su interior. Este farallón rocoso cuya formación semeja gigantescas coliflores, talladas por férreas y ciclópeas manos, oculta en su vientre esa belleza, salvaje y natural que es Petra.

Fue en el interior de este sobrecogedor conglomerado dónde los nabateos, tribu nómada del este del desierto Arábigo, dónde asentaron su poder entre los siglos VI a.d.C. y el II de nuestra era.

En el transcurso de esos ocho siglos Petra floreció y cayó, definitivamente en el anonimato, cuando las caravanas entre Egipto y Siria tomaron otros derroteros, o bien los mercaderes empezaron a utilizar las vías marítimas.

Este método les permitía dedicar menos tiempo a la guerra y mucho más a las artes.

Petra, Tumbas (FILEminimizer)
¿Tumbas?

Cuando comenzó  su supremacía sobre el área que controlaban se dedicaron a asaltar las caravanas que transitaban por ella, pero al observar la necesidad de estar en continuo estado de guerra y el gran número de enemigos que les ocasionaban sus actos, optaron por otro más simple y refinado.  Ofrecer protección y cobrar tributo a todas las caravanas que se veían obligadas a pasar por sus dominios. Este método les permitía dedicar menos tiempo a la guerra, y mucho más a las artes.

Cómo consecuencia de ello, Petra experimentó un fuerte crecimiento cultural, destacando sobre todo en la agricultura y la arquitectura. De la primera nos legaron sus sofisticados sistemas de riego y el estudiado aprovechamiento del agua. De la segunda; veinte siglos más tarde, nos sorprende la perfección y grandeza de sus edificios, tanto civiles, cómo religiosos o funerarios.

A continuación citaremos algunos de los más representativos que pueden contemplarse, hoy en día, al visitar «La Flor del Desierto» , como la denominan muchos jordanos.

El Tesoro Petra
El Tesoro, Petra.

EL KHAZNEH: A pesar de su significado  -el tesoro, en dialecto beduíno-  no significa ello que los nabateos escondiesen sus riquezas en este edificio. Pues fue siglos más tarde cuando se popularizó la leyenda de que, unos bandidos habían escondido en él, un fabuloso tesoro. La construcción del controvertido edificio se llevó a cabo entre los siglos I a.d.C. y el  II de nuestra era.

Petra, Afiteatro Petra (FILEminimizer)
Anfiteatro.

ANFITEATRO: Con capacidad para 8.000 espectadores, muy parecido a los anfiteatros romanos, pero con un grado de inclinación menos pronunciado en los graderios. Fue este parecido el que llevó a pensar que el mismo había sido construido por los romanos, pero después de recientes excavaciones, entre los eruditos toma fuerza la creencia que el mismo fue construido por los nabateos en el primer siglo de nuestra era.

Petra, Primera tumba (FILEminimizer)
Tumba de la Urna.

TUMBAS REALES: Son tres, de aspecto realmente impresionante. Vistas desde la Calle de las Columnas, talladas en la pared vertical que forma el cañón, semejan templos griegos. La primera es la Tumba de la urna, apoyada sobre una terraza la cual descansa sobre una doble arcada de bóvedas. Le sigue la Tumba Corintina  y por último la Tumba de Palacio que es la única simulación de edificio de tres plantas que hemos podido observar en todo el complejo.

Petra, Avenida de las columnas (FILEminimizer)
Avenida de las Columnas.

Hay quien afirma que la primera de ellas cobijó los restos del rey nabateo, Maluchos II, pero nada de esto está probado. Ni siquiera lo está que realmente fuesen tumbas, pero el transcurrir de los años y la imaginación popular, las bautizó como tales.

CALLE DE LAS COLUMNAS: Vista hoy, tal cual, parece que fuese la calle principal, pero, al contrario de lo que sucedía en las ciudades romanas, cuyo cardo, o eje principal, transcurría de norte a sur, dicha calle está orientada este oeste.

Petra Templo del Dios
Templo de Dushara, dios de los nabateos.

TEMPLO DE DUSHARA:  Es el único edificio de Petra construido piedra sobre piedra y no tallado en la roca, como el resto ellos. Es evidente que un edificio con unas peculiaridades tan diferentes a los demás, debió estar dedicado a alguien muy especial. Y así es. El edificio era la morada del dios de los nabateos. El dios  Dushara.

Posee Petra, centenares, tal vez, miles de edificios, tumbas y cuevas. Con los aquí mencionados solo queremos ofrecer una pequeña, pequeñísima muestra de los tesoros arquitectónicos y arqueológicos que esconde esta enigmática civilización, en gran parte, aún por descubrir.

Hace unos días leí en algún lugar: «Si solo vas a ver un lugar en Jordania, o incluso en Oriente Medio, has que este sea PETRA».

Como quiera que mis años empiezan a enseñarme que no debo dejarme llevar por el  fanatismo, la frase anterior la cambiaría por la siguiente: Si vas a Jordania, o incluso a Oriente Medio, no dejes de visitar PETRA.

Petra el tesoro (FILEminimizer)
El Tesoro, Petra.

Paco Vidal

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